La carrera ya está disparada. Rusia y China van a dejar atrás, muy atrás, a EEUU. No es una carrera corta, sino de larga distancia. Pero mientras uno anda solo, los otros se van dando relevos. Así hay que interpretar los acuerdos económicos, sociales y militares alcanzados por Rusia y China la semana pasada en al marco de la reunión entre Xi y Putin en conmemoración del 70 aniversario de las relaciones diplomáticas entre la antigua URSS y la República Popular China. Y en este marco os voy a comentar un dato que va más allá del simbolismo: Xi y Putin visitaron el histórico acorazado «Aurora», desde el que se lanzó el cañonazo que inició la Revolución de Octubre bolchevique. Era un viejo sueño de Xi Jinping, ahora cumplido.
Por cerrar, por ahora, esta pequeña serie sobre China, su resistencia la agresión estadounidense y su búsqueda de nuevos mercados (y contestando a alguna duda surgida) voy con unos cuantos datos.
El comercio exterior de Rusia y de China es totalmente diferente. Mientras que para los primeros, el principal destino exportador es China, para los segundos es EEUU; en cuanto a las importaciones, a Rusia llegan desde China y a China llegan desde Asia, especialmente Corea del Sur. Son economías que no se parecen en nada, y los lugares comunes (como las inversiones), tampoco. Hasta ahora.
Los datos que os ofrezco son de 2017, pero en 2018 se comenzó a dar un vuelco que ahora se ha sancionado, ya para siempre, con el encuentro citado. Ese año de 2017 el comercio entre los dos países alcanzó la cifra de 82.900 millones de dólares. Pero en 2018 se dio el salto hasta los 108.000 millones, un aumento sustancial. Y con la guerra de aranceles lanzada por EEUU, la proyección es aún mucho más espectacular: para el 2025 se espera que alcance los 200.000 millones aunque el camino que lleva este 2019, con un aumento del 5’8% respecto a lo alcanzado en el cuatrimestre del año pasado, es una cifra que se sobrepasará con creces para entonces. Eso supone que dentro de cinco años, el comercio bilateral entre Rusia y China será ya más de una tercera parte del de China-EEUU. Es decir, China ya ha decidido que su nueva ruta comercial pasa, sí o sí, por Rusia.
Los acuerdos firmados entre los dos países tienen un montante de 20.000 millones de dólares, pero hay que hacer hincapié en dos cosas: la primera, que el Fondo de Inversión Directa de Rusia y la Corporación de Inversión de China han establecido un fondo de mil millones de dólares para apoyar la investigación y la innovación tecnológica. ¿A que no sabéis dónde se va a ubicar? Pues en Shenzhen, donde está la sede de Huawei. Traducido: Huawei gana.
La segunda, que las compañías energéticas estatales rusas y chinas (recalco, estatales) han establecido una empresa conjunta para vender gas natural licuado ruso en China. Son, por una parte, la rusa Novatek y la china Sinopec, respaldada la empresa conjunta por otro banco estatal ruso, Gazprombank. Por otra, Novatek y la China National Offshore Oil Corporation, que ya trabajan juntas con una participación igual de cada una del 10% en la otra, quienes van a aumentar sus participaciones en un proyecto de instalación, desarrollo y explotación de gas natural en el Ártico.
Y, además, China y Rusia van a construir al menos una central nuclear conjunta en la provincia de Liaoning.
Rusia y China están muy agradecidos a Trump. Su irracional política de aranceles, que no es otra cosa que el desesperado intento por mantener la hegemonía mundial, está acelerando su caída. Es evidente que no será ni hoy ni mañana, pero sí se visualiza ya cada vez más cerca y con más fuerza. Los chinos se habían abstenido, hasta ahora, de apoyar activamente a Rusia tras la imposición de sanciones por Ucrania en 2014. Pero la necesidad obliga y ya no hay vuelta atrás. Ahora no sólo hay una asociación estratégica integral entre los dos países, sino un entendimiento activo que les lleva a enfrentarse a EEUU en el convencimiento de que si no lo hacen juntos, y simultáneamente, sería más fácil para EEUU (y sus vasallos) desestabilizarlos. Más a Rusia que a China, por supuesto.
Veremos cada vez más una mayor presencia de China en Rusia y de Rusia en el sistema financiero chino (es decir, créditos). Traducido: adiós, Occidente, adiós. Los mercados que está perdiendo EEUU los va a ocupar Rusia. Por ejemplo, en la agricultura (Rusia es el principal exportador mundial de trigo, por ejemplo). China ha dejado de importar soja desde EEUU, y este mercado va a ser suplido, al menos en parte, por Rusia puesto que se ha firmado un acuerdo para crear una empresa conjunta por valor de 153 millones de dólares para desarrollar este sector en Primorsky, que, curiosamente, tiene frontera no solo con la provincia china de Heilongjiang sino con Corea del Norte.
Esta es la concreción de lo que aparece reseñado vagamente en la declaración conjunta firmada por los dos países tras esta visita de Xi a Rusia. Se dice textualmente: «las dos partes se coordinarán estrechamente entre sí para alinear sus estrategias de desarrollo, ampliar la cooperación mutuamente beneficiosa en el comercio y la inversión y ampliarán aún más los lazos bilaterales en general».
Pero hay más, algo que ya os comenté: «China está lista para trabajar con Rusia para fomentar una mayor sinergia entre la Iniciativa Un Cinturón, Una Carretera (la Nueva Ruta de la Seda) y la Unión Económica Euroasiática». Eso significa que la cosa va más allá de los dos países, significa el fin del mundo unipolar definitivamente y la apuesta por el multilateralismo y el impulso definitivo de Eurasia como eje del siglo XXI.
Teniendo en cuenta que la cosa sigue, que esta semana se va a reunir la Organización de Cooperación de Shanghái y la Conferencia sobre Interacción y Medidas de Construcción de la Confianza en Asia, el terreno se avisa más liso y con más facilidades para que los dos países continúen su carrera, conjunta y por relevos, para distanciarse de EEUU.
Porque a ello hay que añadir lo que cada país está haciendo por su cuenta, como la compra de oro. Si hasta ahora era Rusia quien llevaba la delantera, China ha decidido esprintar y acaba de comprar más oro que nadie, por delante de India y de Rusia que han sido los otros dos grandes compradores de oro en ese mismo tiempo.
Y ¿a que no sabéis que pasa en octubre? Pues que en Shenzhen se va a celebrar la conferencia anual de la Asociación de Mercados de Lingotes de Londres. Y ¿por qué? Pue porque en Shenzhen, desde abril de 2016, está ya funcionando la bolsa de oro de China que, aunque mantiene los precios de referencia de Londres, ya ha anunciado que va a poner los suyos propios. Es decir, que esa bolsa de Londres, junto a la otra que hay en Occidente, que es la de EEUU, van a tener que aceptar las condiciones chinas. El primer paso lo da la de Londres, que claramente prefiere negociar y ceder algo que perder su cuota de mercado porque China ha vinculado su otra gran maniobra, el petroyuan (que ya controla el 14% del comercio mundial del petróleo) al oro. Y cuando la desdolarización se acelera, todo el mundo quiere estar preparado y negociar con quien va a tener el mando a medio y largo plazo.
Todo esto es bueno también para Rusia, porque a medida que se afianza su alianza con China, la presión de EEUU y sus vasallos europeos en zonas como Ucrania, Siria o Irán pierden gran parte de su fuerza.
Así que lo dicho: Rusia y China os dan las gracias, chicos. En esta carrera llegaréis con la lengua fuera y muy detrás.
El Lince