Adolfo Ferrera Martínez

Si las alianzas estratégicas y los acontecimientos internacionales siguen transcurriendo en la misma dirección iniciada en la última década, la pérdida de la hegemonía mundial estadounidense llegará incluso mucho antes de lo previsto. La inercia natural del mundo camina hacia el “multipolarismo”. Al desvincularse del acuerdo nuclear con Irán, el régimen estadounidense está tratando de revertir esta tendencia golpeando el tablero para intentar reordenar las piezas antes de que sea demasiado tarde para sus propios intereses.

Hay que entender que atacar a Irán es también tratar de golpear a Rusia, a China, al “Eje de la Resistencia” en Medio Oriente (ganadores en las recientes elecciones en Líbano), a Pakistán, a Turquía… y al resto del creciente mundo multipolar al mismo tiempo. Irán forma parte del “Círculo Dorado” euroasiático que amenaza la hegemonía occidental.

Esta reacción de Washington supone también una forma de “romper” el futuro acuerdo de Paz entre las dos Coreas mucho antes de que éste se haya firmado. Estados Unidos se auto-descarta de ese futuro acuerdo, puesto que su compromiso, aún en el caso de que se produjera a través de su firma, no tendrá ya ninguna validez ante el resto del mundo. Pero además este golpe unilateral e ilegal contra Irán es también un golpe a la Unión Europea. Sobretodo a la UE, diría yo.

Trump intenta, por un lado, romper los crecientes vínculos económicos y comerciales entre Irán y “Europa”, los cuales se han incrementado en un 300% desde la firma del acuerdo nuclear en 2015. Y para lograrlo se espera que Trump amenace con extender las sanciones a todos los países que comercien con un “demonizado” Irán, algo que afectará a las grandes empresas europeas con intereses en el país, por ejemplo, a las millonarias inversiones europeas (francesas principalmente, también italianas) para la explotación del gigantesco yacimiento South Pars-North Dome que comparten Irán y Catar (el mayor yacimiento de Gas del mundo).

Recordemos que hace apenas dos semanas el presidente Hasan Rohani anunció que Irán abandonaba definitivamente el Dólar como moneda de referencia para su intercambio comercial exterior, reemplazándolo por el Euro. Anteriormente a esta decisión, el banco de inversión estatal francés Bpifrance había anunciado que “Francia comenzará a ofrecer créditos en euros a los compradores iraníes de sus productos para impulsar el comercio y mantenerlo fuera del alcance de las sanciones de EE.UU”. [Irán sustituye al dólar por el euro en su comercio exterior,- RT/23/4/2018]

Por otro lado, tras esta decisión Donald Trump puede encontrar la excusa perfecta para iniciar su ansiada “guerra económica” contra Alemania, y por extensión contra toda la Unión Europea, con quien Estados Unidos mantiene un déficit comercial enorme (cerca de 150.000 millones de euros, de los cuales alrededor de 70.000 millones corresponden a Alemania), sólo superado por el déficit que mantiene con China (350.000 millones), y que Trump pretende revertir a cualquier precio. Por si esto fuera poco, Alemania continúa adelante con la construcción del gasoducto North Stream 2 firmado con Rusia, dando al traste con las intenciones de Washington de inundar a Europa con su petróleo y su gas de esquisto.

Sin embargo amenazar con romper el acuerdo nuclear con Irán no ha servido para que la Unión Europea cediera a su chantaje (al menos a día de hoy), más allá de que Reino Unido y Francia acompañaran patéticamente a Estados Unidos en un bombardeo propagandístico contra Siria… previo aviso a Rusia para evitar “problemas mayores”. Ahora queda por ver si las inminentes sanciones contra Irán también alcanzarán directamente a Europa, o bien si éstas posibles sanciones indirectas contra la UE serán pospuestas y utilizadas posteriormente por el presidente Trump como método de presión para que sus “aliados” europeos reconduzcan su posición y se sienten (o se arrodillen) a negociar sus nuevas relaciones económicas con Estados Unidos.

Sea lo que sea lo que ocurra en un futuro próximo, la arriesgada estrategia del caos puesta en marcha por Washington presenta enormes fallas. De hecho entre los ciudadanos estadounidenses así como en las mismas tripas del “Estado Profundo” existe un serio debate sobre la conveniencia o no de abandonar el acuerdo nuclear. En este sentido, ningún analista partidario de atacar a Irán ha logrado explicarnos al resto de los mortales qué ha cambiado a favor de Estados Unidos en los últimos años, meses o semanas para que una misma política exterior intervencionista que ha sido derrotada por sus enemigos declarados vaya ahora a obtener resultados diferentes. En realidad ya existe una guerra híbrida contra Irán que se desarrolla en Siria, en Irak, en Yemen, en su frontera con Afganistán… En todos estos escenarios Irán está ganando la batalla. También en el terreno diplomático. Paradójicamente es Estados Unidos quien se está quedando aislado del resto del mundo.

