José Ramón Llanos H. (Voz).— La economía europea afronta al inicio del año una preocupante situación económica, tanto que algunos periódicos destacan el alto número de bancarrotas que afecta a Alemania, país que es considerado como la locomotora de ese continente. Esta nación, el año pasado, vio incrementarse la quiebra de numerosas empresas hasta el punto de que el número de insolvencia empresarial aumentó un 16,8 por ciento y las quiebras de consumidores crecieron un 10,8 por ciento, según los datos tabulados hasta ahora. Los problemas económicos del sector productivo se incrementaron casi un 17 por ciento.
La Oficina Federal de Estadística considera que el año pasado la situación económica empeoró: las insolvencias en Alemania aumentaron un 13,9 por ciento en diciembre, comparado con el mismo mes del 2023. Esto significa un aumento del 16,8 por ciento para el año 2024 en comparación con el año anterior. En octubre se presentaron 2012 casos de quiebras empresariales, un 35,9 por ciento superior al del mes de octubre del 2023.
Las empresas más golpeadas por las insolvencias fueron las dedicadas al transporte, la construcción y la hostelería. Para agravar la situación se presentaron quiebras en los consumidores que aumentaron un 10,8 por ciento en relación con el año precedente. La Asociación de Cámara de Industria y Comercio alertó: “Las nuevas cifras de insolvencia son una clara señal de alarma. Las perspectivas para el 2025 tampoco dan muchos motivos para la esperanza”.
También la agencia de crédito Creditreform alertó sobre el hecho de que el año pasado se presentó el más alto nivel de quiebra desde el 2015. Patrick-Ludwig Hantzsch, director de investigación económica de la empresa, expresó: “El estancamiento económico y la innovación de la fuerza innovadora han debilitado a Alemania como centro empresarial. Por lo tanto, esperamos un nuevo aumento de casos en el 2025. Esto podría situar pronto las cifras de insolvencia cerca del máximo de 2009 y 2010 cuando quebraron más de 32.000 empresas”.
Algunos comentaristas económicos consideran que este momento de dificultades del mundo empresarial alemán y de otros países europeos es debido al aumento de los tipos de interés y a la disminución de los subsidios estatales a algunas empresas que los requieren.
Steffen Muller, especialista del Instituto de Investigación Económica de Halle, considera que la tendencia negativa es debida en parte a la crisis económica y al aumento del costo de la energía y los salarios. Explicó que años de interés extremadamente bajos han evitado las quiebras y durante la pandemia se evitaron las quiebras gracias a subsidios como las prestaciones por jornada reducida. Él agrega que debido al aumento de los tipos de interés y la disminución de los subsidios han aumentado las quiebras a partir de los últimos años.
El efecto de las sanciones a Rusia
Las actuales dificultades de la economía europea son parcialmente consecuencia de las sanciones de los EE. UU. contra el sector energético de Rusia. En parte, la actual crisis económica del viejo continente había sido advertida por el gobierno de Hungría, el cual había comentado que el anuncio de sanciones radicales y extensas de Estados Unidos contra el sector energético de Rusia podría tener efectos negativos para la economía europea.
El gobierno húngaro llamó la atención al comentar que estas medidas podrían incidir en los precios de los combustibles y, por supuesto, aumentaría el costo para la actividad empresarial. El condicionamiento de las políticas económicas europeas a las sanciones norteamericanas contra Rusia está gravitando de manera importante en la crisis económica. Estas acciones torpes se han agravado, como se puede observar, por ejemplo, en el caso del gobierno de Ucrania, que saboteó el tránsito del gas ruso por su territorio, lo que provocó un aumento considerable en los precios del gas natural.
El gobierno húngaro había señalado que una medida de este tipo incidiría negativamente en la economía de todo el continente como consecuencia del aumento de precios que afectaría, no solo a los consumidores, sino también de manera significativa a las empresas. Tal situación está provocando resultados políticos inesperados, ya que Budapest está reclamando a los países europeos para que tengan en cuenta que algunas medidas yanquis contra Putin causan aumentos en el precio de la gasolina, con consecuencias lesivas para los resultados económicos generales y con secuelas negativas no solo para el pueblo húngaro, sino también para los habitantes de Europa Central.
El tiro por la culata
La aceptación por parte de los gobiernos europeos de algunas sanciones norteamericanas contra Rusia está causando reacciones inesperadas de orden político en algunas naciones afectadas por el aumento del precio del gas en Europa. La decisión de Ucrania, presionada por los Estados Unidos, de oponerse al tránsito de gas ruso por su territorio a partir del primero de enero, ha tenido como consecuencia una especie de rebelión contra los norteamericanos.
El ministro de Relaciones Exteriores húngaro Péter Szijjártó ha rechazado la presión de los Estados Unidos para que se adopten decisiones contra Rusia, dijo: “Me parece inaceptable y contrario a las expectativas ligadas a la integración en la UE de la decisión tomada por Ucrania sobre el tránsito del gas ruso por el territorio de ese país, ya que cada país tiene el derecho soberano de decidir cómo y de dónde obtener su energía, subrayando que nadie puede influir sobre esto desde el exterior”.
Por otra parte, continuando la rebelión contra la decisión de Zelenski, Eslovaquia amenazó con tomar medidas contra Ucrania incluso la disminución de ayudas, si no se encuentra una solución al tránsito del gas ruso. Y, en palabras duras, el ministro eslovaco, Robert Fico, acusó a Volodymir Zelenski de: “Sabotear los intereses financieros de Eslovaquia y de la UE”. Y en una advertencia radical expresó “Bratislava no tiene motivos para tolerar las aventuras de Zelenski”.
Esta situación comprueba una vez más cómo política y economía están tan articuladas que se influyen mutuamente y algunas veces esta relación produce efectos inesperados, lo demuestra el hecho de cómo Hungría está exigiendo de sus congéneres más soberanía y autonomía frente a las imposiciones de los Estado Unidos.