«La concepción materialista de la historia también tiene ahora muchos amigos de ésos, para los cuales no es más que un pretexto para no estudiar la historia. (…) En general, la palabra «materialista» sirve, en Alemania, a muchos escritores jóvenes como una simple frase para clasificar sin necesidad de más estudio todo lo habido y por haber; se pega esta etiqueta y se cree poder dar el asunto por concluido. Pero nuestra concepción de la historia es, sobre todo, una guía para el estudio y no una palanca para levantar construcciones a la manera del hegelianismo. Hay que estudiar de nuevo toda la historia, investigar en detalle las condiciones de vida de las diversas formaciones sociales, antes de ponerse a derivar de ellas las ideas políticas, del Derecho privado, estéticas, filosóficas, religiosas, etc., que a ellas corresponden. Hasta hoy, en este terreno se ha hecho poco, pues ha sido muy reducido el número de personas que se han puesto seriamente a ello». (Friedrich Engels; Carta a Konrad Schmidt, 5 de agosto de 1880)
«Aprovechando la formación médico-sanitaria y aunada al análisis marxista-leninista, el Equipo de Bitácora cree que se hace imperioso hacer algunas aclaraciones al respecto sobre la crisis que hoy acontece.
Antes de abordar el tema, hay que entender que como ya dijo Engels:
«Las ciencias naturales modernas han demostrado que los llamados «barrios insalubres», donde están hacinados los obreros, constituyen los focos de origen de las epidemias que invaden nuestras ciudades de cuando en cuando. El cólera, el tifus, la fiebre tifoidea, la viruela y otras enfermedades devastadoras esparcen sus gérmenes en el aire pestilente y en las aguas contaminadas de estos barrios obreros. Aquí no desaparecen casi nunca y se desarrollan en forma de grandes epidemias cada vez que las circunstancias les son propicias. Estas epidemias se extienden entonces a los otros barrios más aireados y más sanos en que habitan los señores capitalistas. La clase capitalista dominante no puede permitirse impunemente el placer de favorecer las enfermedades epidémicas en el seno de la clase obrera, pues sufriría ella misma las consecuencias, ya que el ángel exterminador es tan implacable con los capitalistas como con los obreros». (Friedrich Engels; Contribución al problema de la vivienda, 1873)
Claro es que, dado el actual desarrollo de capitalismo monopólico y la globalización, la nueva variable observable es la velocidad con que una nueva enfermedad contagiosa pasa de afectar a una pequeña zona geográfica a amenazar a todo el planeta e incluso a la sociedad humana en tiempo récord. Y que por lo demás no solo se trata de una crisis sanitaria, sino que trae consigo una crisis económica que podría no tener precedentes, además, si bien de momento hay acceso a productos de primera necesidad, en el momento en que esto no esté garantizado veremos una creciente inseguridad.
1) Las teorías que circulan sobre el origen las causas del coronavirus
Tras nuestra lectura de los documentos hechos públicos de diversas organizaciones al respecto de la pandemia del COVID-19, una vez más observamos que el revisionismo lejos de alejarse de corrientes pseudocientíficas, emite declaraciones que terminan por reproducir y dar por buenas una serie de hipótesis «conspiranoicas» de lo más ridículas, las cuales no solo no aportan claridad al respecto del problema, sino que acaban sembrando más confusión si cabe entre los posibles lectores.
Curiosamente esos análisis siempre terminan escogiendo el escenario más improbable, estos señores eluden por completo los instrumentos esenciales del análisis lógico objetivo a falta de más datos concretos, por ejemplo, la «navaja de Ockham» que indica que: «en igualdad de condiciones, la explicación más sencilla suele ser la más probable».
Veamos algunas de las tesis conspirativas hechas virales estos días:
«A través de Twitter y Facebook se ha extendido una idea falsa que atribuye el brote de este virus a un complot promovido por el empresario y filántropo Bill Gates, cofundador de Microsoft, y planificado a través de un laboratorio británico. Esta teoría ha sido alentada por integrantes de la comunidad anti-vacunas y el movimiento QAnon, fundado por simpatizantes de Donald Trump que creen que el presidente de Estados Unidos, con la ayuda discreta de las Fuerzas Armadas, se enfrenta a «élites globalistas» que pretenden socavar las esencias del país. El multimillonario George Soros, destacados dirigentes demócratas… y Bill Gates serían algunos de sus miembros destacados, según este movimiento. (…) Finalmente, hay usuarios convencidos de que esta enfermedad ha sido fabricada por grupos farmacéuticos interesados en vender vacunas. Sin embargo, ahora mismo, gracias a que las autoridades chinas están haciendo pública toda la información sobre el brote, cualquier laboratorio del mundo puede trabajar en fabricar una vacuna para comercializarla después». (El día.es; Del complot de Bill Gates a la mano de las farmacéuticas, 31 de enero de 2020)
Los líderes mundiales, también han intercambiado una serie de acusaciones sin argumentación alguna:
«El portavoz del Ministerio de Exteriores chino Zhao Lijan publicó un tuit en el que sugería que podría ser el Ejército chino quien llevó el nuevo coronavirus a Wuhan. «La CDC [institución sanitaria estadounindense] atrapada en el acto. ¿Cuándo comenzó el paciente cero en los Estados Unidos? ¿Cuántas personas están infectadas? ¿Cómo se llaman los hospitales? Podría ser el ejército de EE. UU. quien llevó la epidemia a Wuhan. ¡San transparentes! ¡Hagan públicos sus datos! ¡Estados Unidos nos debe una explicación!». (Euronews; Guerra de propaganda por el coronavirus entre Rusia, China, Estados Unidos y la UE, 18 de marzo de 2020)
Desde Rusia:
«Varios políticos y expertos advierten de que el nuevo coronavirus, denominado COVID-19, es un arma biológica creada por Estados Unidos. Uno de estos políticos es el líder del Partido Liberal Demócrata ruso –LDPR, por sus siglas en inglés–, Vladimir Zhirinovski, quien ha dicho que EE.UU. cuenta con varios laboratorios secretos cerca de China y Rusia, incluidos en Georgia, Kazajistán y Ucrania, uno de cuyos productos fue la gripe porcina H1N1, según recogieron el viernes los medios locales en un informe respecto al brote del coronavirus». (Hispan TV; ‘EEUU ha producido el coronavirus en sus laboratorios secretos’, 14 de marzo de 2020)
Pero no han sido los únicos. Algunos grupos revisionistas, copiando las teorías de los diferentes bloques imperialistas que apoyan, han reproducido estas teorías. Otra parte de ellos coinciden con las más fantasmagóricas ideas que la derecha conservadora difunde día y noche, y otros pocos, recubren su discurso de un halo anticapitalista para completar historias fantásticas que en ningún momento pueden sostener con datos ni pruebas.
Una de las tesis preferidas de esta última corriente ha sido que «el coronavirus es una enfermedad más sin importancia», que el capitalismo solo usa de excusa para recortar derechos y libertades, y sobre todo, «salvar su sistema económico» que «a nivel planetario estaría al borde del colapso». Un viejo partido revisionista de larga estirpe como el PCOE [1] nos decía:
«Los capitalistas, lejos de ver el coronavirus como una de las muchas enfermedades que a lo largo de la historia ha tenido que combatir el ser humano, han visto en este momento una oportunidad para, por un lado, justificar la bancarrota de su sistema económico a nivel planetario, del imperialismo y, por el otro, aplicando la manipulación social a través de los medios de masas generando el miedo entre los ciudadanos de los distintos países, una fórmula para recortar derechos y libertades a los pueblos, a los trabajadores, y adaptar la base económica a la realidad a la que nos está llevando la descomposición del capitalismo monopolista». (Partido Comunista Obrero de España; Coronavirus, la justificación de los capitalistas para salvar su moribundo sistema económico, 12 de marzo de 2020)
Desde medios clásicos del eclecticismo como La Haine, se nos advertía:
«A medida que pasan los días, y se van conociendo cada vez más casos de enfermos por el coronavirus, va arraigando mi sospecha de que dicha enfermedad ha sido «distribuida» en forma consciente del daño que podría ocasionar». (Darío Herchhoren; Coronavirus: guerra química y bacteriológica, 19 de marzo de 2020)
El vocero de los restos del Partido Comunista de España (reconstituido), emite ideas similares, pero enfocándolo a su monotema que es la represión y el fascismo:
«La histeria del coronavirus es una maniobra para imponer el fascismo, la ley marcial, el toque de queda y la anulación definitiva en todo el mundo de las reliquias que quedaban de derechos y libertades fundamentales». (Movimiento Político de Resistencia; Contagio: si aplaudimos la ley marcial, también aplaudiremos la censura total, 19 de marzo de 2020)
Nada que extrañar en negacionistas del cambio climático y la mano del hombre en él, los cuales copian el discurso de la ultraderecha en España o EE.UU. sobre el tema [2].
Uno de los filósofos pseudomarxistas más laureados por el revisionismo mundial, Slavoj Žižek, profetiza que esta crisis obligará al sistema capitalista a generar un cambio de paradigma, y nos presenta su receta: una mezcla de «comunismo» y los «aspectos buenos» del capitalismo:
«Si a esto se agrega una posible nueva ola de refugiados, se obtiene la tormenta perfecta, y creo que Europa está tan debilitada que no podrá reaccionar de manera unificada, y eso es lo que quiero decir cuando digo que el coronavirus da nueva oportunidad para el comunismo», dijo. «Por supuesto, no me refiero al comunismo antiguo. Por comunismo, me refiero simplemente a lo que dice la Organización Mundial de la Salud. Deberíamos movilizarnos, coordinarnos, etc». (…). «Algún tipo de coordinación europea… tal vez incluso movilización en tiempos de guerra. Incluso puede hacer aumentar la productividad. Lo que quiero decir es que es posible mantener los lados buenos del capitalismo, pero no obstante, a través de un estado coordinado, el esfuerzo social para movilizarse. No solo con el coronavirus, esto es necesario con otras crisis ecológicas, refugiados, etc». (Spectator USA; ‘Lo que me gusta del coronavirus’ de Slavoj Žižek, 14 de marzo de 2020)
Otro conocido filósofo idealista, Noam Chomsky, cree que ante la actual crisis afirma categóricamente que se trata de un plan de la:
«La CIA, Bildeberg, Israel y demás poderes mundiales, acuerdan hacer estallar una guerra bacteriológica de baja intensidad, propagando en territorio chino, un virus de laboratorio, el COVID-19. (…) Una vez consumida la Pandemia paralizadora del planeta, llegará la segunda fase. Control total de la guerra bacteriológica al poseer desde el primer momento la VACUNA GLOBAL del Covid19 desde su producción en laboratorios americanos. Luego de la dispersión y caos sanitario mundial, llegará el orden capitalista nuevamente, así reseteadas las economías nacionales, el nuevo valor en alza se llamará industria química USA, que a su antojo venderá patentes a países amigos y al CONTRARIO, bloqueo farmaceútico a países enemigos, debilitándolos aún más, si cabe o presionando a gobiernos hostiles a cambio de las vacunas salvadoras. Tercera fase: Implementación del Nuevo Orden Mundial con el cambio de las relaciones entre países:
-Desaparición de la Unión Europea.
-Desaparición de enemigos potenciales cómo Irán, Corea del Norte, Venezuela, etc.
-Debilitamiento de China continental y Rusia.
– Nuevo patio trasero: USA en Latinoamérica.
-Globalización planetaria alrededor de la nueva USA y su poder omnímodo». (Noam Chomsky; Insurgente; Noam Chomsky se ha pronunciado con esta contundencia acerca del coronavirus, 20 de marzo de 2020)
Noam Chomsky lo tiene claro, pero también claro por ejemplo que «Lenin «Estado y revolución» es «su obra su obra más libertaria», considera, siguiendo a Bakunin, que los marxistas son «burócratas rojos» [3], o alaba la actuación anarquista antes, durante y después de la Guerra Civil y más correctamente la de autores filofalangistas como Abad de Santillán [4]. Por tanto, he ahí la autoridad y la validez que le de cada uno. Nosotros desde luego ninguna.
Como dice el refrán: «Aquí cada loco con su tema».
En este punto es preciso aclarar que los estudios sobre el SARS-CoV-2, encaminados a conocer el reservorio natural del virus, publicados por la revista de divulgación científica «Nature Medicine», han concluido que el virus no es resultado de una manipulación, sino que el mismo ha desarrollado una evolución natural.
