Durante años, Israel administró potentes anticonceptivos de larga duración a mujeres judías de origen etíope «sin su conocimiento ni consentimiento» con el fin de controlar la natalidad de esa comunidad, cuya procedencia judía era a menudo cuestionaban ciertos rabinos.
Para controlar a su población, durante años Israel inyectó un peligroso contraceptivo a mujeres judías de origen etíope. Tel Aviv canceló esa práctica cuando salió a la luz, en 2013.