El general Goded había asegurado al Gobernador civil Antonio Espina García su lealtad absoluta a la República, pero el 19 de Julio de 1936 reunió sus tropas, guardia civil, carabineros, guardias de asalto, y proclamó un bando declarando el Estado de guerra en las Islas Baleares. Mallorca e Ibiza cayeron en manos rebeldes. El gobernador civil se negó a dar armas al Frente Popular el 18 de julio, lo que favoreció el éxito del levantamiento militar.
Se discriminó sistemática y masivamente mediante la represión y eliminación planificada a toda una parte de la población, los representantes del gobierno de la República. Fue uno de los episodios más terribles de la historia contemporánea de Mallorca. Se instauró un régimen de terror indiscriminado para evitar que el enemigo organizara la resistencia. Fueron víctimas de la barbarie fascista, perseguidos sin piedad ni descanso, los Republicanos, los miembros de partidos de ideología izquierdista, afiliados a sindicatos obreros, Frente Popular, maestros de escuela, profesores, profesionales liberales, desactivando cualquier nueva oposición y transmisión de su experiencia.
La brutal represión estuvo organizada y controlada por los militares golpistas, asociados con falange, guardia civil, iglesia católica, que se implicaron en la represión con una violencia física desmedida. La Falange asumió la eliminación de Republicanos siguiendo las consignas militares. Los verdugos utilizaron sistemas represivos de diferente grado: Sacas, fusilamientos, tortura, mutilaciones, palizas masivas y sistemáticas, trabajos forzados, confiscación de bienes, cautiverio en cárceles o campos de concentración durante prolongados períodos. El aceite de ricino o de motor, las violaciones, como ocurrió con las enfermeras Republicanas de Cruz Roja, se convirtieron en el símbolo del miedo.
La represión fascista en Mallorca estaba planificada meses antes del conflicto y fue perfectamente ejecutada. La Iglesia mallorquina estuvo implicada en la represión. Durante y después de la guerra, un número elevado de sacerdotes de la Diócesis mallorquina se encargaron de la vigilancia y persecución de los izquierdistas de Mallorca, efectuaron delaciones, participaron en las detenciones, incluso algunos utilizaban la indumentaria de Falange e iban armados. La Iglesia mallorquina se entregó al beneficio del nuevo régimen.
Coincidiendo con la llegada del fascista Aldo Rossi, enviado especial de Mussolini, el nombramiento de Mateo Torres Bestard como Gobernador de Baleares y de Francisco Barrado Zorilla como Jefe Superior de la Policía, se puso en marcha una ola de violencia exterminadora. Entre julio de 1936 y abril de 1939 en Mallorca hubo ejecuciones extrajudiciales, eran secuestradas personas según listas elaboradas previamente, llevadas de “paseo”, sin expediente ni juicio de ninguna clase, y acababan ejecutadas en la pared de un cementerio, camino, extrarradio de los centros urbanos, cuneta; posteriormente eran enterradas en una fosa común o pozo. Se llegó incluso a la quema de cadáveres para evitar su identificación.
Los militares nazionales se implicaron gravemente en crueles matanzas ilegales de Republicanos: Fueron habituales las sacas de prisioneros de las cárceles con la aprobación de los militares. Los reos eran ejecutados en cualquier lugar, como en las tapias del cementerio de Porreres. Los ejecutados eran después enterrados en un pozo o una fosa común.
Se institucionalizó la represión política, ideológica y moral por las autoridades militares, civiles y eclesiásticas. Los consejos de guerra no juzgaban delitos militares, encubrían “legalmente” las persecuciones y represalias políticas, sociales e ideológicas. Se realizaban en un ambiente de odio constante y ciego, que se mantuvieron durante la posguerra. Los franquistas utilizaron los Consejos de guerra, juicios sumarísimos con pruebas inconsistentes en tribunales carentes de cualquier clase de garantía. Denuncias anónimas, testigos no contrastados, falsificación de pruebas, falsas acusaciones, prácticas habituales para lograr la condena de los procesados. Desde octubre de 1936 se llevaron a cabo estos juicios, algunos de los cuales se alargaron hasta después de terminar la guerra.
