Como el último orador del listado oficial de la Octava Cumbre de Las Américas, el vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, hizo uso de la palabra. En su discurso, no solo reiteró la mirada del gigante del Norte hacia América Latina como “su patio trasero”, sino que también tergiversó la realidad política y social de Cuba y Venezuela.

Comenzó justificando y defendiendo la agresión de Estados Unidos y sus aliados a Siria. Como ya hizo Trump, Pence llama “monstruo” al presidente legítimo de Siria, Bashar Al Assad, e intenta presentar el ataque como un éxito de la actual administración en la Casa Blanca.

Como era de esperar, Pence arremetió contra Cuba y Venezuela. Califica los sistema sociales de ambos países como “represivos” y muestra a los Estados Unidos como “libertador” de los pueblos de Cuba y Venezuela. El vicepresidente de los Estados Unidos no se molesta en hablar de las sanciones que su gobierno impone a Cuba y Venezuela, verdaderos hechos represivos.

Pence demostró el temor de su gobierno a la influencia de la izquierda en la región y dijo: “Cuba exporta su ideología a otros países”.

En su extenso y bélico discurso, Pence insiste en que los países “democráticos” de América Latina son aquellos que apoyan la “diplomacia” que impone Estados Unidos a través de herramientas como la OEA.

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