Cambia, todo cambia

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Eso decía la genial Mercedes Sosa en una de sus más emblemáticas canciones. Y es cierto, todo cambia. Cambia Asia, cambia África, cambia América Latina, cambian las FARC-EP… cambia, en definitiva, el mundo. Sobre todo, Oriente Próximo y Lejano. Y aquí hay un país que lo ha puesto todo patas arriba: Irán. Con la inestimable colaboración de China y de Rusia.

Si todavía seguís con Hong Kong olvidaos del tema. China nuca va a dejar que la ex colonia vuelva a ser colonia, ni siquiera económica. Hasta ahora está manejando a la perfección el tema, por mucho que el ruido de los propagandistas habituales intente imponer otra cosa. Y si alguna vez tiene problemas reales que nadie olvide que China tiene una bomba nuclear que mandará a la mierda a EEUU y sus vasallos: sus ingentes reservas de dólares, por encima de los tres billones de dólares. Solo con que se deshaga de un tercio de ellas, la recesión de EEUU y del mundo dolarizado sería de tal calibre que la crisis de 2008 sería un juego de niños. Y eso lo sabe todo el mundo, incluido EEUU.

Así que a lo que voy, al papel de Irán en el cambio que se está produciendo en todo Oriente Próximo y Lejano que, para mí, tiene una gran importancia porque pone de manifiesto dos cosas: la debilidad de EEUU y la renovada fortaleza de China y Rusia en el ámbito diplomático.

Veréis. El derribo del avión espía estadounidense a mediados de junio de este año puso de manifiesto dos cosas: que la guerra no es tan fácil para los matones cuando hay determinación de resistir (el ejemplo de Vietnam sigue muy presente, al que hay que añadir ahora Siria) y que los países árabes que pensaban que iba a ser fácil doblegar a los iraníes tras las sanciones estadounidenses nunca pensaron que la resistencia iraní podía debilitar, y mucho, su propia estabilidad. Claro que ello ha sido posible porque Irán no está solo.

Con el derribo del avión espía estadounidense quedó claro para los países árabes visceralmente anti-iraníes (Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos) que EEUU es una superpotencia en declive. Porque no sólo se vio incapacitado para atacar sino que, en paralelo, el ayatolá Alí Jamenei hizo un discurso que marcó la línea diplomática y militar de Irán: “no abandonar nunca a los aliados de Irán en Irak, Siria, Líbano y Yemen porque son esenciales para la seguridad nacional” [de Irán]. Así que dicho y hecho. Irán ha reconocido oficialmente al movimiento hutí de Yemen -hasta ahora no lo había hecho- y eso ha provocado un vuelco en la guerra en este país, hasta el punto de que los antiguos aliados (Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos) ahora están enfrentados entre ellos.
Pero no sólo. Aunque parezca una fantasía, la mención a “no abandonar nunca a los aliados” ha puesto de los nervios a Arabia Saudita porque piensa que Irán puede iniciar una campaña de “empoderamiento” de la población shií de la provincia donde se encuentran las mayores reservas de petróleo y gas y donde los shiíes son mayoritarios. Eso se suma a algo más que nervios cuando los sauditas ven que los Emiratos Árabes Unidos no solo se retiran de Yemen sino que se acercan a Irán, con acuerdos incluidos en temas marítimos, de seguridad y bancarios. Por lo tanto, Arabia Saudita se ve sola y está obligada a hacer lo mismo: acercarse a Irán, aunque sea de forma muy lenta y muy oculta.
Y aquí surge la sorpresa porque hay un país que está haciendo de mediador en este acercamiento a Irán de sauditas y emiratíes: China. Mejor dicho, dos países porque Rusia también está poniendo su granito de arena. Así, los diplomáticos chinos cimentaron el camino para que una “delegación de paz” emiratí llegase a finales de julio a Irán para hablar de cuatro cosas: un acercamiento en las relaciones diplomáticas, el régimen de seguridad en el Golfo Pérsico, las fronteras marítimas entre los dos países y la situación en Yemen. Incluso se fue un poco más allá cuando los Emiratos aceptaron que dos de sus bancos hiciesen transanciones financieras con Irán (prohibidas por EEUU).
Es evidente que todo lo que conocemos en Oriente Próximo está cambiando, que las monarquías árabes están moviéndose, conscientes de que su tiempo se acaba, mientras que Irán gana cada vez más autoconfianza debido a su decidida actitud de resistencia.