En cambio las afirmaciones categóricas que hemos visto estos días sobre la causa del virus –a cual más disparata que la anterior–, aunque carecen de sentido y causarían la mofa de cualquier persona cuerda, pasan como explicaciones coherentes en el mundillo revisionista ya que:
«A guía de su política oportunista y de su charlatanería «científica» en sus intentos de presentar la realidad social objetiva y sus procesos en una luz distorsionada, sacan conclusiones equivocadas, y eso les lleva a adoptar de estas mismas conclusiones irreales». (Nexhmije Hoxha; Algunas cuestiones fundamentales de la política revolucionaria el Partido del Trabajo de Albania sobre el desarrollo de la lucha de clases, 1977)
Podríamos seguir citando y citando cientos de artículos que han circulado estos días y sus extravagantes conclusiones, pero estas ideas anteriores recogen la esencia de este tipo de teorías y planteamientos.
Valga decir que estos señores de lo «conspiranoico» eluden el elemento esencial, lo biológico: primero es que alrededor de las 60% de los patógenos infecciosos que afectan al ser humano lo hacen por vía zoonótica, es decir, somos huéspedes accidentales al adquirirlos desde otra especie; segundo, normalmente los patógenos están evolucionando, por lo que en algún momento logran atravesar la barrera de las especies, que es lo que ha sucedido con H1N1 y ahora con el SARS-CoV-2.
2) El coronavirus y su repercusión en la economía capitalista mundial
Ningún favor hacen a la verdad ni a la sociedad en general esos supuestos «marxistas» que tienden a las teorías estrafalarias y no al análisis materialista-dialéctico. Para analizar un problema como el que supone la expansión del SARS-CoV-2 o cualquier otro –como fue hace poco el caso del terrorismo yihadista [5]–; hay que huir por completo de teorías «conspiranoicas», hay que centrarse en los hechos contrastados, y a partir de ahí analizar con frialdad. Pero no se le puede pedir responsabilidad y seriedad a quienes pisan una y otra vez el legado del marxismo.
No tiene lógica alguna declarar que se trata de un «virus fabricado con precisión en los laboratorios imperialistas», que fue soltado para «dañar la potente economía China», o que ha sido diseñada para «regular y organizar el empleo» en los países capitalistas. No hay ninguna evidencia al respecto, lo que significa que estamos ante un ejercicio especulativo y subjetivo, y en ese sentido: un marxista no se maneja por actos de fe, por muy plausibles que parezcan ciertas argumentaciones.
Lo que rompe por completo con la idea del «virus diseñado» es que este no se detendría en dañar una economía en concreto, la china o cualquier otra que estos señores tengan en mente, sino que, dada la globalización, este virus que ya se ha convertido en pandemia mundial termina por afectar a todas las economías de forma directa o indirecta. Dicho esto, habría que preguntarnos: ¿la burguesía va a soltar un virus que va a dañar severamente su sistema económico y que por lo demás, mal gestionado, puede abrir toda una época de cambios económico-políticos que destruirían la tranquilidad del sistema capitalista? Definitivamente que no. Esto parte de la errónea teoría del «capitalismo del desastre» –nosotros preferimos referirnos a esto como «ingeniería del desastre»–, pero el capitalismo siempre se basa en el desastre, ya sea a baja escala o hipertrofiado por determinadas circunstancias, pues sus leyes están diseñadas para el aprovechamiento de las diversas situaciones de crisis. Es así que vemos como ciertos sectores económicos, especialmente en lo relacionado con la especulación financiera, las industria relacionadas con la seguridad, farmacológicas, alimenticias, etc. pueden sacar superbeneficios en estas situaciones de drama social, y pese a todo, la situación actual está produciendo la recesión de sectores como el financiero debido a la gravedad de la crisis, que ha llevado sino a la parálisis económica sí a una restricción notable por el cierre paulatino de fronteras y las medidas de protección interregionales a escala nacional y mundial. Esto recuerda también a las teorías conspirativas sobre que las guerras del capitalismo no se produjeron por luchas interimperialistas, por el predominio de una potencia por el control de las cuotas de mercado; sino que fue debido a pretensiones demográficas de una supuesta organización mundial secreta que impondría el Nuevo Orden Mundial reduciendo la población de la tierra para poder consumir los recursos adecuadamente –según la teoría malthusiana–.
El capitalismo ha llegado a tener en el nuevo siglo una dominación a su favor sobre la legislación laboral, un control de los sindicatos, y además, ha causado de forma efectiva un nivel de alineación tan alto entre los trabajadores en países como España que no necesita de algo como una pandemia para «reestructurar la economía». Puede prescindir perfectamente de dicho fenómeno para aplicar despidos individuales o colectivos masivos. No necesita de todo eso para sacar superbeneficios o bien para sobrevivir. Pero si somos objetivos, tampoco podemos decir que a inicios del 2020 el capitalismo estuviese al borde del colapso como para necesitar de un empuje extra como el fenómeno actual. No existía en ningún país avanzado, ni mucho menos en el mercado mundial, una situación previa alarmante en lo económico que justificase proclamar que el coronavirus ha venido para salvar al capitalismo de su autodestrucción.
Otra cosa es que los «profetas de la revolución» que cada año anuncian el fin irremediable del capitalismo sigan en sus trece, pero:
«Ni la crisis del petróleo de 1973-1985, ni la crisis de 1992-1993, ni la reciente crisis española que se arrastra desde 2008 ha hecho caer a los sucesivos gobiernos de España. Precisamente porque como hemos comentado, aunque una crisis madure, si sus frutos no son recogidos por una fuerza consciente que eleve la concienciación de los trabajadores, estos no romperán sus cadenas.
A Olarieta el hecho de que el PCE (r) se haya equivocado en estas previsiones le da igual, sigue yendo a los medios de comunicación con su discurso profético anunciando que es el fin del capitalismo, que está herido de muerte y que la actual crisis es la última que asiste:
«Vivimos en una crisis que no tiene salida dentro del propio sistema capitalista». (La Zurda; Entrevista a Olarieta, 14 mayo de 2017)
Este es un discurso clásico de los populistas no de un marxista serio. Lo cierto es que el capitalismo si tiene «salida» a sus crisis como ya hemos afirmado, lo hemos visto históricamente en las últimas crisis capitalistas: rescatar a la banca privada con dinero público, cargar sobre los hombros de los trabajadores mayores horas de producción y mayores impuestos, flexibilizar los contratos laborales en beneficio del fácil despido y abaratar la indemnización, recortes en campos públicos sensibles para los trabajadores –sanidad, educación–, petición de nuevos créditos y renegociación de la deuda ya existente, devaluación de la moneda, búsqueda de nuevos mercados –incluso a costa de poder iniciar una guerra–, y muchísimas variables más que dependen del tipo de país que sea y de donde se produzcan los déficits a tratar. Recetas a derecha e izquierda que no alterarán el elemento indispensable que da luz a las crisis: la propiedad privada y las leyes económicas fundamentales del capitalismo como la ley del valor, popularmente conocida como ley de oferta y demanda. Estas son lo que podríamos llamar las «válvulas de escape» de las que se vale la burguesía para evitar que su sistema se autodestruya por sus crisis cíclicas. Otra cosa muy diferente son los cambios de gobierno, o los cambios en las formas de dominación política.
Mientras el nivel de concienciación y organización de la clase obrera sea bajo, estas medidas serán fácilmente aplicables para la burguesía. Las futuras crisis que aguardan sin un partido marxista-leninista sólido y sin influencia en las organizaciones de masas, no presupondrán una revolución, ni siquiera para evitar la ofensiva del capital que pretende cargar sobre los hombros de los trabajadores la crisis, ello será así porque los trabajadores desorganizados no tienen posibilidades de defenderse ni de atacar eficazmente. Por tanto, estas crisis siempre les serán dolorosas y en todo caso serán aprovechadas por distintas capas burguesas ajenas al proletariado en sus luchas de poder contra la burguesía gubernamental». (Equipo de Bitácora (M-L); Estudio histórico sobre los bandazos oportunistas del PCE(r)y las prácticas terroristas de los GRAPO, 30 de junio de 2017)
Demos una explicación más concreta. En el capitalismo tenemos la ley decreciente de la tasa de ganancia como muy bien estudió Marx. Para contrarrestar esa tendencia hacia la baja, cada uno de los dueños privados de los medios de producción, se sirven de diversos recursos para evitar que baje esta tasa o cuota de ganancia. Unos pueden optar por aumentar la tasa de explotación absoluta, es decir, aumentar el tiempo total de la jornada de trabajo de los obreros. Otro recurso podría ser aumentar la presión sobre los trabajadores mediante el aumento del paro forzoso. U otras medidas pudieran consistir en cambiar la composición orgánica del capital, disminuyendo el capital constante –edificios, materias primas, máquinas– respecto al variable –salarios de los trabajadores–, o ambos a la vez. Esta contradicción, este movimiento de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia genera altibajos, desmesuras, entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción las cuales no se encuentran en un estado de armonía entre ellas; aparecen de este modo las conocidas y reiteradas crisis.
Primero que todo. Para empezar a tomar en serio la tesis de que el coronavirus ha sido diseñado para salvar el capitalismo… o que ha sido un accidente afortunado para que el capitalismo pueda salvaguardar su estructura, habría que demostrar la supuesta crisis que tenían estos países contagiados por el coronavirus para así poder afirmar que necesitasen del mismo para tomar medidas y tener una justificación plausible. Pero los propios datos económicos desmienten tal propuesta. Centrémonos solo en España:
«La economía española creció un 2% en 2019, una décima por debajo de lo previsto por el Gobierno y cuatro décimas menos que el 2,4% anotado en el año anterior. Se trata de un crecimiento que todavía aguanta en un ejercicio marcado por las tensiones comerciales, el Brexit, la pérdida de fuelle de China, la brusca ralentización de la zona euro o las dificultades del automóvil. Casi duplica el 1,2% registrado por el conjunto de la eurozona». (El País; La economía española cerró 2019 con un crecimiento del 2% tras acelerarse en el último trimestre, 31 de enero de 2020)
En el caso concreto del país ibérico, esta crisis va a frenar el turismo y el sector servicios en general –pilar básico de la economía que ocupa casi el 70% del PIB–, restringir el comercio –¡pero todavía proclaman que el COVID-19 va a salvar la economía española!–. Solo hay que ver la caída en picado de la banca española y global cuando la cosa se puso seria:
«El Ibex 35 ha registrado este jueves la peor caída de su historia, al sufrir un desplome del 14,06% en la sesión, que le ha llevado a cerrar en los 6.390,9 puntos, niveles de agosto de 2012. (…) La epidemia del coronavirus ha llevado al selectivo a marcar su peor sesión bursátil, todavía peor que cuando se hundió un 12,35% en la jornada en que los británicos decidieron abandonar la Unión Europea en junio de 2016». (El Público; La Bolsa española sufre la peor caída de su historia y Wall Street se hunde por la crisis del coronavirus, 12 de marzo de 2020)
El coronavirus no ha salvado la economía, la está dañando sensiblemente. Dicho virus repercute y rompe la fiabilidad de inversiones y fiabilidad del país que lo sufre en todos los campos importantes.
3) Medidas extraordinarias, filantropia y caridad de la burguesía en tiempos de crisis
La donación de los empresarios y diversos países capitalistas de material médico, alimentos, tecnologías y demás, no corresponde fundamentalmente a la filantropía de las figuras que los dirigen, sino que, en casi todos los casos, se explica como un aprovechamiento del momento para realizar un lavado de imagen. Aquí encontramos como la derecha tradicional defiende a figuras empresariales como Amancio Ortega, bien conocidas por evadir impuestos, la tenencia de trabajadores en condiciones paupérrimas e incluso practicar la explotación asalariada infantil en países del tercer mundo entre otras lindeces [6].
