Con este tipo de falsedades los movimientos seudoecologistas llevan décadas barnizándose a sí mismos con un tonillo anticapitalista del que carecen por completo.
No hace muchas semanas que en España las minas de carbón se cerraron de manera total y definitiva y ahora a las instalaciones de petróleo y gas les espera el mismo destino, para lo cual hay preparadas ingentes inversiones ante las cuales el capital financiero se relame de gusto.
Hace un año el Banco Mundial pidió que se fijara un precio para las emisiones de gases de efecto invernadero y, por lo tanto, para el carbono.
Poco después anunció la movilización de cerca de 200.000 millones de dólares de financiación de 2021 a 2025 para “ayudar” a los países del Tercer Mundo a luchar contra el cambio climático. Los fondos se han duplicado en comparación con el período anterior y en 2011 eran de sólo 2.400 millones, pero al Banco todo lo que se pueda hacer en favor del clima le parece poco.
Como siempre, las cifras son más falsas que los billetes de tres euros. En el Tercer Mundo no puede haber ninguna lucha contra el cambio climático porque las emisiones de CO2 no son significativas. Como reconoce el propio Banco, lo importante es hacer frente a las consecuencias del cambio climático, más que a las causas. En otras palabras, es una malversación institucionalizada de fondos con el pretexto del cambio climático, pero que dará mucho juego a los seudoecologistas porque en el futuro cualquier desgracia natural que ocurra deberá imputarse al cambio climático; de lo contrario, no hay dinero.
Por lo demás, para administrar una parte de la pasta, el Banco Mundial ha creado el IDA (Asociación Internacional de Desarrollo), cuyo objetivo es “integrar las cuestiones climáticas en la reforma de las políticas y la planficación del desarrollo” (2) y que mantiene un proyecto PSW de promoción del sector privado, o sea, del capitalismo (3).
“En Kenya el té será más limpio gracias al Banco Mundial”, es otro titular engañoso de hace unos días, esta vez procedente de una revista suiza (4). No se trataba de que las infusiones estuvieran libres de impurezas, sino que los agircultores podían cosecharlas sin emisiones del repugnante CO2.
Nos imaginamos que en cuanto en el Tercer Mundo escuchan la palabra “ayuda” se echan a temblar. Este año se cumplen 75 años de malos tragos con el Banco Mundial y no es fácil liberarse de la pesadilla de quien te machaca la cabeza con “las mejores intenciones” y, además, te ordena que te calles la boca.
El dinero del Banco Mundial es sólo una gota en el gran océano de pasta que mueve el cambio climático. Hay tal maraña de fondos que se mueven con el pretexto climático que es imposible seguirle la pista a cualquiera de ellos. Hay una página web dedicada exclusivamente a este entramado del capital financiero internacional (5).
Afortunadamente el Tercer Mundo está tan endeudado que no puede aceptar ni un céntimo más de ningún banco, ni siquiera aunque les regalen los intereses. Es cierto que la tontería climática es la gallina de los huevos de oro, pero sólo para los que manejan el dinero; para quienes tienen necesidad de él es otro eslabón más de la cadena imperialista.
(1) https://www.eldiario.es/economia/proteccion-inversiones-combustibles-fosiles-climatica_0_939306243.html
(2) https://ida.banquemondiale.org/
(3) https://ida.banquemondiale.org/financement/guichet-ifc-miga-de-promotion-du-secteur-priv%C3%A9-pour-ida-18
(4) https://www.letempsduthe.fr/the-climat-et-environnement/le-the-du-kenya-sera-plus-propre-grace-a-la-banque-mondiale/
(5) https://www.climatefundsupdate.org