Hay constancia de que las nuevas autoridades practicaron las torturas, palizas, mutilaciones, etc, una institución indisociable del nuevo régimen ya que fue practicada sin límites legales para cargos y funcionarios del nuevo régimen durante los 3 años de vida de la guerra y los 40 años de dictadura franquista. Con las torturas se humillaba y agravaba el sufrimiento de los Republicanos, se obtenía información, se destrozaba psíquicamente a los disidentes por medio del dolor, la incertidumbre, la acción sobre familiares, se extendía el miedo sobre la población. La tortura fue un ritual habitual previo a las ejecuciones o al ingreso en prisión, y formó parte constitutiva del universo penitenciario.
La coerción fascista que sufrió la población mallorquina fue silenciada mediante un pacto de olvido durante la dictadura y la transición. La magnitud de las atrocidades cometidas por los vencedores fue escondida como consecuencia de la política de la memoria del régimen franquista, asumida por la “constitución” y el “estado de derecho” del actual régimen del 78. Los crímenes franquistas siguen siendo legales hoy día.
La asociación Memòria de Mallorca, que indaga desde hace años las consecuencias de la Guerra Civil (1936-1939) en Mallorca y pide la reparación de las víctimas de la represión, ha aportado nuevos datos sobre la existencia de fosas comunes en la Isla. Mallorca sufrió una represión sin precedentes en los primeros meses de la Guerra Civil y cerca de 3.000 personas pudieron ser asesinadas. Hay constancia de más de 2.200. Maria Antònia Oliver, activista de la memoria histórica, nieta de Andreu Paris (un zapatero socialista asesinado en Porreres), y Manel Suárez han documentado la existencia de 44 fosas: 24 en cementerios, 12 en las carreteras, 4 en pozos y otras 4 en playas; en la playa de Sa Coma, en Sant Llorenç, está acreditada la existencia de una con cerca de 500 milicianos. También se incluye a los 14 mallorquines que murieron en campos de extermino nazis.
Como consecuencia de sacas y paseos extrajudiciales aparecieron republicanos muertos en las carreteras de Porreres a Felanitx, Petra, Sóller, Santa María, Montuïri, Coll des Cucons, Algaida en Bunyola y en Santanyí, costas de Xorrigo, Puntiró, camino de Jornets, Coll de Sa Grava, puente de Son Saletes, Sencelles y Biniali, finca se Pinaret, fort de Illetes (Calvià). Se lanzaron a pozos a personas en Son Lluís en Porreres, pozo de sa Rajoleta en Sineu, o pozo de s’Àguila en Llucmajor.
El 16 de agosto de 1936, fueron ejecutados en Manacor, y quemados después con gasolina 35 Republicanos de Manacor, Son Servera, Algaida y Porreres. El 17 hubo nuevos fusilamientos practicando todo tipo de atrocidades, los verdugos fascistas no tenían ningún escrúpulo en perfeccionar la desaparición de Republicanos. Hubo centenares de ejecuciones extrajudiciales en el término municipal de Palma, la mayoría sin registrar y desaparecidas; pero en las entradas en el cementerio de Palma se han registrado 2 víctimas en julio del 36; 76 víctimas en agosto (29 no identificadas). En septiembre 58 víctimas, 21 sin identificar; en octubre: 34, de ellas 5 identificar, en noviembre 26, 2 sin identificar y en diciembre 7 identificados.