Engels ya comentaba en sus tiempos:
«¡Establecimientos de beneficencia! ¡Como si fuese ayudar al proletario el comenzar por explotarlo hasta sangrar para luego poder desagraviarlo con complacencia y farisaísmo con vuestro prurito de caridad y presentaros ante el mundo 374 como grandes benefactores de la humanidad, mientras devolvéis a ese desdichado que habéis exprimido hasta la médula, la centésima parte de lo que le corresponde! ¡Beneficencia que degrada aun más a aquel que la practica que a aquel que la recibe; beneficencia que hunde todavía más en el polvo al desafortunado que se ha pisoteado, que implica que el paria deshumanizado, excluido de la sociedad, renuncia en primer lugar a la última cosa que le queda, a su aspiración a la cualidad de hombre, y mendiga primeramente su benevolencia al lado de la burguesía, antes que ella le haga el favor de estamparle en la frente, al darle la limosna, el sello de la deshumanización!». (Friedrich Engels; La situación de la clase obrera en Inglaterra, 1845)
Ya en la era preindustrial los mandatarios conocían mecanismos para mantener su sistema en periodos de crisis. Las clases explotadoras incluso se tomaban las donaciones como signo de prestigio y estatus social:
«Para los que daban limosnas, la donación caritativa no solo era un deber religioso, sino también una demostración social; el agolpamiento de mendigos entorno a su persona y a su casa no se consideraba una carga, sino la confirmación de su prestigio social. (…) Las limosnas y los donativos de los particulares acomodados, de las instituciones eclesiásticas y estatales, paliaron un poco las consecuencias de la pobreza estructural de la Europa preindustrial. (…) Sin embargo sólo era un modesto paliativo del que no cabía esperar, ni se esperaba, el fin de la desigualdad». (Ernst Hinrichs; Introducción a la historia de la Edad Moderna, 2012)
Marx incluso vincula la práctica de la caridad con la influencia del idealismo religioso, que es la arma perfecta de las clases explotadoras para engañar a los explotados, para aliviar su conciencia:
«Los principios sociales del cristianismo han tenido ya dieciocho siglos para desenvolverse. (…) Los principios sociales del cristianismo predican la necesidad de que exista una clase dominante y una clase dominada, contentándose con formular el piadoso deseo de que aquella sea lo más benéfica posible. Los principios sociales del cristianismo dejan la desaparición de todas las infamias para el cielo, justificando con esto la perpetuación de esas mismas infamias sobre la tierra. Los principios sociales del cristianismo ven en todas las maldades de los opresores contra los oprimidos el justo castigo del pecado original y de los demás pecados del hombre o la prueba a que el Señor quiere someter, según sus designios inescrutables, a la humanidad. Los principios sociales del cristianismo predican la cobardía, el desprecio de la propia persona, el envilecimiento, el servilismo, la humildad, todas las virtudes del canalla; el proletariado, que no quiere que se lo trate como canalla, necesita mucho más de su valentía, de su sentimiento de propia estima, de su orgullo y de su independencia, que del pan que se lleva a la boca. Los principios sociales del cristianismo hacen al hombre miedoso y trapacero, y el proletariado es revolucionario». (Karl Marx; El comunismo del Rheinischer Beobachter, 12 de septiembre de 1847)
La izquierda revisionista publicita durante la crisis la actuación de regímenes imperialistas como China; ese que se ha dedicado a intentar hacer negocio durante la crisis vendiendo tests rápidos sin controles de calidad, un régimen precisamente conocido por la falta de derechos laborales y una política exterior agresiva en lo militar y económico [7]… aunque la izquierda revisionista también insiste en publicitar a todas horas a países como Cuba; que han mantenido buenas relaciones con países fascistas y han mantenido desde el principio una política de sumisa dependencia económica hacia los imperialismos como España [8]. Pero sin vergüenza alguna tratan de vendérnoslos como «modelos socialistas e internacionalistas a seguir y apoyar». En estos últimos dos casos, en el supuesto de que fuese cierto que los aportes se hacen por humanismo, les recordamos que la historia ha registrado casos de altruismo entre bondadosos filántropos burgueses, que varios países capitalistas han prestado gratuitamente o con intereses ayuda durante ciertos desastres naturales recientes –véase los millones que tanto del gobierno español, ONGs, Cruz Roja, como particulares, aportaron tras el terremoto que asoló Haití en 2010–. Eso no borra las relaciones de producción de sus respectivos países ni su política exterior, y cuando decimos esto, por supuesto incluimos en esta lista tanto a los países capitalistas «tradicionales» como a los países capitalistas revisionistas que se hacen pasar por «marxistas». Tampoco el tener un gran sistema sanitario o buenos servicios públicos es sinónimo de «socialismo» como pregonan algunos [9], sino países como Suiza, Singapur, Francia, Andorra o la propia España que siempre ha salido en las mejores listas de sistema público sanitario, serían más «socialistas» que nadie.
Este fenómeno económico de recesión lleva aparejado la reducción temporal o definitiva de puestos de trabajo, la destrucción o disminución de la capacidad de las fuerzas productivas. Lo que de nuevo implica que los países que sufren el virus de forma severa pierdan competitividad frente a los que no lo tienen aún o les afecta a bajos niveles.
En cuanto a la pérdida de puestos laborales que está comenzando a suceder, dentro del capitalismo es una medida necesaria desde su propio punto de vista; pero no se toman dichas medidas porque se viese en el horizonte una gran crisis económica –ya que muchas de las grandes economías caminaban a paso seguro con el número de empleados en activo y las leyes vigentes en sus países–, sino precisamente a efecto del paso del coronavirus, que, por ejemplo, ha causado la meteórica caída de la demanda en muchos sectores de importancia:
«En cuanto a la demanda, apuntó que se ha venido reduciendo desde la semana pasada y que actualmente la caída se sitúa entre el 5% y el 7%, con mayor incidencia en Madrid, La Rioja y Cataluña. De igual manera, indicó que se está produciendo un descenso en el consumo de combustibles, especialmente perceptible en el de queroseno para la aviación, que ha bajado entre un 70% y un 80%». (El Confidencial; El Gobierno modificará el bono social para incluir a los afectados por el coronavirus, 19 de marzo de 2020)
En España el gobierno se ha visto obligado a asumir parte de la carga de la crisis con medidas como subvencionar parcialmente a las empresas la reducción de jornada o la baja temporal, algo que ha decidido hacer no por su buena voluntad, sino para no asistir a un escenario peor donde el pánico de los empresarios por no sufrir los efectos de la recesión produjese una avalancha mayor de despidos preventivos que a su vez crease una crisis más honda para el gobierno con un número de desempleados permanentes que serían mantenidos directamente por él e indirectamente llevase aparejada una bajada de la productividad y de la producción nacional:
«El primer objetivo es evitar que se dispare el desempleo, por lo que «se priorizará la suspensión de los contratos y la reducción de la jornadas», ha señalado Sánchez. El Gobierno va a flexibilizar los Expedientes de Regulación de Empleo Temporal (ERTEs) para que las empresas ajusten sus plantillas sin recurrir al despido. El Gobierno asumirá el pago del 70% de la base reguladora a los trabajadores –medida por la cotización de los últimos 180 días– y, además, bonificará las cuotas a la Seguridad Social de los empleadores, para que no tengan que soportar ningún coste laboral extra. (…) Todos los trabajadores afectados por ajustes de plantilla tendrán acceso a la prestación por desempleo sin excepción. Esto significa que también la cobrarán aquellos que no hayan cotizado lo suficiente para ser beneficiarios. En el caso de los autónomos, el Consejo de Ministros ha aprobado facilitar el acceso de todos ellos al cese de actividad, prestación conocida como el ‘paro de los autónomos’. Todos los cotizantes del RETA cuyo negocio se haya visto gravemente afectado por la pandemia y sus consecuencias económicas, tendrá acceso a esta prestación. Además, durante ese periodo tendrán bonificadas las cuotas a la Seguridad Social y, si tiene asalariados, podrá acogerse a los ERTEs. El Gobierno también ha aprobado un paquete de ayudas de 600 millones de euros para mejorar la atención de los servicios sociales dedicados a las familias vulnerables. Estos fondos se destinarán a las comunidades autónomas y corporaciones locales para reforzar sus líneas de asistencia social». (El Confidencial; El Gobierno movilizará 200.000 millones para amortiguar la crisis del coronavirus, 17 de marzo de 2020)
En ciertas empresas la implementación de los ERTE es casi una obligación debido al papel que desempeñan. Hay se alza la cuestión de la subsistencia de los trabajadores que en teoría tanto el gobierno como las empresas dicen que van a asegurar. Varias empresas como IKEA, Corte Inglés, Inditext han anunciado «pagar integramente el sueldo a su plantilla» al menos durante las próximas semanas, otras afirman que lo harán «todo lo que dure la cuarentena». Se vende desde el capitalismo, que «quien no trabaja es porque no quiere» cosa que como sabemos no es cierta, pero si además en una situación en la que el gobierno no puede garantizar un desempeño «normal» de la producción y por tanto de la búsqueda de empleo para el proletariado por las condiciones existentes –en este caso por una causa externa como el virus–, lo mínimo es que las empresas con ganancias multimillonarias y el propio Estado asuman la carga recortando de donde haga falta, pero más le valdría a los trabajadores organizarse y hacer valer tales peticiones, y no fiarse simplemente de las bonitas declaraciones de los empresarios y políticos, no esperar que el Estado burgués les salve porque ya estamos viendo la respuesta deficiente que está dando durante la crisis. Muy seguramente el Estado al no buscar financiación cortando el grifo a los parásitos, su solución sea asumir gran parte de la carga a costa de endeudarse y traté de cargar la deuda sobre los trabajadores en un futuro cercano.
En otras empresas debido a su actividad deben permanecer abiertas como ocurre con Correos, pero lejos de regularse que servicios son prioritarios y cuales no, se mantiene actividad normal, obligando a los trabajadores a mantener una alta movilidad para servicios del todo innecesarios, y sobre todo, sin las condiciones de higiene y protección debidas como denuncian sus trabajadores. Otras empresas como Carrefour o Mercadona tampoco pueden cerrar debido a que son empresas de alimentos básicos, aquí aunque han reducido el horario, también los trabajadores también demandan que las medidas de seguridad se han implementado semanas tarde, estando los trabajadores expuestos varias horas a multitud de personas. Un caso todavía más vergonzante es la situación inhumana en la que se encuentran los jornaleros de la fresa de zonas como Huelva o Almeria, allí cerca de 500 trabajadores denuncian que a estas alturas de la epidemia aún no tienen ningún tipo de protección frente al coronavirus, eso sin contar con el hecho de que habitan en hacinamientos forzosos, lo que aumenta las posibilidades de contagio.
Bajo estas medidas, la reducción de personal no evitará que muchas empresas pese a todo, sigan teniendo pérdidas o una reducción sustancial de sus beneficios –mientras otras como las de alimentación seguramente hasta experimenten un aumento de las ventas–. Algunos «conspiranoicos» creen que la crisis ha sido forzada para llevar a cabo una «transformación tecnológica» donde de ahora en adelante las empresas no necesitaran a tantos empleados, y que de ahí viene toda esta crisis autoinducida. Lo cierto es que al terminar la crisis puede haber ciertos avances tecnológicos –o ninguno en especial–, pero de lo que estamos seguros es que no los habrá en tal número ni en tal distribución que permitan a todas las empresas seguir con el mismo número de plantilla de empleados que durante la crisis. La razón de esto es simple: cualquier sistema económico desarrolla mecanismos de defensa para aumentar la producción en periodos de turbulencias económicas como las recesiones o de sangrías demográficas –pero son mecanismos en muchos casos espontáneos, desiguales y que no llegan a todas las empresas ni a todos los países–, por lo que cuando la demanda vuelva a subir, y con ello la demanda de mano de obra, dichas empresas que hayan sobrevivido se verán obligadas a reincorporar a dichos empleados suspendidos temporalmente, a volver a introducir la jornada completa en otros casos, y a contratar a nuevos empleados –algunos incluso de los que previamente habían despedido–, y en caso de no poder satisfacer dicha capacidad de ampliación serán absorbidas por los monopolios, como ya habrá ocurrido durante la crisis con las empresas que entraron en quiebra. Esa es la dinámica del capitalismo en su etapa monopolista. Muchos economistas del revisionismo niegan esto y creen que todo puede ser salvado a base de recetas keynesianas [10], otros incluso niegan el proceso de monopolización [11], pero esto no es una opinión nuestra, solo estamos recogiendo los resultados de la historia sobre las crisis capitalistas.
