Derogación del tratado sobre misiles de alcance medio: el tiro ha salido por la culata

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El militarismo y el armamentismo son consustanciales a la época en la que vivimos caracterizada por el recurso a la guerra como forma de dominación, incluida la guerra nuclear, que inauguró nuevas formas de presión sobre el mundo.

La importancia de la guerra nuclear no se entiende sin tener en cuenta una serie de factores, el primero de los cuales es que el único país que ha recurrido al lanzamiento de bombas nucleares es Estados Unidos y que su destinatario no fue sólo Japón, sino también la URSS.

Cuando en 1945 se lanzaron aquellas bombas, ni Japón ni la URSS tenían armas nucleares.

Estados Unidos también es el único país del mundo que ha elaborado planes concretos para destruir un país, como la URSS, mediante el lanzamiento de bombas nucleares de la misma manera que en Hiroshima y Nagasaki, es decir, contra la población civil, contra las ciudades.

Si Estados Unidos no ejecutó dichos planes fue porque carecía de bombas suficientes para ejecutarlos. Cuando logró fabricarlas en número suficiente, la URSS ya tenía su propio armamento nuclear, lo que frenó los planes.

En consecuencia, el armamento nuclear soviético siempre fue un mecanismo de supervivencia.

La URSS jamás logró alcanzar la paridad nuclear con Estados Unidos, por más que desde los años cincuenta era tecnológicamente superior a Estados Unidos, especialmente en armamento nuclear porque en cualquier guerra no sólo importa la calidad de las armas sino su cantidad.

En los años ochenta la Guerra de las Galaxias que emprendió Reagan fue el segundo intento para lograr una potencia de fuego capaz de aplastar a la URSS en un primer ataque.

La capitulación de Gorbachov en todos los frentes arrinconó la Guerra de las Galaxias y se firmaron dos acuerdos de limitación de armas nucleares.

El primero trataba sobre misiles balísticos intercontinentales y el segundo sobre misiles de alcance medio.

Bush se retiró del primero en 2002 y ahora Trump se ha retirado del segundo.

Parce que esto reabre la carrera de armamentos en el único punto en el que había un cierto freno, pero hay algo importante que demuestra el punto en el que se encuentra Estados Unidos hoy.

Lo que Washington ha dicho exactamente es lo siguiente: no queremos una derogación del tratado sino una renegociación del mismo. ¿En qué términos? Para incorporar a China al mismo.

Eso significa que los parámetros tradicionales de la guerra nuclear han cambiado y que Estados Unidos ya no se enfrenta sólo a la URSS/Rusia sino que ha aparecido el tercer género. En Washington quieren un acuerdo tripartito porque con la paranoia soviético/rusa de la Guerra Fría, quien ha escapado a su control ha sido China.

A lo largo de los años China ha acumulado un arsenal completo de armas nucleares de alcance intermedio (entre 500 y 5.500 kilómetros) capaces de alcanzar las bases que el Pentágono tiene el sudeste asiático: Corea del sur, Japón y Guam.

Por lo tanto, Estados Unidos no está en condiciones de atacar territorio chino desde ninguna de esas bases, y lo que es peor: ni siquiera está en condiciones de amenazar.

Por eso los corifeos de la Casa Blanca en los medios destacan la importancia del tratado y la necesidad de “acomodarlo a los nuevos tiempos”. Las cadenas de intoxicación son capaces de reconvertir a Putin en un bendito si logra convencer a los chinos de que se incorporen a un nuevo tratado.

Pero en Washington están muy torpes últimamente. Primera fase: Putin declara públicamente que ha prohibido a Lavrov hacer la más pequeña insinuación sobre la posibilidad de abrir negociaciones para la firma de un nuevo tratado. ¿Por qué? Porque el tratado firmado por Gorbachov en 1987 ha sido un auténtico agujero en la defensa militar de la URSS/Rusia, sobre todo desde que la OTAN se ha expandido hacia el este, poniendo sus tropas en las mismas narices de Rusia.

En Pekín dicen lo mismo que en Moscú: no están interesados en un tratado que sólo interesa a Estados Unidos.

Segunda fase: como ya ocurrió en 2002 con los misiles intercontinentales, Putin ha anunciado la construcción de nuevas plataformas terrestres y navales para el lanzamiento de misiles si Estados Unidos instala los suyos en Europa, que es el punto de no retorno en esta cuestión. Conclusión: la pelota está en el tejado de Estados Unidos, que es donde siempre ha estado desde 1945.

Fuente: MPR

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