El apoyo ofrecido por el Presidente de Estados Unidos hace unos meses a la propuesta realizada por Albania para obtener representación en la UNESCO ha sido tan previsible como lacerante.
Una vez más los Estados Unidos han impuesto sus decisiones a Naciones Unidas, subvirtiendo, o interpretando torticeramente la legalidad internacional. Pese a que la ONU no reconoce la provincia serbia de Kosovo y Metohija como estado ,así queda fijado por la resolución 1244, Estados Unidos si lo hizo, forzando a su vez y una valoración consultiva por parte de las Naciones Unidas en las que se considera a Kosovo como libre . Washington consigue con este malabarismo jurídico vacío de contenido real imponer con su poder financiero y político su programa geopolítico a la llamada comunidad Internacional y hacer de la ONU, una sucursal de la OTAN.
Que los a primera vista estrambóticos y aislados acontecimientos sucedidos en el Parlamento de Pristina durante los últimos meses, en los que se lanzaron huevos e incluso gas lacrimógeno no son fruto de la casualidad sino de un plan preconcebido; da fe la iniciativa a la que hoy la UNESCO ha dado su visto bueno.
Estamos ante una ofensiva contra las instituciones y población serbo-kosovar. Durante los plenos en los que la división de los otrora amigos del Clan Drenica , hoy enfrentados ,se hizo patente, el mismo objetivo; presionar para minimizar todavía más las funciones y poderes de la asociación de municipios serbios del norte, situados en torno a Kosovka -Mitrovica.
No hay que olvidar que la minoría eslava y gitana de Kosovo-Metohija si bien tiene una presencia mayoritaria en la zona limítrofe con Serbia, presenta un número aún mayor de personas de afiliación no musulmana-albano-kosovar en enclaves totalmente aislados de Serbia, en los que la Eulex no ha logrado erradicar la violencia, acoso, maltrato, discriminación y en definitiva limpieza étnica que se sigue cometiendo en Kosovo desde que las botas de los ocupantes occidentales hollaron el territorio soberano de un país que no pidió jamás su intervención. Y en cuyo demarcación no evitaron la ola de violencia, conocida como el pogromo antiserbio de 2004 que se cobró más de cien víctimas mortales del lado serbokosovar.
Que se hable de los órganos, dependencias y personal estatal serbio en Kosovo como de entes paralelos cuyas funciones debe asumir Pristina tras un diálogo abierto con sus «colegas» serbios tutelado por la UE, evidencia ante qué tipo de proceso afronta Belgrado y la castigada población serbo-kosovar.
La UNESCO que se define como organización dependiente de Naciones Unidas para crear las condiciones propicias para establecer un diálogo entre las civilizaciones, las culturas y los pueblos fundado en el respeto de los valores comunes haya aceptado al gobierno Kosovar con destacados miembros a la cabeza implicados personalmente en crímenes de guerra como garantes de un patrimonio cultural que le es totalmente ajeno es inconcebible.
Que el gobierno de Pristina, musulmán, excluyente e islamista deba velar por el arte sacro serbo-bizantino, es uno de los mayores y más descarados actos de cinismo imaginables.
Es poco más que sellar la destrucción del cristianismo en las tierras que vieron nacer a la nación e iglesia ortodoxa serbia, además de constituir una aprobación al genocidio que ha sufrido la población no albanesa en Kosovo y Metohija, desde tiempos de la Yugoslavia tardo-titoista.
Algo que curiosamente fue denunciado por la prensa occidental en los años ochenta pero negado en la asquerosa y criminal campaña de manipulación mediática de los noventa que aplaudió la limpieza étnica, impulsó y financio el islamismo y ayudó a destruir un estado socialista y plural.
Como bien declaró el ministro de asuntos exteriores de Serbia, admitir a Kosovo en la Unesco es como aceptar al estado islámico. ISIS
Según los datos oficiales del gobierno serbio, desde la llegada de la KFOR los albano-kosovares han incendiado o dinamitado más de doscientas iglesias, monasterios, lugares de culto y monumentos de significación cultural, además de la destrucción de 8000 lápidas.
Han sido robados más de 10,000 íconos.
A su vez el primer ministro serbio recordó recientemente la absurdidad de la proposición albanesa ya aprobada:
«Cuatro edificios religiosos medievales serbios -el Monasterio de Decani, El Patriarcado del Monasterio de Pec, el Monasterio de Gracanica y la Iglesia de la Virgen de Ljeviska- son patrimonio de la lista de la UNESCO en peligro.
