Martha Cabrales Arias.— Un techo de sombrillas que en el día exhibe su colorido y en la noche alumbra con bombillas es la reciente novedad con que esta ciudad acoge el aniversario 61 del triunfo de la Revolución.
Esa iniciativa se inserta en el engalanamiento por la fecha que en la urbe cobra dimensión especial porque desde su centro histórico fue anunciado el Primero de Enero de 1959 el triunfo de las huestes insurreccionales comandadas por Fidel Castro ante el ejército del dictador Fulgencio Batista.
Como si colgaran literalmente del cielo, los accesorios se han convertido en el asombro y la admiración de quienes transitan por el Callejón del Carmen, una zona peatonal que comienza justamente muy cerca de la iglesia de ese nombre que alberga la tumba de Esteban Salas, el primer músico cubano.
En esa franja, que en otro de sus tramos está cobijada por toldos, se ubican artesanos que muestran sus mercancías a los transeúntes en una enorme variedad de surtidos que van desde calzados y tejidos hasta bisuterías, adornos, cinturones y carteras.
Casi al final de la estrecha calle una escultura de Miguel Matamoros con su inseparable guitarra acompaña a los santiagueros y visitantes, en recordación de sus inmortales aportes a la música cubana, algunas de cuyas piezas son interpretadas por piquetes soneros cobijados por el populoso Parque Serrano.
En el céntrico parque Céspedes se alistan las condiciones para la ceremonia de izaje de la bandera que cada 31 de diciembre, al filo de las 12 de la noche, reedita la tradición iniciada en los comienzos del siglo XX por el primer alcalde republicano, Emilio Bacardí.
Esa solemne ceremonia tendrá la noche de este martes un particular significado porque en el antiguo Ayuntamiento Municipal, en cuyo punto más alto se elevará la enseña, toma forma el Museo del Primer Frente José Martí, del Ejército Rebelde, que desde la Sierra Maestra condujo las acciones bélicas.
Una animación de cientos de personas que agradecen la inminencia de otro año de vida colma estos espacios citadinos en los comienzos de una semana con la que echarán a andar otros 365 días con el mismo espíritu que anidó en quienes, 61 años atrás, fueron testigos de un acontecimiento excepcional.