Sobre la devoción hacia las personas.

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«Habla usted de su «devoción» hacia mí. Quizás se le haya escapado casualmente esta frase. Quizás, pero si no es una frase casual, le aconsejaría que desechara el «principio» de la devoción a las personas. Ese no es el camino bolchevique. Sed únicamente devotos de la clase obrera, de su partido, de su estado. Esta es una cosa buena y útil. Pero no la confundáis con la devoción a las personas, esa fruslería vana e inútil propia de intelectuales de escasa voluntad». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Carta al camarada Shatunovsky, agosto de 1930)

Anotaciones de Bitácora (M-L):

Además ha de saberse que este culto a la personalidad enfermizo puede interferir en la dirección colectiva del partido y sus órganos –colándose gran número de arribistas–. Cabe decir que esa forma de tratar a las figuras de modo irreal ha sido condenado históricamente por todas las figuras marxista-leninistas, ya que entre otras cosas crea entre las masas la idea anarquista de que la «historia la hacen los héroes»:

«Estoy absolutamente en contra de la publicación de las «Historias de la niñez de Stalin». El libro abunda en una masa de inexactitudes de hecho, de alteraciones, de exageraciones y de alabanzas inmerecidas. (…) Pero lo importante reside en el hecho de que el libro muestra una tendencia a grabar en las mentes de los niños soviéticos –y de la gente en general– el culto a la personalidad de los líderes, de los héroes infalibles. Esto es peligroso y perjudicial. La teoría de los héroes y la «multitud» no es bolchevique, sino una teoría socialrevolucionaria». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Carta sobre las publicaciones para niños dirigida al Comité Central del Komsomol, 16 de febrero de 1938)

Así respondió en una entrevista Iósif Stalin, el hecho de como comprenden los marxistas el papel de los hombres en la historia cuando el entrevistador dijo que presuntamente el marxismo negaba el papel de los líderes:

«El marxismo no niega en modo alguno el papel de las personalidades eminentes, como tampoco niega que los hombres hacen La historia. En la «Miseria de la filosofía» y en otras obras de Marx puede usted hallar la afirmación de que son precisamente los hombres quienes hacen la historia. Pero, naturalmente, los hombres no hacen la historia obedeciendo a su fantasía, como les viene a la cabeza. Cada nueva generación encuentra condiciones determinadas, ya dadas cuando ella aparece. Y el valor que representan los grandes hombres depende de en qué medida saben comprender correctamente estas condiciones y cómo modificarlas. Si no comprenden estas condiciones y quieren modificarlas según les sugiere su fantasía, caen en la situación del Quijote. Así, pues, y exactamente según Marx, no se debe oponer los hombres a las condiciones. Son precisamente los hombres los que hacen la historia, pero sólo en la medida en que comprenden bien las condiciones dadas con que se encuentren y sólo en la medida en que comprenden cómo debe modificarlas. Así es, por lo menos, como comprendemos a Marx nosotros, los bolcheviques rusos. Y hemos estudiado a Marx durante decenios». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Entrevista con el escritor alemán Emilio Ludwig, 13 de diciembre de 1931)

Mólotov durante la sesión del Buró Político de 1952, fue, como acostumbraba Jruschov, Mikoyan o Beria, uno de los mayores responsables directos del exacerbado culto a la personalidad sobre Stalin, por mucho que en 1956 achacase la culpa al propio Stalin. ¿Y qué hizo Stalin en dicha sesión ante esos halagos?:

«Mólotov: [Llega a la tribuna de oraciones y admite por completo sus errores ante el Comité Central, pero él indicó que él es y será siempre un fiel discípulo de Stalin].

Stalin (Interrumpiendo a Mólotov): Esto es un disparate. No tengo discípulos en absoluto. Todos somos discípulos del gran Lenin». (Iósif Stalin; Discurso en el Buró Político del Partido Comunista de la Unión Soviética, 16 de octubre de 1952)

En varias ocasiones Stalin se sintió incómodo con este tipo de halagos y campañas orquestadas para destacarle no como líder del partido sino como ser todopoderoso. Pero Mólotov poco después diría hipócritamente sobre el culto a la personalidad:

«Todos los grandes éxitos alcanzados en política interior, como los importantes resultados obtenidos en política exterior, se deben a que después del XIX Congreso ha aplicado el principio leninista de dirección colectiva. Apoyado por todo el partido, el Comité Central (CC) ha luchado con firmeza contra el culto a la personalidad». (Viacheslav Mólotov; Discurso pronunciado en el XXº Congreso del PCUS, 1956)

¡Es decir indirectamente acusaba a Stalin de haber sido el promotor de este culto y en cambio se achacaba así mismo y a Jruschov los avances en la lucha contra dicho culto!