Incluso está cambiando un poco la moribunda Unión Europea. Un poco, y de la mano del presidente francés Macron que claramente se está aprovechando de la debilidad física y política de Ángela Merkel en Alemania para intentar poner a Francia como el nuevo adalid europeo. Francia está en negociaciones directas con Irán para intentar salvaguardar el acuerdo nuclear y que funcione de una vez el famoso sistema de intercambio económico y financiero, INSTEX, creado hace un par de meses y que aún no se ha estrenado. Ahora parece que la cosa se ha acelerado un poco y el propio Irán reconoce que las negociaciones sobre la propuesta de Francia no van mal.

Francia propone, en síntesis, un acuerdo de “congelar por congelar”, o sea, que EEUU abre un poco la mano con las sanciones (como permitir que algunos países compren cuotas reducidas de petróleo iraní por valor de 15.000 millones de dólares) e Irán no da más pasos para incumplir su parte en el acuerdo nuclear (y el 5 de septiembre ya ha anunciado que dará otro pasito si la UE no cumple). El reloj avanza, pero ahora parece que Irán puede pararlo en el último momento.

El modesto cambio de postura de la UE, hegemonizado por Francia, tiene mucho que ver con algo que ocurrió al primeros de junio y que pasó desapercibido: el acuerdo entre Rusia y China para desdolarizar no sólo sus relaciones económicas bilaterales sino las de aquellos países con los que se relacionan.

Para ello ambos países tienen que hacer una cosa de forma prioritaria: negociar con los principales productores de petróleo (entre los que están Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos… e Irán) para sustituir el petrodólar por otra canasta de monedas alternativa. Los chinos tienen funcionando el petroyuan desde hace un año y medio y ya controlan el 14% del mercado de petróleo con esta moneda, pero no quieren imponerla por la fuerza. Quieren que sean los propios productores quienes se vayan convenciendo de que la dependencia del dólar es perjudicial y por ello China ha aceptado la propuesta de Rusia de incluir al euro, además del yuan y del rublo, en su comercio petrolero. Con ello se pretende ir alejando a la Unión Europea del vasallaje de EEUU. El uso de estas tres monedas, sobre todo el yuan y el euro, permitiría a los vendedores y compradores de petróleo sortear las sanciones y cuotas impuestas por EEUU.
Como obras son amores, y no buenas razones, Rusia ya ha dado el primer paso operativo en esta dirección: la petrolera estatal Rosneft ha anunciado públicamente que a partir de este mes de septiembre todos los contratos petroleros que realice con países terceros (no incluye a China, puesto que ya los chinos compran petróleo ruso en rublos) serán en euros y dejará de utilizar el dólar. Y dado que Rusia es uno de los grandes productores y vendedores de petróleo, esa decisión es muy tentadora para la UE y más en unos momentos en los que la recesión vuelve a notarse. Esta es la gran razón que hay detrás del cambio de postura de Macron y el por qué ha dicho, además, que no hay que insistir en aislar a Rusia.


Y como todo está cambiando, hay un jugador que no quiere que nada cambie: Israel. Así hay que interpretar todo lo que está ocurriendo en los últimos dos meses, con ataques sionistas en Irak, Siria y Líbano. Es un intento desesperado de provocar una respuesta de Irán y que se vaya todo al garete, pero nada está saliendo como había previsto. Sobre todo, porque ha aparecido otro jugador que hay que tener muy en cuenta: Hizbulá. Este movimiento político-militar ha sido capaz de paralizar al régimen fascista de Israel durante dos semanas y lo ha hecho de una forma muy simple: con una aparición de su secretario general, Hassán Hasralá, en televisión y lanzando dos misiles antitanque contra un vehículo militar sionista. Suficiente por ahora, porque ya nada será igual e Israel tendrá que medir muy mucho los pasos que da. Ya no tiene impunidad, y lo sabe. Entre otras cosas, porque el mundo está cambiando y sus aliados árabes, con los que se las prometía muy felices en su histeria antiiraní, ahora están dando la vuelta.

Volviendo a “la Negra”, cambia, todo cambia. Como dentro de poco se cumplirán 10 años de su muerte, vaya esta canción como homenaje. Y fijaos en el detalle del pañuelo.

El Lince

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