Políticos y académicos vascos, descendientes de víctimas de los campos de concentración nazis y representantes de los judíos, creen que el BBVA debe disculparse “si se confirman” los negocios con el Tercer Reich de antiguos directivos de los bancos que se fusionaron para dar lugar a la entidad. La Asociación Amical de Mauthausen, por su parte, cree que la corporación debe investigar también “su oscuro pasado” y darlo a conocer.
“Si se demuestra el vínculo de sus antiguos directivos con el Tercer Reich, lo mínimo que podrían hacer los responsables del BBVA sería pedir perdón por colaborar con los nazis”, asegura la vicepresidenta de la Amical de Mauthausen, Concha Díaz Berzosa. Esta organización fue creada en 1962 en Barcelona por víctimas del Tercer Reich para defender los derechos de las aproximadamente 10.000 personas del Estado español deportadas a los campos de concentración. En la actualidad, reúne a cerca de mil socios.
Los vínculos que menciona Díaz Berzosa entre el nazismo y algunos de los principales accionistas de los bancos que dieron lugar al BBVA tras su fusión han quedado probados a través de documentos y testimonios divulgados por el digital en catalán El Nacional en diversos reportajes. La vicepresidenta de la Amical de Mauthausen entiende que lo que procedería no sería únicamente solicitar perdón por las responsabilidades, puesto que “estamos hablando de crímenes de lesa humanidad que no han prescrito. Es obvio que los directivos actuales no tienen una responsabilidad directa, pero sí un compromiso moral con las víctimas y la historia. Que abran los archivos a investigadores externos es, sin duda, importante, pero ellos mismos tendrían que indagar en su pasado y pagar de su bolsillo la investigación”. “En el Estado Español quedan más cuentas pendientes de ajustar que incluso en Alemania porque la situación es terriblemente compleja, dado que el fascismo no fue derrotado como sucedió en el centro de Europa, de forma que el problema fue mucho más allá de la Segunda Guerra Mundial y eso, hasta el punto de que durante muchas décadas la Península continuó siendo un santuario nazi privilegiado. Lo más triste es que los Aliados lo sabían e hicieron la vista gorda. Yo los culpo a ellos”, añadió también la vicepresidenta de la Asociación.