VIDEO: Nuevas imágenes de alta resolución de Marte demuestran que sus ríos existieron hace 3.700 millones de años

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El equipo internacional de investigadores utilizó imágenes captadas por la NASA.

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Nuevas imágenes altamente detalladas de rocas ubicadas en Marte revelaron evidencias de la existencia de ríos durante más de 100.000 años en el planeta hace 3.700 millones de años, informó este martes la Universidad de Utrecht.

Un equipo internacional de investigadores de Italia, el Reino Unido, Francia y los Países Bajos utilizó imágenes de alta resolución captadas por la cámara HiRISE del Mars Reconnaissance Orbiter de la NASA para estudiar un borde de la llanura Hellas Planitia, en el hemisferio sur del planeta rojo. El cráter de impacto de Hellas ha sido objeto de interés para los investigadores durante mucho tiempo porque es uno de los más grandes del sistema solar, el cual se extiende unos 9 kilómetros desde la base del cráter hasta el borde.

Los científicos se centraron en un acantilado rocoso, de unos 200 metros de altura y que data de hace 3.700 millones de años. Compuestas de sedimentos acumulados a lo largo del tiempo, estas rocas son como las que se encuentran en la Tierra y que fueron formadas por ríos. Los acantilados ubicados en Marte revelan “ríos que continuamente cambiaron sus barrancos, creando bancos de arena, similares al río Rin o a los que se pueden encontrar en el norte de Italia”, reza el estudio, publicado en la revista Nature Communications.

“No es como leer un periódico, pero las imágenes de altísima resolución nos permitieron ‘leer’ las rocas como si estuviéramos muy cerca del acantilado”, afirmó Francesco Salese, uno de los autores del estudio y geólogo de la Universidad de Utrecht.

“Desafortunadamente, no tenemos la capacidad de escalar, de mirar los detalles a escala más fina, pero las sorprendentes similitudes con las rocas sedimentarias de la Tierra dejan muy poco a la imaginación”, agregó el científico.

Al analizar las capas de rocas de Marte, los investigadores pudieron determinar que los canales tenían alrededor 3 metros de profundidad. Este análisis puede dar más información sobre su evolución, de manera similar a como los geólogos usaron las capas de sedimentos en la Tierra para entender cómo cambió nuestro planeta a lo largo del tiempo y visualizar cómo era hace millones y miles de millones de años.

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Miguel Hernández… «Y nuestro odio no es el tigre que devasta: es el martillo que construye.»

«Ya sabéis, compañeros en penas, fatigas y anhelos, que la palabra homenaje huele a estatua de plaza pública y a vanidad burguesa. No creo que nadie entre nosotros haya tratado de homenajear a nadie de nosotros hoy, al reunirnos, en la sabrosa satisfacción de comer como en familia. Se trata de otra cosa. Y yo quiero que esta comida no dé motivo para pronunciar palabras de significación extraña de nuestro modo de ser revolucionario. Esta comida es justo premio a los muchos merecimientos hechos en su vida de espectro por uno de nosotros, durante los veinticinco días que ha conllevado consigo mismo, con la paciencia de un muerto efectivo, allá, en la ultratumba de esta cárcel. El hambre que he traído de aquella trasvida fantasmal a esta otra vida real de preso: el hambre que he traído, y que no se me va de mi naturaleza, bien merece el recibimiento del tamaño de una vaca: Eso sí; como poeta, he advertido la ausencia del laurel… en los condimentos. Por lo demás, el detalle del laurel no importa, ya que para mis sienes siempre preferiré unas nobles canas. Quedamos, pues, en que hoy me ha correspondido a mí ser pretexto para afirmar, sobre una sólida base alimenticia, nuestra necesidad de colaboración fraterna en todos los aspectos y desde todos los planos y arideces de nuestra vida. Hoy que pasa el pueblo, quien puede pasar, por el trance más delicado y difícil de su existencia, aunque también el más aleccionador y probatorio de su temple, quiero brindar con vosotros. Vamos a brindar por la felicidad de este pueblo: por aquello que más se aproxima a una felicidad colectiva. Ya sabéis. Es preciso que brindemos. Y no tenemos ni vino ni vaso. Pero, ahora, en este mismo instante, podemos levantar el puño, mentalmente, clandestinamente, y entrechocarlo. No hay vaso que pueda contener sin romperse la sola bebida que cabe en un puño: el odio. El odio desbordante que sentimos ante estos muros representantes de tanta injusticia: el odio que se derrama desde nuestros puños sobre estos muros: que se derramará. El odio que ilumina con su enérgica fuerza vital la frente y la mirada y los horizontes del trabajador. Pero, severamente, cuidaremos en nosotros que este odio no sea el del instinto y la pasión irrefrenada. Ese odio primigenio sólo conduce a la selva. Y nuestro odio no es el tigre que devasta: es el martillo que construye. Vamos, pues, a brindar». Miguel Hernández

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