Por último, no debemos olvidar que el gobierno ha inyectado dinero una vez más a los bancos para evitar una crisis crediticia:
«La mayor parte del paquete de medidas no tendrá coste presupuestario, ya que se trata de líneas de liquidez a las empresas a través de avales y préstamos para evitar una crisis de crédito –’credit crunch’–. En total, la línea de avales del Estado ascenderá a 100.000 millones de euros, lo que significa que será el Gobierno quien asuma el riesgo de morosidad para así aliviar a los bancos y garantizar que siguen prestando». (El Confidencial; El Gobierno movilizará 200.000 millones para amortiguar la crisis del coronavirus, 17 de marzo de 2020)
Para quien no lo entienda, esto significa que inyectará dinero a los bancos a través de dinero estatal y a través de las empresas privadas –que seguramente en el futuro obtengan un interés por dichos préstamos–.
Afirmar que el coronavirus lo están sufriendo mucho más los asalariados que los no asalariados es una obviedad tan grande como decir que la hambruna o las guerras afectan en mayor proporción a los proletarios que a los burgueses. Afirmar que la privatización del sistema sanitario dificulta afrontar la crisis sanitaria actual es otra obviedad. Que los respectivos gobiernos capitalistas van a querer proteger a los bancos y grandes empresas y harán todo para salvarlos, es otra obviedad. Que las medidas que se han tomado son y serán insuficientes para frenar al daño social que va a suceder, también es una afirmación nada sorprendente. Pero todo esto no supone nada más, son efectos de la crisis y del sistema que la gestiona, pero de ahí no se pueden derivar causas más profundas. Invertir la causa-efecto sin argumentación es propio de metafísicos. Soltar este tipo de frases anunciadas arriba no es el resultado de un «análisis marxista en profundidad», sino de repetir lo que todo el mundo puede saber a priori de otras experiencias, por tanto, ello no te convierte en un gran analista. Invertir la causa-efecto y añadir a esto teorías de la conspiración te convierten en cambio en un charlatán y en un irresponsable.
Todo esto indica que no es que el «capitalismo haya provocado apropósito esta crisis» ni que se trate de «pugnas imperialistas», sino que el capitalismo –en general– no está preparado para solventar una crisis de este tipo pese a tener los recursos de sobra a su alcance, que no sabe coordinarse a tiempo pese a ver lo que estaba sucediendo en otras latitudes. La incompetencia gubernamental para frenar este tipo de fenómenos va a dar una oportunidad para que efectivamente, unos sectores capitalistas saquen muchos beneficios –como el caso de la industria alimenticia o farmacológica– pero esto es algo que ocurre en muchísimas situaciones –ocurre con las recesiones económicas, guerras, adquisición de patentes y otro tipo de epidemias–. La competición por ver quien obtiene la primera vacuna en la que están inmersos ahora mismo China, EE.UU., Rusia y Alemania, es buena prueba de ello, pero no se puede calcular en qué momento y en qué proporciones se distribuirá la dichosa vacuna, quizás cuando se logre el problema haya concluido o esté por hacerlo.
En otro orden de cosas, hay que decir que la cuestión del coronavirus va a hacer que los gobiernos se vean abocados a inyectar dinero para mantener a flote muchas otras empresas importantes, pero también va a dedicar recursos en sectores apremiantes del momento como buscar material y personal sanitario, mantener el flujo de alimentos o acondicionar edificios para los más necesitados –ya se ha visto como el gobierno español demagógicamente va a condicionar lugares para los sin techo como si estas personas antes de la crisis no necesitasen de tal necesidad básica que en teoría recoge la Constitución de 1978–. El Ministro de Sanidad ha anunciado una compra masiva a China de respiradores, mascarillas, tests rápidos, guantes y demás por valor de 432 millones de euros, –a esto un inciso; más de 700.000 tests rápidos resultaron defectuosos, ante lo cual el gobierno chino reconoció que dichos productos no habían pasado las inspecciones requeridas–. Esto significa que se va a estar otorgando financiación estatal que bien se podría aprovechar en invertir –desde la óptica capitalista– en otros sectores mucho más suculentos en cuanto a ganancias –como sería exportar capital a otros países o en crear nuevas empresas–. Con lo que el destino de ese dinero es en muchos ocasiones una inversión de no retorno en servicios que demanda la crisis sanitaria; un capital totalmente desperdiciado desde el punto de vista de la rentabilidad capitalista.
El gobierno de España, y muchos otros del resto del mundo, se están viendo obligados a implementar medidas extraordinarias:
«En una rueda de prensa desde la Moncloa, Ribera defendió las medidas adoptadas por el Gobierno para garantizar suministros esenciales como la luz, el gas natural y el agua en este estado de alarma y aseguró que «ningún español que piense que está pasando una situación de dificultad va a sufrir ningún corte» de ninguno de ellos». (El Confidencial; El Gobierno modificará el bono social para incluir a los afectados por el coronavirus, 19 de marzo de 2020)
Entre otras medidas, se ha dado una moratoria hipotecaria:
«Se considera que un cliente está en situación de vulnerabilidad cuando «el deudor hipotecario pase a estar en situación de desempleo o, en caso de ser empresario profesional, sufra una pérdida sustancial de sus ingresos o una caída sustancia de sus ventas». También se considerará que es beneficiario de esta medida los clientes que hayan rebajado sus ingresos hasta el equivalente a a tres veces el IPREM anual de 14 pagas». El IPREM está situado en 7.519,59 euros anuales. Otra manera de considerar a un deudor como vulnerable es «cuando el esfuerzo que representa la carga hipotecaria sobre la renta familiar se haya multiplicado por al menos 1,3» a causa de la bajada de ingresos. Si se trata de un autónomo, podrá considerarse vulnerable si ha sufrido «una caída» de al menos del 40% de sus ingresos. El borrador con el que trabaja el Gobierno es que la moratoria no «devengarán intereses». (La Vanguardia; El Gobierno impone una moratoria en las hipotecas durante la crisis del coronavirus, 17 de marzo de 2020)
Aunque todavía está por ver que estas medidas se cumplan íntegramente que lo dudamos. Por citar un ejemplo, también «los gobiernos del cambio» de Podemos prometieron el fin de los desahucios, la inseguridad, la especulación mobiliaria, y nada cambió [12]. Aunque seguramente después de la nefasta gestión gubernamental PSOE/Podemos deban de esforzarse en cumplir alguna de estas medidas en pro de frenar la sangría de votos que se avecinará en las próximas elecciones.
En materia logística y de mando de la sanidad es de destacar que:
«Por primera vez en la historia de la democracia España dejará de tener 18 sanidades diferentes, la militar más las de las 17 comunidades autónomas, Un 155 sanitario, como han dicho algunos presidentes autonómicos. No se nacionaliza la Sanidad como explicó ayer el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, pero se pone «al servicio del Ministerio de Sanidad todas las instituciones civiles, militares, públicas y privadas». (ABC; La Sanidad queda bajo un mando único en España por el coronavirus, 16 de marzo de 2020)
En Francia se han tomado medidas más contundentes para garantizar la subsistencia de sus ciudadanos:
«En una alocución televisada, el presidente francés explicó que se dedicarán 300.000 millones de euros a salvar las empresas. Ninguna de ellas debe quebrar debido al coronavirus. El Estado asumirá el pago de los créditos bancarios contraídos. También se suspenderá el pago de impuestos y cotizaciones sociales, de las facturas de agua, luz y gas, así como los alquileres. No quedó claro si esto último se aplicará a las empresas o a toda la población, pero Macron insistió en que «ningún francés quedará sin recursos». (La Vanguardia; Francia asume los créditos y suspende el pago de alquileres, impuestos y recibos de luz, gas y agua, 16 de marzo de 2020)
¿Es acaso esto nuevo? Quizás para los que no han cogido un libro de historia en su vida, estas medidas suponen algo extrañísimo de explicar, algunos incluso lo calificarán de «cambio inevitable en el paradigma económico», otros de «un cambio de mentalidad de los poderosos», pero ni siquiera es un fenómeno nuevo ni propio del capitalismo:
«Al igual que los Estados industriales de la actualidad, también las sociedades preindustriales conocían procedimientos y mecanismos para aliviar un poco las evidentes desigualdades en el reparto de la fortuna y los ingresos. (…) Correspondía un papel importante a las transferencias voluntarias de bienes y de ingresos en forma de fundaciones y de donaciones caritativas. (…) Su principal objetivo ni en modo alguno era esa la intención no era la diversificación de la demanda ni el incremento del estándar de vida, sino asegurar los medios de subsistencia de las capas de la población, y con ello, evitar hambrunas, inquietud y rebeldía». (Ernst Hinrichs; Introducción a la historia de la Edad Moderna, 2012)
Hoy ocurre igual, hace tiempo que está más que demostrado que el capitalismo se sabe adaptar a las situaciones de crisis, incluso aprovecha tales situaciones para presentarse como un sistema benévolo.
Es más, en situaciones de epidemias, observó Engels que «La clase capitalista dominante no puede permitirse impunemente el placer de favorecer las enfermedades epidémicas en el seno de la clase obrera, pues sufriría ella misma las consecuencias», y «el ángel exterminador es tan implacable con los capitalistas como con los obreros», por lo que:
«Desde el momento en que eso quedó científicamente establecido, los burgueses humanitarios se encendieron en noble emulación por ver quién se preocupaba más por la salud de sus obreros. Para acabar con los focos de epidemias, que no cesan de reanudarse, fundaron sociedades, publicaron libros, proyectaron planes, discutieron y promulgaron leyes. Se investigaron las condiciones de habitación de los obreros y se hicieron intentos para remediar los males más escandalosos». (Friedrich Engels; Contribución al problema de la vivienda, 1873)
El gobierno de EE.UU. que inicialmente despreció la crisis,(coma) ahora ha reculado. Esta gestión negligente ha hecho que el principal banco del país tome medidas excepcionales que en otra situación no tomaría:
«La Reserva Federal (Fed) estadounidense ha anunciado finalmente este domingo que baja los tipos de interés hasta el 0% e inyecta 700.000 millones de dólares –625.000 millones de euros–». (ABC; La Reserva Federal rebaja al 0% los tipos de interés y anuncia una inyección de 700.000 millones, 15 de marzo de 2020)
¡¿Dónde se ha visto que un banco público o privado conceda un interés del 0%?!
El Banco Central Europeo (BCE),(coma) después de no ver la crisis tan seria como para actuar con determinación, también ha acabado cambiando de opinión, ofreciendo un pack de ayuda con grandes rebajas en los tipos de interés:
«Giro radical del Banco Central Europeo (BCE) en una semana. La autoridad monetaria lanzó anoche un programa especial de 750.000 millones de euros para adquirir títulos de deuda, lo que relaja las primas de riesgo tras el estrés de las últimas semanas. El desplome de la rentabilidad de los bonos soberanos se sitúa entre el 20% y el 50%, mientras que la bolsa cotiza con leves caídas tras iniciar la sesión con fuertes alzas. «Si el mensaje al mercado del BCE de la semana pasada fue un ‘haré lo que pueda’, con la acción de la pasada noche, el mismo ya empieza a mutar a un ‘haré lo que sea necesario». (El Confidencial; El BCE abarata el coste de la deuda hasta un 50%: «Vuelve al ‘haré lo necesario», 19 de marzo de 2020)
Algunos dirán que esta medida del BCE solo acrecentará más la dependencia de los países europeos hacia dicho banco, lo cual es cierto, pero de nuevo insistimos, dentro de la lógica capitalista, los gobernantes capitalistas tienen dos alternativas ante este abismo: o aceptar dicha ayuda y endeudarse más, o sucumbir a que su economía pueda declararse en bancarrota en breve. El BCE bien podría haber exigido en una situación como la actual unos intereses mayores aludiendo «la avalancha en la demanda de préstamos», pero precisamente los ha rebajado porque no le interesa poner en riesgo el sistema económico mundial, eso también implica indirectamente evitar que caiga una pieza y se vea un efecto dominó. Aquí se ve de manera clara como están íntimamente entrelazados el capital bancario y el industrial, formando lo que ya Lenin llamaba capital financiero. Los bancos necesitan las industrias para generar dinero a base de intereses y los empresarios industriales se hallan necesitados constantemente de créditos bancarios para poder mover la inmensa cuantía de capital que necesitan para crecer. Si cae uno de los dos en pánico, repercute de la misma forma en el otro, es la anarquía de la producción, su organización y distribución. Por ello, la economía global capitalista se asemeja a un juego de equilibrismos –en el cual desde luego se puede decir que siempre pierden los asalariados–.