Entre el 19 de julio al 4 de septiembre de 1936 se produjeron masivamente ejecuciones en el cementerio de Palma, el antiguo cementerio municipal de Manacor y el cementerio de Son Coletes. Muchas personas fueron ejecutadas en las vías públicas de Palma y sobre las vías del tranvía, en el extrarradio de Palma, camino de los Reyes, camino de Sa Teulera, Ca l’Ardiaca, camino de Son Pardo, camino Roig, carretera de s’Esglaieta a Santa María, Cala Mayor, cerca de la Porciúncula, bosque del Castillo de Bellver, Son Rapinya, carretera de Sóller, Son Sant Joan, Can Granada, Son Serra, La Vileta, El Terreno, carretera de s’Indioteria, etc.
El 15 de enero de 1937 fueron fusiladas en el cementerio de Palma, Rafael Estancias Adrover de Felanitx, Cristóbal Truyol Mir, Miquel Mascaró Vidal de Palma de Mallorca y Macià Cerdà Torres, y Vicente Torres Marino de Ibiza el 19 de Enero. En el Fortí de Illetes, el cabo fogonero de la Armada Miquel Bennàssar Palmer fue fusilado el 13 de enero de 1937 y el soldado de Campos Guillem Alcover Mascaró el 28 de enero del 37.
Los consejos de guerra permitieron la eliminación fácil, física, política y psicológica del adversario político. A menudo el juez había dictado la resolución cuando los testigos declaraban después. Ni que hablar del derecho a la defensa. En Mallorca hubo unas 300 penas de muerte atribuidas a este tipo de delito. El simple hecho de haber tomado parte en reuniones políticas izquierdistas, ser miembro de un sindicato obrero o participar en un ayuntamiento durante el gobierno del Frente Popular los convirtió en enemigos. El 24 de febrero de 1937 se ejecutaron en el cementerio de Palma a personas de la talla del alcalde de Palma, Emili Darder Cànaves, el diputado socialista Alexandre Jaume, el alcalde de Inca Antoni Mateu Ferrer y el empresario de Alcudia Antoni Maria Ques Ventayol. Todos ellos han sido posteriormente homenajeados.
La Abogacía de la Comunidad Autónoma de Baleares ha presentado ante la Fiscalía, una denuncia por crímenes contra la humanidad por 52 asesinatos cometidos en Mallorca entre 1936 y 1937. La denuncia deriva de las exhumaciones de las fosas de Sant Joan en 2014, en la que 3 vecinos de Maria de la Salut fueron identificados como víctimas, y de Porreres en 2016, en la que se exhumaron 49 cuerpos con evidencias de muerte violenta por armas de fuego. El estudio fue realizado por un equipo de forenses dirigido por el profesor de la Universidad del País Vasco Francisco Etxebarria. Los cadáveres exhumados presentan uno o más orificios provocados por proyectiles, en el cráneo u otras partes del cuerpo.
En 1978, detrás de la iglesia de Santa Cruz de Porreres, se rindió un homenaje a la activista Aurora Picornell Femenias, fusilada en 1937 junto con Belarnina González, Catalina Flaquer y sus hijas Antonia y Maria Pasqual Flaquer. Recientes homenajes están referidos en Última hora, Diario de Mallorca, y Mallorca Diario.
La guerra y la dictadura militar franquista aniquilaron la democracia republicana. Mallorca y España retrocedieron décadas en sus proyectos de desarrollo nacional y cohesión social. La represión “nazional” fue escondida durante los años de la dictadura. Solo la complicidad con las masacres franquistas pretendería “olvidar” y “silenciar” los crímenes del franquismo con extrañas escusas “constitucionalistas”. El “estado de derecho” del actual régimen los asume legalmente a todos los efectos en su esquizofrénica estructura constitucional.
Bartomeu Garí Salleras, La repressió a Mallorca durant la Guerra Civil espanyola (1936-1939): Memòria d’una coerció planificada
https://documentalismomemorialistayrepublicano.wordpress.com/2018/08/11/en-mallorca-no-hubo-guerra-pero-el-calvario-franquista-fue-despiadado-parte-2-las-victimas/