Rusia, Irán y el resto de sus aliados regionales están hoy en una posición de mayor fortaleza tras ganar de facto la guerra geoestratégica en Siria contra la OTAN/Israel/CCG y sus mercenarios de Al Qaeda/ISIS. Si Estados Unidos junto a los sionistas/wahabís no han podido derrotar a Irán en Siria después de 7 años, ¿qué les hace pensar que la pueden derrotar ahora en su propio terreno a través de una guerra convencional abierta? No habrá tal guerra, como tampoco la hubo en la península de Corea a pesar del “fuego y la furia” anunciada por Trump.

Los mismos motivos por los cuales la OTAN no pudo imponer un “cambio de régimen” en Siria (evitar una guerra nuclear con Rusia que podrían perder) siguen vigentes y son aplicables – aún más si cabe – para el caso de Irán. El precio a pagar por un “cambio de régimen” por la fuerza en Irán es emprender la Tercera Guerra Mundial… nuclear. Personas tan poco “sospechosas” como James Mattis, Joseph Dunford, Joseph Votel y el resto de altos mandos del Pentágono conocen bien los riesgos, de ahí su postura a favor de mantener el acuerdo nuclear con Irán.

Por su parte el régimen sionista y el régimen wahabí están en estado de pánico ante el ascenso de Irán. Ambos desean eliminar físicamente a Irán, pero no pueden. Estados Unidos tampoco puede complacerlos hasta ese punto. Todos ellos saben que ahora es Rusia la potencia más influyente y respetada por todos los actores en la región. Rusia no permitirá que caiga Irán. Pero no olvidemos que Israel y Arabia Saudí son también “socios” importantes de Rusia. Los desesperados bombardeos de Israel contra Siria (permitidos por Rusia) son una forma indirecta de presionar a Moscú para que tenga en cuenta sus intereses y “líneas rojas” con respecto a Irán de cara a una solución futura en Siria.

La consecuencias políticas inmediatas de toda esta locura imperialista en contra de Irán es que la República Islámica, como se ha comprobado en ocasiones anteriores cuando fue sancionada, estrechará aún más sus lazos estratégicos con sus socios euroasiáticos y, probablemente, con la Unión Europea si finalmente sus intereses también se vieran afectados. Esto significa que la UE tendría que replantear sus relaciones con Rusia. China, sin lugar a dudas, empujará en esa dirección aprovechando su poderío financiero y económico para tratar de atraer e integrar a Europa en su Nueva Ruta de la Seda. De llegar a producirse este movimiento, estaremos hablando de un cambio de paradigma de gran profundidad y trascendencia para Europa en su conjunto.

Ahora bien, conociendo los antecedentes y el “ADN” ideológico de sus dirigentes, no podemos descartar que los títeres europeos cambien su postura inicial y cedan ante las presiones de Washington respecto a Irán; pero existen algunas evidencias que apuntan a que una guerra comercial entre los globalistas (encabezados en Europa por Macron, el pupilo de los Rothschild) y los nacionalistas encabezados por Trump puede iniciarse próximamente. La mera posibilidad de llegar a este escenario de “desglobalización” fue precisamente lo que provocó el visible pánico que se produjo entre las élites políticas, económicas y mediáticas en la Unión Europea cuando Trump ganó las elecciones.

Obama cometió el error estratégico de lanzar definitivamente a Rusia a los brazos de China tras ejecutar el golpe de Estado fascista en Ucrania contra Moscú en 2014. Ahora Donald Trump se arriesga a que una Unión Europea sin rumbo se sienta tentada por las enormes posibilidades de negocio que se abren en “Eurasia” de la mano de dos superpotencias unidas estratégicamente y con un proyecto común de alcance global: Rusia y China. ¿Estaremos llegando finalmente a ese punto de ruptura en Occidente?

La estrategia de máxima tensión ejercida por Estados Unidos no dejará espacio para la neutralidad. Aquellos países que pretendan ejercer su soberanía nacional y preservar su independencia política (incluido Turquía, todavía miembro de la OTAN) no tendrán más remedio que unirse al nuevo orden multipolar para poder desarrollarse internamente y defenderse de los ataques llegados desde el exterior.

Lo que ya está claro a día de hoy, es que existe una ruptura muy visible y cada día más grande dentro de la propia OTAN, del Consejo de Cooperación del Golfo y, lo más importante, del viejo orden neoliberal occidental y sus instituciones. Atacar a Irán puede acelerar el adiós definitivo a la dictadura global unipolar.

La actual situación geopolítica mundial, con Rusia y China convertidas en firmes superpotencias en ascenso y construyendo un nuevo liderazgo global, supone una pesadilla para los planificadores estadounidenses. Su mayor deseo sería detener el partido, redactar nuevas reglas del juego y comenzar desde cero. El problema para ellos es que esto sólo es posible en sus propios sueños.

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