¿Acaso alguna de estas medidas hubieran sido tomadas sin la aparición del coronavirus? ¿De verdad alguien cree que este pozo sin fondo que está siendo el coronavirus en lo económico, es celebrado en secreto por los líderes políticos de los países implicados? ¿Alguien cree que dichas medidas extraordinarias en materia de exención de impuestos, refuerzo de la sanidad, intereses bajos en los préstamos, etcétera… no serán derogadas cuando la crisis acabe porque suponen un lastre para el sistema capitalista?
Sobre la restricción de circulación, no es nada extraño, siendo algo contemplado en la legislación de los países capitalistas –pero es que los revisionistas igual que carecen de conocimentos de historia o economía, no le podemos pedir conocimientos en jurisprudencia–. Pero tampoco es específico de un país capitalista, viene a ser lo normal en una situación de este tipo, imperen las relaciones de producción que imperen; no se hace porque «la revolución esté a la vuelta de la esquina», que no se engañe el lector con tal inmbecilidad, sino porque es la única manera de cortar las vías de transmisión de la enfermedad, o al menos frenarla; son medidas epidemiológicas de manual. El problema fundamental estaría en la prolongación del estado de alarma o excepción cuando la epidemia ya esté superada, cuando no hay necesidad, pero no podemos adelantarnos a ese panorama futuro, y por supuesto, en los abusos que se pueden cometer durante las medidas lógicas a la hora de tratar una crisis sanitaria excepcional. Recordemos que como contrapartida en estos momentos extraordinarios también se permite vulnerar legalmente los derechos democrático-burgueses contemplados en las cartas magnas, lo que otorga una facilidad mayor para hacer pesquisas y redadas físicas y cibernéticas.
¿A qué nos referimos? Durante momentos delicados como guerras hemos visto como los gobiernos obtienen el poder absoluto de investigar, censurar y suprimir organizaciones o individuos, también se llevan a cabo nacionalizaciones del transporte y la industria si se alega que así es necesario «para salvaguardar los intereses de la nación», por lo que no es ni una inclinación hacia la estatización en lo económico ni una fascitización per se en lo político, sino un mecanismo temporal del sistema para asegurarse mejor su gestión durante la crisis. Sea como sea eso no justifica ni los casos de abusos de los cuerpos de seguridad a la hora de multar y arrestar a ciertos individuos, ni que el ambiente sea aprovechado para vulnerar otros derechos como tumbar la privacidad o el ya de por sí falso «derecho al trabajo», «derecho a la libertad» y a la «vivienda digna». El trabajo de los comunistas no está en promover una defensa abstracta de la libertad como hacen los anarquistas y revisionistas, sino en explicar el papel del Estado en una sociedad de clases. En explicar las dinámicas económicas del capitalismo que hacen del desempleo una necesidad, y de la especulación de la vivienda su rutina.
En algunos países como Rusia –de referencia para muchos de estos grupos revisionistas como el PCE (r)–, el salir a la calle ha sido penado mucho más rigurosamente que en España:
«Escapar del confinamiento puede implicar incluso penas de prisión. La pena más grave –cinco años– se da en caso de escapar de la cuarentena doméstica, infectar a alguien y que la persona infectada muera. Si las acciones de la persona enferma sólo condujeron a la infección múltiple de otras personas –sin muertes– afronta una multa de hasta mil euros al cambio actual, trabajo comunitario o un año de privación de libertad. Estos castigos están previstos en el artículo 236 del Código Penal de la Federación de Rusia sobre violación de las normas sanitarias y epidemiológicas». (El Mundo; Penas de cinco años de prisión por violar la cuarentena domiciliaria por coronavirus en Rusia, 9 de marzo de 2020)
En el extremo opuesto están aquellos que parece que todavía no comprenden la gravedad del asunto y piden la normalización y libre circulación de personas como si nada pasase. Véase el trotskismo y sus organizaciones en Argentina. Casualmente coinciden con Bolsonaro en la forma de encarar el problema, que calificó de «lunático» estúpido al gobernador de Sao Paulo por decretar la cuarentena que incluye restricciones de circulación o cerrar los comercios, ya que según él los efectos del virus iba a ser casi indetectables para la mayoría de la población. El negacionismo en la gravedad sanitaria también fue obra de Obrador en México. Semanas después parece que, ni derecha ni «izquierda», ni unos ni otros, tienen tan firmes sus antiguas convicciones sobre el coronavirus.
5) Los mensajes de los medios de comunicación, la intelectualidad y los políticos capitalistas antes la crisis sanitaria
Lejos de existir un plan desde las instituciones y medios de comunicación para producir un «pánico generalizado» entre la población, la tónica general ha sido quitarle hierro al asunto hace unos meses y semanas:
«Fernando Simón, coordinador de Emergencias Sanidad, ha dicho hoy que «España no va a tener, como mucho, más allá de algún caso diagnosticado» y que esperan que «no haya transmisión local y en ese caso sería muy limitada y muy controlada». (ABC; Fernando Simón: «España no va a tener, como mucho, más allá de algún caso diagnosticado», 31 de enero de 2020)
En febrero, el Ministerio de Sanidad publicó el surrealista mensaje que viene a continuación:
«Al llegar de una zona de riesgo puedes hacer vida normal. Si tras 14 días no tienes ningún síntoma, no es necesario tomar medidas». #CoronavirusESP». (Twitter; @sanidadgob, 26 de febrero de 2020)
La semana del 8 de marzo, día de la mujer trabajadora, ya en países como Alemania, Grecia, Polonia, Francia, se suspendían las clases, ferias, museos, eventos deportivos, aglomeraciones, etc. Los expertos en salud ya advertían a España el riesgo de permitir aglomeraciones. En cambio, desde el gobierno del PSOE-Podemos se hicieron llamamientos para asistir a la manifestación del 8M, ahí están las declaraciones de ministras como Carmen Calvo o Irene Montero. Esto no fue casualidad, tenía el fin de dar publicidad a su Anteproyecto de Ley de libertad sexual aprobada por el Consejo de Ministros, ya conocida como «Ley Montero», la cual, como toda ley feminista, es altamente desigual y subjetivista, aparte de contener contradicciones y palabras inexistentes en el vocabulario de la RAE, pero eso es otro tema que abordaremos proximamente.
Varias figuras periodísticas conocidas en el mundo revisionista y en el mundo feminista como Cristina Almeida, llegaron a afirmar con la demagogia que les caracteriza, que ella recomendaban ir a la manifestación del 8M pese al virus porque:
«Hemos tenido un virus durante siglos que ha sido el machismo y, como lo seguimos teniendo, es mucho más peligroso, más nocivo y más desigual que el coronavirus», ha reflexionado Cristina Almeida. «Por tanto, os llamo para irnos a la manifestación el 8 de marzo», ha concluido». (La Sexta; El motivo de Cristina Almeida para ir a la manifestación del 8M pese al coronavirus: «El machismo es mucho más peligroso», 6 de marzo de 2020)
Todo esto que estamos viendo se hizo en contra de las recomendaciones de varios expertos en salud:
«Madrid acogió el domingo la marcha feminista del 8-M, con 120.000 participantes, y el mitin de Vox, con 9.000 asistentes en un recinto cerrado como Vistalegre, a pesar de que la ciudad cumplía desde al menos tres días antes las condiciones en las que la agencia de salud pública europea cuestiona la conveniencia de celebrar estos actos e incluso desaconseja a la población acudir a ellos. Según un informe de riesgo fechado el 3 de marzo, esas condiciones son que haya un aumento de casos importados de Covid-19 y la constatación de que existe «una transmisión local limitada del virus». (…) En estas circunstancias, los Gobiernos deben promover entre la población «medidas de distanciamiento social», entre las que destaca en relación a este caso una sobre las demás: «Evitar actos multitudinarios innecesarios». Además, sostiene el ECDC, las autoridades tienen que «valorar si es conveniente cancelar estos actos en casos excepcionales». El Ministerio de Sanidad y la Comunidad de Madrid descartaron hacerlo y tampoco aconsejaron a la población adoptar las medidas de distanciamiento social recomendadas, lo que en la práctica hubiera supuesto llamar a no acudir a ambos eventos multitudinarios». (El País; Las marchas del 8-M se celebraron en contra del criterio de la agencia europea, 13 de marzo de 2020)
Como ejemplo del rol que han cumplido los medios de comunicación tenemos el caso paradigmático del programa dirigido por Risto Mejide «Todo es mentira», un bochornoso espacio claramente sensacionalista y afín al gobierno PSOE-/Podemos, pero que en esta ocasión en vez de usar el morbo de la tragedia para atraer espectadores, parece que tocaba defender a toda costa los intereses de la Moncloa contra viento y marea. Así en marzo se mofaban de la emergencia sanitaria mundial, gritando «¡Vamos a morir todos!» entre risas y aclarando que las noticias de los medios sobre la peligrosidad del coronavirus eran un «tratamiento informativo apocalíptico», como decía la feminista Marta Flich. Esto es solo un resquicio de lo que se ha podido ver en debates como «Espejo Público», «Al rojo vivo», etc., programas que se presentan solamente como un poco más «serios» pero que solo se han dedicado a traer a la palestra las diferentes tendencias dentro del parlamento.
En concreto, si ha habido una figura que ha intentado restarle importancia al asunto ha sido el jefe de Podemos Pablo Echenique:
«El pasado 25 de febrero, el dirigente de Unidas Podemos Pablo Echenique lanzó un mensaje que ahora parece un chiste: «el coronavirus está absolutamente controlado en España». «En las portadas y en las tertulias, el coronavirus corre desbocado y es una peligrosísima pandemia que causa pavor. En el mundo real, el coronavirus está absolutamente controlado en España. Ojalá un día el sistema mediático tenga la mitad de calidad que el sistema sanitario». Con este mensaje y poco después con el discurso que dio Lorenzo Milá en Televisión Española, Echenique quiso lanzar un aplaudido mensaje tranquilizador que ahora parece un chiste y que muchos han querido recordar». (Javier de Benito Hernández; El vidente Echenique, en febrero: «El coronavirus está controlado en España», 18 de marzo de 2020)
Por supuesto, tanto él como Risto, han sufrido una escarnio público estos días, ya que poco después de la manifestación, Begoña Gómez, Irene Montero y otras cabezas visibles del gobierno que encabezaron la marcha del 8m dieron positivo por coronavirus. Semanas después nadie del gobierno se ha dignado en hacer autocrítica y asumir responsabilidades, pese a que España es el país del mundo tras Italia con más muertes del mundo con más de 5.500 fallecidos y más de 40.000 hospitalizados, batiendo el récord de 832 muertes solo el 27 de marzo. En el colmo del cinismo, pudimos ser testigos de una infame entrevista de Irene Montero donde alegaba que las autoridades sanitarias no les habían advertido –cosa que como hemos visto es mentira–. Los líderes de Vox, irresponsablemente también arengaron a la gente a ir a su mitin el 8 de marzo de 2020 –teniendo sus jefes síntomas evidentes de contagio–. Como consecuencia, varios días después Ortega Smith o Santiago Abascal también dieron positivo al coronavirus. La incompetencia de los políticos españoles para enfrentar la crisis es casi inigualable, decimos, casi, porque realmente se lo están poniendo difícil en el exterior.
Si alguien desea ver la seriedad con la que los líderes mundiales han afrontado la crisis, puede echar un vistazo a las declaraciones previas del Presidente Boris Johnson:
«La polémica estrategia de Boris Johnson para frenar el coronavirus toca a su fin. La respuesta del Reino Unido a la pandemia, que consistía en dejar que el virus fluyera de forma natural y fuera infectando a la población para generar inmunidad, queda atrás después de que el primer ministro británico haya reconocido el fracaso de la medida y pida una «acción drástica» para parar la enfermedad. El gobierno ha recomendado a sus ciudadanos que teletrabajen y que viajen solo si es estrictamente necesario». (Economía Ditigal; Reino Unido asume el letal error de dejar que el virus circule, 18 de marzo de 2020)
Boris Johnson también ha confirmado haber sido infectado de coronavirus.