Precisamente esto es lo mismo que hizo Jruschov para presentarse ante el partido y las masas como el salvador. Todos sabemos en ese infausto XXº Congreso del PCUS de 1956 acusó a Stalin de autopromocionar su culto:

«El culto al individuo alcanzó proporciones tan monstruosas debido principalmente a Stalin, puesto que él utilizó todos los medios concebibles para enaltecerse». (Nikita Jruschov; Informe Secreto en el XXº Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética, 25 de febrero de 1956)

Pero lo único que se ha podido demostrar hasta ahora, es que en realidad tanto él como Mólotov, como Beria, habían sido los halagadores principales de Stalin, y existen cientos de pruebas documentadas:

«El Partido Comunista ha abierto su XIXº Congreso, más que nunca solidario, unitario y potente, estrechamente reunido en torno al Comité Central y a su genial dirigente, el camarada Stalin. (…) Nuestras victorias y nuestras realizaciones son debidas a la justa política del Partido Comunista, y a la luminosa dirección del Comité Central leninista- estalinista, a nuestro jefe y querido educador, el camarada Stalin. (..) Los triunfos que registra nuestro país han sido logrados gracias al Partido, quien ha realizado un extenso trabajo de organización con las masas para poner en práctica las geniales indicaciones de José Stalin». (Nikita Serguéievich Jruschov; Discurso en el XIXº Congreso del PCUS, 1952)

Mismo podríamos decir de Mikoyan por ejemplo:

«El camarada Stalin no sólo domina a perfección todo el acervo científico de Marx, Engels y Lenin, no sólo guarda la teoría marxista-leninista en la dura lucha contra los oportunistas de todas clases, no sólo es el brillante profeceta del acervo científico de sus maestros, sino que también enriquece el marxismo-leninismo con grandes descubrimientos». (Anastás Mikoyán; Babotnichesko Delo, 7 de enero de 1950)

Véase la obra de Beria: «Stalin: el gran organizador de las victorias del comunismo» de 1950, para observar epítetos similares.

Ya con simplemente esta documentación, se demuestra que ninguno tenían un ápice de honestidad. Queda claro que:

«En el reporte «secreto» pronunciado en el XX Congreso, Nikita Jruschov y sus socios, echaron lodo sobre Stalin y trataron de mancharle de la manera más inmunda recurriendo a los más cínicos métodos trotskistas. Después de comprometer a algunos de los cuadros dirigentes del Partido Comunista de la Unión Soviética, los Jruschovistas los explotaron completamente para luego darles la patada y liquidarlos como elementos anti-partido. Los Jruschovistas encabezados por Jruschov, quienes para encubrir sus crímenes subsecuentes contra la Unión Soviética y el Socialismo condenaron el culto a Stalin, elevaron por los cielos el culto a Jruschov. Esos altos funcionarios del partido y el estado soviético atribuyeron a Stalin, la brutalidad, la astuta perfidia y bajeza de carácter, las detenciones y asesinatos que ellos mismos practicaron y que eran su segunda naturaleza. Mientras vivió Stalin fueron ellos precisamente quienes le cantaron himnos de alabanza para encubrir su arribismo, y sus acciones y objetivos clandestinos. En 1949 Jruschov describió a Stalin como el «genial maestro y líder» y dijo que «el nombre del camarada Stalin es la bandera de todas las victorias del pueblo soviético, la bandera de lucha de la clase trabajadora del mundo entero». Mikoyan describió las obras de Stalin como una «nueva, y más alta etapa histórica del Leninismo». Kosygin dijo, «Nosotros le debemos todas nuestras victorias y éxitos al gran Stalin», etc, etc. Mientras que después de su muerte, se comportaron completamente diferente. Fueron ellos, los Jruschovistas quienes estrangularon la voz del partido, estrangularon la voz de la clase obrera y llenaron los campos de concentración con los patriotas; fueron ellos quienes liberaron de las prisiones a la escoria traidora, los trotskistas y a todos los enemigos, quienes el tiempo y los hechos probaron y han probado otra vez ahora con su lucha como disidentes que son opositores del socialismo y agentes al servicio de los capitalistas extranjeros enemigos. Fueron los Jruschovistas quienes con formas conspirativas y misteriosas, «juzgaron» y condenaron no sólo a los revolucionarios soviéticos sino también a muchas personas de otros países. En mis notas, he escrito sobre una reunión con los líderes soviéticos en la que estaban presentes Jruschov, Mikoyan, Molotov y algunos otros». (Enver Hoxha; Con Stalin, 1979)

En cambio incluso el mariscal soviético Georgy Zhukov –que tampoco se opuso al ascenso del revisionismo en 1953– al menos en sus memorias reconoció que Stalin era alguien:

«Sin afectación y sin manierismos, él se ganaba el corazón de todos los que le trataban». (C. K. Zhukov; Memorias del Mariscal Zhukov, 1971)

Incluso el revisionista finlandés Arvo Tuominen diría:

«En sus discursos y escritos Stalin siempre se retiraba a un segundo plano, hablando solo del comunismo, del poder soviético y del Partido, y acentuando que él era simplemente un representante de la idea y de la organización, nada más. (…) Nunca advertí la más mínima señal de vanagloria en Stalin». (Arvo Tuominen; Las Campanas del Kremlin, 1983)

Fuente: Bitácora

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