Detectan por primera vez consecuencias que experimentó un agujero negro tras devorar una estrella

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En el marco de su trabajo, un grupo de investigadores analizó los 'ecos' de la explosión de luz de rayos X que tuvo lugar.

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Un agujero negro, que se encuentra a casi 10.000 años luz de distancia de la Tierra, empezó a reducirse tras devorar una estrella el pasado mes de marzo, señala un estudio, publicado la semana pasada en la revista Nature.

Un grupo de investigadores estadounidenses detectó los ‘ecos’ de la explosión de luz de rayos X, que acompañaba el proceso de esa ‘alimentación’, y demostró en su trabajo que la corona del agujero negro —su capa exterior, constituida por partículas muy energéticas— está disminuyendo significativamente. Según sus datos, durante un poco más de un mes, la corona del agujero en cuestión se redujo de su extensión inicial de 100 kilómetros a unos 10 kilómetros.

“Esta es la primera vez que hemos visto este tipo de prueba, de que la corona se reduce durante esta fase particular de la evolución del hecho”, afirmó en ese contexto Jack Steiner, del Instituto Kavli de Astrofísica e Investigación Espacial del Instituto de Tecnología de Massachusetts, citado por un comunicado del MIT.

“La corona sigue siendo bastante misteriosa, y aún tenemos una comprensión poco clara de lo que es”, señaló a continuación y añadió que ahora los especialistas “tienen evidencias de que lo que está evolucionando en el sistema es la estructura de la corona en sí”.

Fuente: rt

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Miguel Hernández… «Y nuestro odio no es el tigre que devasta: es el martillo que construye.»

«Ya sabéis, compañeros en penas, fatigas y anhelos, que la palabra homenaje huele a estatua de plaza pública y a vanidad burguesa. No creo que nadie entre nosotros haya tratado de homenajear a nadie de nosotros hoy, al reunirnos, en la sabrosa satisfacción de comer como en familia. Se trata de otra cosa. Y yo quiero que esta comida no dé motivo para pronunciar palabras de significación extraña de nuestro modo de ser revolucionario. Esta comida es justo premio a los muchos merecimientos hechos en su vida de espectro por uno de nosotros, durante los veinticinco días que ha conllevado consigo mismo, con la paciencia de un muerto efectivo, allá, en la ultratumba de esta cárcel. El hambre que he traído de aquella trasvida fantasmal a esta otra vida real de preso: el hambre que he traído, y que no se me va de mi naturaleza, bien merece el recibimiento del tamaño de una vaca: Eso sí; como poeta, he advertido la ausencia del laurel… en los condimentos. Por lo demás, el detalle del laurel no importa, ya que para mis sienes siempre preferiré unas nobles canas. Quedamos, pues, en que hoy me ha correspondido a mí ser pretexto para afirmar, sobre una sólida base alimenticia, nuestra necesidad de colaboración fraterna en todos los aspectos y desde todos los planos y arideces de nuestra vida. Hoy que pasa el pueblo, quien puede pasar, por el trance más delicado y difícil de su existencia, aunque también el más aleccionador y probatorio de su temple, quiero brindar con vosotros. Vamos a brindar por la felicidad de este pueblo: por aquello que más se aproxima a una felicidad colectiva. Ya sabéis. Es preciso que brindemos. Y no tenemos ni vino ni vaso. Pero, ahora, en este mismo instante, podemos levantar el puño, mentalmente, clandestinamente, y entrechocarlo. No hay vaso que pueda contener sin romperse la sola bebida que cabe en un puño: el odio. El odio desbordante que sentimos ante estos muros representantes de tanta injusticia: el odio que se derrama desde nuestros puños sobre estos muros: que se derramará. El odio que ilumina con su enérgica fuerza vital la frente y la mirada y los horizontes del trabajador. Pero, severamente, cuidaremos en nosotros que este odio no sea el del instinto y la pasión irrefrenada. Ese odio primigenio sólo conduce a la selva. Y nuestro odio no es el tigre que devasta: es el martillo que construye. Vamos, pues, a brindar». Miguel Hernández

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