En los EE.UU. la gestión de Donald Trump no ha sido muy diferente, con una negligente gestión y sin realizar autocrítica alguna tras tener que rectificar su postura:
«11 DE FEBRERO. (…) «Para abril, ya saben, cuando caliente un poco, milagrosamente se irá, eso es cierto. Solo tenemos 11 casos y todos están mejorando», aseguró. Esto se ha comprobado es falso. En mayúsculas, la OMS ha dicho que el virus que causa el covid-19 «se puede transmitir en TODAS LAS ÁREAS, incluyendo aquellas de clima húmero y caliente». (…) 3 DE MARZO Para este momento, el tono del presidente comenzaba a cambiar y hablaba ya de una situación «imprevista». (…) «Pero es, ya sabes, algo nunca antes visto. Lo tienes todo el tiempo, aunque no en esta magnitud (…) pasan cosas que nunca imaginaste que sucederían, y tienes que afrontarlas. Tienes que hacer un montón de buen trabajo. Y te haces cargo de la situación». 9 DE MARZO Este día, en un tuit, Trump dijo que los medios que reportan «falsedades» y su «socio», el Partido Demócrata, estaban haciendo todo lo posible por «inflar la situación del coronavirus, mucho más allá de lo que sustentan los hechos». 17 DE MARZO «Siempre supe que era real, esto es una pandemia. Presentí que sería una pandemia mucho antes de que se le catalogara como pandemia», dijo en palabras diametralmente opuestas a las de fines de enero». (Univisión; Trump se desdice en la crisis del coronavirus: va de «está controlado» a «sabía que sería una pandemia», 19 de marzo de 2020)
Esta reacción precisamente echa abajo toda teoría conspiratoria sobre que el virus habría sido producido y promovido por EE.UU., ¡¿no hubiera sido el primero en reaccionar con medidas de contención en lugar de con una capacidad de maniobrar tan lenta que pone en tela de juicio la propia reelección del Presidente?!
En Colombia, Iván Duque como Presidente dijo sin sonrojo alguno:
«Seguidamente, el jefe de Estado señaló que en su despacho tiene un cuadro de la Virgen de Chiquinquirá, «de la patrona de Colombia. Esta mañana me desperté pidiéndole a esa patrona de Colombia que nos consagre como sociedad, que consagre a nuestras familias». (El Tiempo; Duque le pide protección a la Virgen de Chiquinquirá por coronavirus, 16 de marzo de 2020)
Esto no solo se reduce a los líderes de la derecha tradicional, en Venezuela el líder del «socialismo del siglo XXI» alentó a las masas a que:
«Nosotros que somos hombres de Dios, devotos, fervientes, practicantes del cristianismo de Cristo nuestro señor, tenemos que elevar la plegaria, por la unidad de los venezolanos. (…) Yo le pido a los cristianos, a los católicos, a los musulmanes, a los judíos y a la gente de todas las creencias y todas las religiones que diariamente construyamos una cadena de oración por la salvación de la humanidad». (Nicolás Maduro; Discurso, 19 de marzo de 2020)
Esto es normal, ya que la interrelación entre el revisionismo y religión viene siendo notoria desde siempre, mucho más como arma de manipulación [13]. La prueba es que las declaraciones de la derecha en Bolivia, con su Presidenta Jeanine Áñez han sido calcadas.
Aunque también hay quienes se han acogido a teorías naturalistas. De nuevo desde Podemos se decía son sonrojo alguno:
«La concejal de Juventud de Arrecife, Elisabeth Merino –Somos Lanzarote-Nueva Canarias–, ha afirmado que el coronavirus «es un aviso de la naturaleza de que puede ser que estemos llenando la Tierra de muchas personas mayores y no de jóvenes». En una radio local de Lanzarote, esta concejal de un partido «de izquierdas y ecologista» lanzó hace unos días su particular «teoría». Según Merino, sería la propia naturaleza quien ha lanzado el coronavirus para dar un toque a la humanidad porque hemos colapsado el planeta con demasiados ancianos». (COPE; Una concejal de izquierdas de Arrecife: «El coronavirus nos avisa de que hay muchos mayores», 19 de marzo de 2020)
Esta última recopilación de declaraciones demuestra que los políticos, periodistas, artistas, filósofos y en general todas figuras representantes y afines al sistema capitalista más allá de diferentes colores y matices, no han estado a la altura del problema ni en sus pronósticos ni en sus medidas. Pero para eso no necesitábamos pasar por esta crisis y sufrirla en nuestras carnes, simplemente nos bastaba con hacer memoria de otras situaciones. No es tanto una cuestión de malos actores –los políticos– como de mala película en general –las relaciones de producción capitalista–.
Ya advertimos que en tiempos de crisis es normal la aparición de pensamientos irracionales y religiosos, que contribuyen a reforzar a la reacción en la política:
«En tiempos de crisis, la desesperación, más el miedo, más la necesidad, más el déficit educativo o en su defecto, la educación encaminada a potenciar los sentimientos religiosos, hacen que afloren los profundos miedos inculcados por siglos de dogmas de lo incognoscible que se vale de la fe en perjuicio de la razón. Y de hecho, es una palanca que sienta las bases elementales que requiere por ejemplo el fascismo para lanzarse hacia la hegemonía política. No lo duden, estamos ante la misma coyuntura político-económica que originó el nazi-fascismo, otra cosa bien distinta es que la burguesía necesite del fascismo realmente en la actualidad para seguir gobernando, y dado los bajos niveles de concienciación entre los trabajadores y lo fácil que resulta manipularlos para seguir manteniendo el sistema de explotación asalariada que les enriquece y beneficia, no les hace falta. (…) El tiempo les dirá –si alcanzan a salir de la alineación que sufren– que la respuesta no está en las iglesias, sino en la revolución proletaria integral, esa que ya es urgente, pues ella es la única que puede solucionar la lacra del desempleo, un tratamiento adecuado de la cuestión ecológica, una resolución justa y amistosa de la problemática de la opresión nacional, la progresiva eliminación del chovinismo racial, del desequilibrio entre ciudad y campo, entre trabajo manual e intelectual, y muchas otras cuestiones que surgen o se arrastran bajo el capitalismo». (Equipo de Bitácora (M-L); España: Los crédulos se abandonan al rezo en tiempos de crisis, 2013)
Los que recurren a tesis extrañas para explicar lo que hoy acontece recuerdan a aquellos que para explicar la caída de la URSS recurren a «maniobras de injerencia del imperialismo», o reducen todo a «la traición» de uno u otro personaje visible; pero no analizan los enormes hechos palpables que tienen delante, y aceptan de buen grado especulaciones.
Quienes proclaman de forma idealista que esta crisis es consecuencia del equilibrio espiritual que «la madre naturaleza busca» y que por eso «se nos castiga» sufren de un panteísmo arcaico; los que lo explican en base a los designios de su dios también sufren de defectos muy parecidos, recurriendo en consecuencia a explicaciones teológicas. Por ello, este tipo de teorías no merecen ni ser comentadas en exceso, puesto que religión y ciencia no casan, son como agua y aceite.
Los existencialistas –algunos hasta vestidos de marxistas– que proclaman que el virus es casi una «bendición» para la «degeneración que ha llegado la humanidad», solo se les puede tachar de misántropos y de individualistas derrotistas que difícilmente podrían tener cabida en una sociedad colectiva socialista sino reforman su pensamiento.
La nueva derecha y la tradicional –PP, C’s, Vox–, aunque también elementos extravagantes como los anarco-capitalistas, argumentan que la ola de recortes y privatizaciones que ha asolado España en la sanidad en los últimos años a nivel nacional y a nivel regional no tiene relación alguna con la crisis sanitaria. Incluso culpan a la existencia de la propia sanidad pública de ser la causante del desastre, para ello aluden a la supuesta gran inversión recibida estos años, al mismo tiempo que aluden al poco estímulo de los trabajadores en su desempeño, cosa que según aconsejan, se resolvería en la empresa privada. Quien afirma esto no solo no comprende de economía sino que es un demagogo desalmado que niega el trabajo que están realizando los sanitarios de distintos campos con escasez de materiales y presión psicológica al límite. Están insultando a gente que a diferencia de parásitos como ellos, son verdaderos héroes y aportan una servicio útil a la comunidad.
También los intelectuales de ideología anarco-capitalistas claman la conocida falacia de que el mercado se regula solo, algo que repiten como un mantra. De forma populista ellos también dicen lamentar los abusos de los monopolios en cuestiones como el precio de la luz, la calefacción y demás, pero ignoran adrede las estadísticas y la historia económica que demuestra que el libre mercado y el desempeño de la ley del valor galopando sin freno es la que fundamenta y posibilita el crecimiento de los monopolios, solo de esa forma se produce el hecho de que se produzcan que las empresas hagan acopios de productos necesarios o alteren los precios del mercado de forma escandalosa. La línea de defensa liberalista de los neoliberales y anarco-liberales está centrada no en analizar los datos y exponer la verdad por el bien de la humanidad… sino en su pensamiento sofista de querer imponer, sin importarles la realidad, su modelo económico capitalista a toda costa. Uno donde las formas de propiedad privada abarcarían todos los campos posibles como panacea para todos los problemas. La razón de esto se puede buscar en algunos anarcoides en su intelectualismo utópico pequeño burgués, pero en el caso mayoritario de los políticos la razón es que son parte o representantes de los propietarios de los medios de producción.
Es cierto que ha habido un mayor gasto per cápita en salud. Desde 2012 con una inversión de 1.456€/per cápita, ha aumentado y ahora en 2018 se destinó 1.617 €/per cápita. En cambio en cuanto al gasto destinado concretamente en lo público los datos son muy diferentes: en 2009 hubo un 75,18% hacia el Gasto Público en Salud del Gasto Total en Salud, el cual ha ido bajando hasta 2018 con un 70,47%, un número que no sucedía desde hace décadas, tendríamos que ir al año 1974 para ver un 71,97%. Ni que hablar de porcentajes como el 85,06% destinado en 1983. Aunque hipotéticamente un aumento progresivo de los presupuestos y también de los gastos destinados en salud pública, eso no significaría que se estuviesen cubriendo debidamente las demandas de la población, eso es un silogismo barato, pero es que en el caso concreto de España como acabamos de ver, cada vez se destina menos dinero a la sanidad pública. Y como es evidente no solo se trata de un incremento progresivo del presupuesto que no llega a cubrir el déficit adquisitivo de los centros hospitalarios, sino que no hay inversión suficiente como para que la salud pública pueda contratar más personal médico sanitario, de mantenimiento y administrativo; así como adquirir lo más avanzado de la técnica médica, añadido a los necesarios insumos médicos que en estos tiempos se han visto limitados. A esto hay que añadir que cada comunidad autónoma hace una gestión propia de sus recursos sanitarios, esto supone que no hay convergencia de prioridades y objetivos, ni un plan nacional de salud, que ha resultado en otro gran defecto. Mientras en comunidades como Madrid optan por un modelo privatizador neoliberal clásico, con despido de personal, venta de instalaciones, etc.; en Cataluña la privatización se ha desarrollado de un modo encubierto consistente en la «externación de servicios», es decir: se dejó de contratar personal e invertir en infraestructura y técnica médica dentro de la sanidad pública, en su lugar han contratado a clínicas privadas que asumen esos servicios, lo que redunda en la destrucción de la Sanidad.