Los extremistas a uno y otro lado de las bancadas del parlamento kosovar, se vanaglorian de los crímenes cometidos contra la comunidad serbia, y hacen gala de su «evolución» de los valores del .EL.K que se aproximan día a día al fundamentalismo islámico, cada vez más presente y patente en la aparición de grandes y lujosas mezquitas pagadas por el salafismo y wahabismo saudí y emiratí.
Por lo demás la votación no deparó grandes sorpresas, Macedonia y Montenegro rindieron tributo a Tirana y Bruselas y votaron a favor como si estuviéramos en los tiempos del imperio otomano.
La incomprensible pero vasalla decisión de estas dos ex-repúblicas yugoslavas da cuenta de quién es el dueño real del territorio, poder y recursos.
España al igual que Rusia, China, Brasil, Argentina, Angola, Ecuador, Etiopia, India, Marruecos, México, Namibia, Nigeria y Cuba han votado en contra. Probablemente lo hayan hecho por diferentes motivos, pero sin duda lo que les une es su defensa de la humanidad y la justicia.
Veintisiete países han votado en contra y catorce se han abstenido.
Las peticiones de Belgrado a su aliado, amigo y vecino griego no han recogido ningún fruto. El gobierno de Tsipras que prometió a Pristina el pronto reconocimiento de su independencia, ha dado la espalda de forma incomprensible y abyecta al pueblo serbio. Como también a gran parte del griego. Quizá condicionado por la troika o por los ruines principios que rigen a las izquierdas postcomunistas a la caza del poder.
De los cincuenta y ocho países que constituyen el consejo ejecutivo para la admisión en la Unesco treinta y tres reconocen la independencia de Kosovo.
No obstante para que la propuesta sea aprobada en noviembre por la Conferencia General de la Unesco, se requiere el apoyo de dos tercios de los 195 Estados miembros, por lo cual el gobierno serbio sigue buscando apoyos diplomático con encomiable esfuerzo.
El gobierno serbio sigue defendiendo lo obvio; que la entrada de Kosovo en la Unesco no supone un reconocimiento internacional, ya otorgado por Estados Unidos y 100 de sus lacayos. Aunque su insistencia en denunciar el ingreso de Kosovo en la UNESCO puede parecer estéril, no está haciendo otra cosa que defender la dignidad nacional, la del pueblo serbio, condenado a la marginación y sometimiento tiempo antes de un bombardeo del que se cumplen ya dieciséis años. Un ataque que se prolonga y eterniza con otras armas. La desnaturalización, negación y derrota definitiva no forman parte de ninguna apocalíptica teoría de la conspiración, sino de un plan de rediseño geopolítico más amplio, en el que una Serbia con un mínimo de soberanía y de entente con Rusia no tiene cabida.
Mientras la flota de USA en aguas del Adriático bombardeaba Yugoslavia con tomahawks con el fin de destruir un país multiétnico y castigar a sus gentes por votar en contra de la terapia del shock, Rusia hace dos semanas lo hacía contras posiciones terroristas islámicas desde el Caspio para ayudar a Siria a mantener su independencia y sus minorías.
El ingreso de Kosovo en la Unesco es un epitome de las privatizaciones ilegales, de las explotaciones de la riqueza minera kosovar, de la desindustrialización y del empobrecimiento de los Balcanes.
Contra el oprobio y la vergüenza:
Estamos tan embebidos en nuestras pequeñas disputas locales que no nos damos cuenta que el capital tiene un plan trazado a aplicar en todas partes que favorece la acumulación de capital. Ese plan arranca del supremacismo de una parte de la población de un territorio respecto al resto, lo potencia, quiebra esas sociedades y, al final, estimula ó la limpieza étnica ó, mejor, obtener toda la plusvalía posible a esa parte de la población que no cumple con los criterios supremacistas. Le funciona a los WASP contra negros y chicanos en EEUU, a los suníes en el mundo musulmán, a los bálticos con su población de origen ruso rusa, … y lo estamos viendo en Catalunya, sin ir más lejos, como bien ha visto el cinturón rojo que no se deja engañar por los herederos de los que tan bien les fue con el franquismo y ahora se las dan de oprimidos.