Ahora salgámonos de los datos generales, y vayamos a otros más concretos:
«La sanidad pública española lleva años funcionando al 100%. Desde el 2010, tanto los gobiernos de España como los de sus diferentes autonomías –la sanidad es una competencia transferida– aprobaron una serie de recortes sanitarios que debilitaron el sistema y que lo dejaron desnudo a la hora de afrontar, entre otras cosas, esta excepcional crisis sanitaria causada por la pandemia de coronavirus. Según el sindicato Metges de Catalunya (MC), Catalunya perdió, en los últimos años, unos 900 médicos de atención primaria –aunque a raíz de la huelga del 2018 se recuperaron en torno a 250– y mil camas de agudos». (El periódico; La sanidad pública de España, al límite tras años de recortes, 18 de marzo de 2020)
He aquí algunos datos:
«España destina un 5,9% de su PIB al gasto sanitario público y Catalunya, un 3,9%. La media europea es del 7,5%. Mientras tanto, aparecen nuevas necesidades de atención primaria y aumentan los cuidados a largo plazo por el envejecimiento. (…) La Comisión Europea señala que los pagos directos por medicamentos aumentaron en España entre el 2010 y el 2014. Disminuyeron un poco en el 2015 hasta alcanzar el 24% del gasto sanitario total en el 2017. El porcentaje está muy por encima de la media europea, situada en el 16%. (…) La ratio de enfermeras está en 5,7 por cada mil habitantes: la media europea es del 8,5. Todos los sanitarios han acusado un aumento de los contratos temporales y parciales. Según CCOO, el 30% de todos los empleados tenía un contrato temporal en el 2017, frente al 27% en el 2012. (…) El Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (CESCR), en el 2018, señaló que entre el 2011 y el 2015 el gasto sanitario privado creció a una media de un 2,8% anual, mientras el gasto público cayó a una tasa de un -0,8% anual». (El periódico; La sanidad pública de España, al límite tras años de recortes, 18 de marzo de 2020)
Veamos algunos rasgos de estas medidas tomadas durante años:
«En su informe ‘State of Health in the UE. España. Perfil sanitario nacional 2019’, la Comisión Europea (CE) destaca que «una importante parte» de los profesionales sanitarios tienen «contratos temporales», lo que «aumenta la tasa de rotación del personal». La Comisión incide especialmente en que el porcentaje de enfermeras por ratio poblacional está «muy por debajo» de la media de la Unión Europea (UE): 5,7 por cada mil habitantes frente al 8,5 europeo. «Hay una inquietud creciente sobre la escasez de enfermeras y médicos, en particular de médicos de familia, ya que muchos se aproximan a la edad de jubilación», recoge el informe. En Catalunya faltan unas 17.000 enfermeras, según el Consejo General de Enfermería. (…) Esta situación la viven también otras comunidades autónomas. «En la Comunidad de Madrid se hicieron recortes y reformas sin ningún tipo de planificación. Se construyeron siete hospitales de concesión privada, pero en total disminuyó el número de camas –se cerraron en los públicos–», denuncia Miguel Ángel Sánchez Chillón, presidente del Ilustre Colegio de Médicos de Madrid (Icomem). «Hubo recortes en personal y en la renovación de material. Ahora se nos ven más las costuras». (El periódico; La sanidad pública de España, al límite tras años de recortes, 18 de marzo de 2020)
Los crédulos, utópicos, y demagogos de distinto perfil nos aseguran que gracias a esta crisis el sistema puede ser reformado, que esta crisis podrá ser el momento perfecto para concienciar a los de arriba y a los de debajo de que se debe asentar una sanidad universal de calidad para que algo así no vuelva a suceder. Esta es una promesa muchas veces hecha que nunca se ha cumplido y que no va a cumplirse tampoco ahora. Es más, el principal actor de dicha promesa será la falsa «izquierda» del PSOE, aunque estamos seguros que su lacayo Podemos y otras organizaciones menores se esforzaran por vender el nuevo relato. Pero el grupo que los capitanea:
«Es el culpable de la adhesión de España a la OTAN y a la Unión Europea, conocido además por las medidas de desindustrialización, terrorismo de Estado, y conocidos casos de corrupción en los 80 y 90. Para muestra un dato: las mayores huelgas del postfranquismo se han producido durante los gobiernos del PSOE en la era de Felipe González, el cual atacó la sanidad, las pensiones, la educación y los derechos laborales». (Equipo de Bitácora (M-L); Las elecciones, la amenaza del fascismo, y las posturas de los revisionistas, 2019)
Tener fe en que esto es posible, es desconocer las leyes económicas que operan en el capitalismo, incluyendo las empresas estatales:
«¿Y es que acaso si los Estados Unidos de Obama nacionalizara-estatizara la mayoría de sus empresas dejaría de ser un país imperialista o seguiría siendo un país capitalista con un amplio capitalismo monopolista de Estado? ¿Dejaría de dominar la burguesía estadounidense o es el capitalismo de Estado una forma de dominación colectiva de la burguesía? ¿Acaso la socialdemocracia nórdica cuando creaba un sector estatal que ocupaba gran parte de su economía estaban creando socialismo o creaban capitalismo de Estado porque esas empresas se regían por métodos y leyes capitalistas? La respuesta para todo marxista en estas preguntas es siempre la segunda opción por supuesto. La burguesía históricamente dependiendo del momento ha usado las nacionalizaciones, la propiedad de tipo estatal y cooperativa pero ello no ha alterado el carácter capitalista de las relaciones de producción. Marx y Engels ya explicaron los ejemplos de varios países que nacionalizaban las empresas tabaqueras, de transporte y grandes sectores sobre todo en casos de guerra. O si leemos a Lenin veremos cómo hablaba de que los monopolios estatales agrandaban las ganancias de la burguesía, la corrupción y como también estaban interrelacionados con la creación y saneamiento de los monopolios privados. Otro ejemplo sería la propia formación de la industria y la expansión de la burguesía gracias a las empresas estatales, algo que todo país capitalista ha pasado en uno u otro momento». (Equipo de Bitácora (M-L); Algunas cuestiones económicas sobre la restauración del capitalismo en la Unión Soviética y su carácter socialimperialista, 2016)
Esto es una evidencia, puesto que:
«Si el capitalismo pudiera adaptar la producción no a la obtención del máximo de beneficios, sino al mejoramiento sistemático de la situación material de las masas populares, si pudiera hacer que los beneficios no sirviesen para satisfacer los caprichos de las clases parasitarias, para perfeccionar los métodos de explotación y para exportar capitales, sino para elevar de manera sistemática la situación material de los obreros y campesinos, no habría crisis. Pero entonces el capitalismo dejaría de ser capitalismo. Para suprimir las crisis, hay que suprimir el capitalismo». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili; Stalin; Informe Político del Comité Central ante el XVIº Congreso del Partido Comunista (bolchevique) de la Unión Soviética, 29 de junio de 1930)
La teoría «thälmanniana» [14] de que para la revolución «cuanto peor mejor», que algunos maoístas y anarquistas recogen en estos días, es absurda del todo. Teorizar que el caos sanitario va a propiciar una «agudización de las contradicciones de clase», que llevará a una «revolución», es quijotesco, ante todo es ignorar los mecanismos del sistema para defenderse y salir airoso. Pero en caso de que la crisis propiciase unas condiciones más aptas, el factor subjetivo seguiría siendo casi nulo en la mayoría de los países con lo que seguiría sin haber todos los factores que se necesitan para una revolución con mayúsculas. Dicho de otro modo: propagar que hay que celebrar e incluso promover el descontrol de una pandemia mundial cuando no existe ni siquiera un partido comunista serio para capitalizar dicha crisis, es lo mismo que desear el sufrimiento de los asalariados en vano, simplemente en aras de la vaga esperanza de que la crisis ayudará mágicamente a los comunistas a resolver las tareas de falta de influencia entre las masas que no han cumplido en décadas. O peor: es teorizar que las masas espontáneamente se levantarán contra el gobierno y una vez lograda la proeza de derrocar al sistema imperante, construirán el socialismo sin un partido de vanguardia. Algo surrealista, voluntarista y sin sustento histórico. Se nota que estos tipos más que inspirados por Marx, están inspirados por anarquismo más nauseabundo e infantil:
«Un revolucionario desprecia cualquier teoría: renuncia a la ciencia actual y la deja para las generaciones futuras. Solo conoce una ciencia: la de la destrucción». (Mijail Bakunin &; Sergei nechayev; Catecismo revolucionario, 1866)
El proletariado, hasta que no pueda tomar el poder y edificar su propio sistema, debe defenderse dentro del capitalismo con toda la agresividad posible, debe exigir y presionar para obtener todas las prebendas que pueda sobre materia de vivienda, sanidad, educación, salarios, etcétera que mejoren su situación y que permitan su organización, pero jamás podrá hacerlo de forma efectiva sin el partido comunista, incluso si este se detiene ahí, sería un economicismo sin perspectivas revolucionarias, y muy posiblemente caiga en el posibilismo y el reformismo. A su vez, los comunistas tienen asignado otra tarea como es poner al desnudo ante las masas trabajadoras que las crisis no son casuales y que la incapacidad de los diversos gobiernos y sus séquitos para resolverlas tampoco, es decir, hay que explicar con paciencia y de forma sencilla las causas de este tipo de crisis pero sin caer en el fatalismo y el derrotismo, sino tratando de abrir la perspectiva de que el socialismo en la concepción marxista-leninista es un modelo alternativo real, la única conclusión lógica.
Lenin dedicó un escrito demoledor hacia las ilusiones que profesaban los seguidores del «socialismo municipal» de los fabianos ingleses, una crítica que hoy mantiene toda su vigencia:
«La utopía filistea y reaccionaria de la realización parcial del socialismo aparece con singular claridad como una causa perdida. Se traslada la atención a la esfera de las cuestiones menudas de la vida local, no al problema de la dominación de la burguesía como clase, no al problema de los instrumentos principales de esta dominación, sino al problema referente a cómo gastar las migajas arrojadas por la burguesía nea para «atender a las necesidades de la población». Se comprende que si se destacan estos problemas relacionados con el gasto de sumas insignificantes –en comparación con la masa total de plusvalía y con la suma total de gastos estatales de la burguesía– que la propia burguesa accede a entregar con destino a la sanidad pública –Engels señalaba en «El problema de la vivienda» que las epidemias contagiosas en las ciudades asustan a la propia burguesía–, con destino a la instrucción pública –¡la burguesía no puede prescindir de obreros instruidos, capaces de adaptarse al elevado nivel de la técnica!–, etc., en la esfera de problemas tan menudos es posible perorar acerca de la «paz social», de los efectos nocivos de la lucha de clases, etc. ¿De qué lucha de clases se puede hablar aquí, si la propia burguesía gasta dinero para «atender a las necesidades de la población», para sanidad y para instrucción pública? ¿Para qué hace falta la revolución social, si a través de la administración autónoma local se puede ampliar poco a poco y gradualmente la «propiedad colectiva», «socializar» la producción: los tranvías de caballos y los mataderos a que hace referencia tan a propósito el honorable Y. Larin? El oportunismo filisteo de esta «corriente» consiste en que se olvidan los estrechos límites del llamado «socialismo municipal» –de hecho, capitalismo municipal, como dicen con razón los socialdemócratas ingleses, al rebatir a los fabianos–. Se olvidan que, mientras la burguesía domine como clase, no puede permitir que se toque ni siquiera desde el punto de vista «municipal» las verdaderas bases de su dominación; que si la burguesía permite, tolera el «socialismo municipal», es justamente porque éste no toca las bases de su dominación, no lesiona las fuentes serias de su riqueza, abarca exclusivamente la estrecha esfera local de gastos que la propia burguesía entrega a la gestión del «pueblo». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; Programa agrario de la socialdemocracia en la primera revolución rusa de 1905-1907, 1907)
Por eso:
«Mientras exista el modo de producción capitalista, será absurdo querer resolver aisladamente la cuestión de la vivienda o cualquier otra cuestión social que afecte la suerte del obrero. La solución reside únicamente en la abolición del modo de producción capitalista, en la apropiación por la clase obrera misma de todos los medios de subsistencia y de trabajo». (Friedrich Engels; Contribución al problema de la vivienda, 1873)
Concluimos con unas reflexiones centradas en lo sanitarios estrictamente.
«1.- No, el nuevo coronavirus no es el primer coronavirus capaz de infectar a los seres humanos.
El nuevo coronavirus –cuyo nombre científico es SARS-CoV-2– es el séptimo de esta familia que puede infectar a los seres humanos. Los otros seis conocidos son el SARS CoV-1, el MERS, el HKU1, el NL63, el OC43 y el 229E.
2.- No, el nuevo virus no es el primero que causa una enfermedad respiratoria grave.
Dos coronavirus anteriormente conocidos: el SARS CoV-1 y el MERS causan enfermedades respiratorias graves.
Fallecen el 10% de las personas infectados por el SARS Cov-1, mientras que el MERS causa la muerte del 30% de los pacientes.
3.- Que los murciélagos sean el origen del virus no es ninguna sorpresa. Desde hace años sabemos que los murciélagos son una inmensa fuente de coronavirus.
En el año 2017, un grupo de científicos chinos tomó muestras de 1.000 murciélagos en varias cuevas del país. Descubrieron 73 nuevos coronavirus hasta entonces desconocidos». (…) Aunque se cree que el actual coronaviris saltó de modo natural al pangolín y de este a los humanos.
4.- No, el nuevo coronavirus no tiene origen en una «manipulación genética» de laboratorio.
Un detallado análisis realizado por el virólogo Kristian G. Andersen, desmonta otro de los bulos que circulan: el que afirma que el virus fue creado intencionalmente en un laboratorio.
Utilizando la secuencia genética, Andersen encuentra características del virus incompatible con el cultivo celular. En particular, la composición de la proteína de la punta y el dominio de enganche del receptor». (El Público; Hechos contra teorías de la conspiración sobre el origen del coronavirus, 19 de febrero de 2020)
La mortalidad de COVID-19 no es muy diferente al de la gripe común, pero el problema real, y por lo que hay que extremar medidas, es que si se produce una gran masa de infectados de manera simultánea, pongamos hipotéticamente el número de 100 millones de personas, la tasa de mortalidad causaría unos 5,8 millones de muertes –en la actualidad se han infectado 167.447 alrededor del mundo y tiene una tasa de mortalidad de 5,8%–. En dicho caso, los sistemas de salud no serían capaces de atender a los casos que lo requieran y colapsarían sin remedio, esto traería un incremento de la mortalidad tanto por la enfermedad en sí como por otras causas que no podrían ser resueltas dado el del colapso, como ya ha pasado en países como Italia, con escenas dramáticas donde los protocolos médicos decretaron el descarte de pacientes con cáncer, inmunodeficientes, con problemas respiratorios, cardiovasculares y demás otras patologías.
Esto haría que las sociedades envejecidas tuvieran una situación realmente dramática, en especial países como España que cuenta con una elevada proporción de población de la tercera edad. El problema no es que la gente muera en Italia porque «es un país» de viejos como decía Bolsonaro con desdén, sino la capacidad sanitaria de atender a viejos y jóvenes.
A pesar de cualquier protocolo puesto en marcha, por muy restrictivo que nos parezca, pueden producir y derivar en errores que lleven al desastre: Italia es gran ejemplo de ello, allí se produjo un error de diagnóstico; específicamente sucedió que el fallo en el protocolo de manejo del paciente sospechoso de padecer COVID-19 llevó a que el paciente cero de la actual crisis sanitaria del país no fuera identificado a causa de su origen geográfico, en ese momento se creía que el COVID-19 solo lo podían padecer foráneos, por lo que este sujeto sería enviado a casa con un diagnóstico de enfermedad respiratoria común, el paciente socializó y generó la situación que conocemos. Esto nos deja un ejemplo muy claro: a pesar de que se tenga un protocolo de acción bien definido, este puede fallar, de ahí que sea esencial tomar las necesarias precauciones. Aprovechamos para recomendar a los lectores que sigan las indicaciones, eviten el contacto social innecesario, extremen las medidas de higiene, sin caer en la histeria, que jamás ayuda en momentos así. Un punto esencial en la evolución de la enfermedad es la «carga viral», algo que se empezó a estudiar hace años con el auge de los casos de VIH. La llamada «carga viral» no es más que la concentración del virus en una muestra sanguínea, a mayor carga viral peor respuesta inmunológica, y mayor probabilidad de presentar formas graves de la enfermedad, de ahí la importancia de aislarse para evitar reinfecciones; que quede claro que la carga viral es importante en el desarrollo de la enfermedad, pero esa evolución también va a depender de otros factores como es el caso del sistema inmunológico del sujeto infectado –hay sistemas inmunológicos altamente eficientes que combaten absolutamente a todo extraño que ingrese al organismo y otros sistemas inmunológicos que son más blandos a la hora de defender al organismo, normalmente estos son los pacientes que desarrollan la enfermedad–, también del estado nutricional, así como de la edad». (Equipo de Bitácora (M-L); Algunas consideraciones sobre el COVID-19 [Coronavirus], 2020)
Notas:
[1] Para ver la información sobre el PCOE pinche [aquí]
[3] Los comentarios de Noam Chomsky puede ser encontrados en castellano en el artículo del trotskista Heiko Khoo: «Noam Chomsky y el marxismo» de 2004.
[4] Las simpatías de Abad de Santillán con la Falange-JONS de Primo de Rivera y las conexiones entre anarquistas y fascistas pueden ser vistas en las anotaciones del post: Algunas cuestiones relativas a la crítica del anarquismo.
[5] «No se puede reducir todo atentado existente como hacen algunos a un «ataque de bandera falsa» autoperpetrado por la burguesía en el poder porque sería algo irreal. El terrorismo bien sea provocado de forma directa o indirectamente también acarrea a su vez problemas para la misma burguesía en el gobierno, ya que desde grupos rivales políticos se le reclama por no saber atajar la oleada de ataques terroristas y no «saber defender a la ciudadanía», se crea un desconecto entre las masas trabajadoras por el estado constante de inseguridad en las calles, y por último económicamente supone un freno en sectores como el turismo que afectará a la burguesía y pequeña burguesía. Por ello la burguesía en el poder no puede hacer uso exclusivo del fenómeno del terrorismo para mantenerse y reforzar su posición de poder, más bien puede aprovecharse del fenómeno una vez acaecido o fomentarlo en diversos momentos para fines muy concretos, pero sin pasarse, ya que las consecuencias pueden suponer su caída política en favor de otras agrupaciones. Por ello en cada atentado terrorista debemos analizas todo sin apresurarnos a simplemente calificar sin pruebas concluyentes que los atentados terroristas siempre son autoataques, sino nos acercaríamos más a charlatanes de la «conspiranoia» que a analistas marxistas». (Equipo de Bitácora (M-L); Aclaraciones pertinentes sobre el atentado terrorista en Barcelona [Recopilación documental], 26 de enero de 2017)
[6] El empresario Amanacio Ortega ha donado 300.000 mascarillas a la sanidad pública, dicha empresa ha sido de los primeros en decretar un Erte a 45.000 trabajadores aunque dice garantizar su sueldo durante la suspensión. Fuera de España cuenta con 145.000 trabajadores, lo que ya da a entender que como para cualquier burgués: su prioridad no es el desarrollo de su patria sino el de su bolsillo. Existe toda una legión de periodistas afines a él como Juan Manuel López-Zafra, que afirman que es mentira que desarrolle actividades de explotación infantil. Lo cierto es que Zara, otra de de las empresas de Ortega, tuvo que pagar una multa precisamente por esa causa. La Agencia EFE reportaba que:
«La multinacional española Zara deberá pagar 5 millones de reales –1,5 millones de dólares– en Brasil en el marco de un nuevo acuerdo firmado con la Fiscalía por un caso de trabajo esclavo registrado en 2011, informó hoy el Ministerio Público del Trabajo (MPT) de Sao Paulo». (El periódico; Zara deberá pagar 1,5 millones dólares en Brasil por caso de trabajo esclavo, 13 de mayo de 2017)
Parte de la fortuna de este gran «patriota», se ha cosechado evadiendo impuestos al Estado a través de diversas fórmulas:
«Amancio Ortega, dueño y fundador de la empresa textil Inditex es, con un patrimonio estimado de más de 61.000 millones de euros, el segundo hombre más rico del mundo según el ranking de la lista Forbes. La multinacional que controla su buque insignia, Zara, declaró en 2015 un beneficio neto de 2.880 millones de euros, pero no es oro todo lo que reluce. De hecho, y según un estudio presentado este jueves, sólo entre 2011 y 2014 Inditex se sirvió de «agresivas técnicas de ingeniería fiscal» para evitar pagar 585,72 millones de euros en impuestos. Y esta cantidad sólo supone una estimación de la elusión fiscal-legal, a diferencia de la evasión fiscal- practicada por el gigante textil sirviéndose de sus red de empresas en Holanda, Irlanda y Suiza, aunque el estudio en cuestión advierte de que la cifra exacta podría ser mucho más elevada. (…) Estos son sólo algunos de los datos del informe presentado este jueves en el Europarlamento por varios eurodiputados del grupo de Los Verdes/ Alianza Libre Europea en rueda de prensa. A lo largo de una treintena de páginas, el estudio Tax Shopping: explorando el negocio de elusión fiscal de Zara, que firma el economista Marc Tataret -Universidad de Barcelona (UB)-, documenta algunas de las «técnicas clásicas» empleadas por la empresa matriz para eludir impuestos». (El Público; Inditex esquivó 600 millones en impuestos gracias a la ingeniería fiscal, 7 de diciembre de 2016)
Casualmente, los economistas que niegan estas triquiñuelas de la economía sumergida, son los mismos que luego se echan las manos a la cabeza con la aparición de los «Papeles de Panamá».
[7] He aquí un ejemplo del servilismo hacia el revisionismo y el capitalismo:
«Todos estos hechos ponen manifiesto la superioridad de una sociedad con la economía planificada como la China que, finalmente y tras una batalla ejemplar en la que las personas fueron el centro de toda su gestión, no solo ha sido capaz de vencer la pandemia, sino que está en condiciones de ofrecer, junto a Cuba y sus brigadas médicas, su solidaridad internacionalista al mundo. HOY VENCER AL COVID-19. MAÑANA DERROTAR AL CAPITALISMO». (Partido Comunista de todos los Pueblos de España; 200.000 millones, no es un escudo, es un plan de rescate empresarial con un limitado anexo social, 2020)
Este es un ejemplo de los muchos que existen. Para refutar estas afirmaciones recomendamos lo que sigue.
Véase sobre China:
–China como un «país pacífico que no se mete en asuntos externos»; Equipo de Bitácora (M-L), 2018
[8] Véase sobre Cuba:
–Sobre el supuesto intachable e innegable internacionalismo de Cuba
[9] Sobre los logros sociales como sinónimo de «socialismo» marxista:
«Nos parece esencia aquí empezar con una digresión sobre los términos tan distorsionados como son las palabras «izquierda» y «socialismo». Para todo socialdemócrata como para todo revisionista y para todo pequeño burgués, estas palabras definen no una sociedad donde es abolida la esclavitud asalariada, sino una sociedad donde el bienestar material es asegurado a todos o casi todos y donde es garantizado una cierta seguridad sobre el plan social y de empleo. Para un no marxista se representa el socialismo como un simple asunto de redistribución de las riquezas o se manifiesta por la baja pobreza o de desigualdades, el socialismo es para él un índice de progresismos. Lo mismo que un pequeño burgués contempla los «logros sociales» solo en el estrecho marco nacional de su país, haciendo caso omiso del lugar que ocupan las relaciones de producción. Para todos aquellos que se horrorizaron por el análisis de las relaciones de producción, para aquellos que están tentados de continuar clamando que «a pesar de todo» es decir a pesar de la existencia de una burguesía monopolista de Estado, los países revisionistas permanecieron como países «socialistas», «más igualitarios», tomemos en serio sus enfoques por un momento. Si tomamos como indicador de socialismo el criterio de distribución menos desigual de la riqueza, solo tenemos que comparar a los países bajo el coeficiente de Gini. El coeficiente de Gini indica en qué medida se da la distribución del ingreso de los hogares y como se apartan de una igualdad perfecta. Varía de 0 a 100, presentando 0 la igualdad perfecta y 100 la desigualdad máxima. (…) En 2005 el indicie de Gini daba un 67 a la media mundial. Países como Suecia, Noruega, Finlandia y Dinamarca poseen actualmente las disparidades más reducidas de renta, materializándose en un coeficiente superior a 20 pero inferior a 30 en tal índice». (Vincent Gouysse; Imperialismo y antiimperialismo, 2007)
Sobre los criterios para evaluar las relaciones de producción de un régimen:
«Entre los revisionistas el criterio del socialismo es en los índices tales como:
1° La base –absoluta o relativa– del número de pobres, sin tener en cuenta ni la existencia de una clase social burguesa, ni la posición internacional del país.
2° El aumento de la producción en las diferentes ramas de la economía.
3° La existencia de subvenciones sociales en la educación, sanidad, etc.
Pero estos índices revelan una concepción idealista y agnóstica del socialismo, ya que no toca directamente los análisis de clase en lo nacional e internacional, ni se recurre a un análisis sobre las relaciones de producción. Estos índices, tomados aisladamente también pueden ser parte de las relaciones de producción burguesas. Entre los revisionistas, sólo describen de manera muy parcelaria y superficial –en el mejor de los casos– una realidad económica y social, mientras que los índices objetivos, ellos, permiten apreciar la realidad económica y social a partir de sus fundamentos objetivos y en su carácter global. Los índices en los que se fijan los revisionistas se focalizan en las apariencias o en los detalles, olvidando lo esencial y reproduciendo las estadísticas burguesas en su forma bruta y sin la menor crítica. ¡La piedra de toque entre la compresión del materialismo dialéctico no está constituida por estos índices ni siquiera en el reconocimiento de la existencia de la lucha de clases, sino por su base material económica!
Esto demuestra su agnosticismo y su idealismo cuanto tratan la cuestión de la construcción del socialismo. Estos diseños conducen a la negación de las leyes universales del marxismo-leninismo y a la sustitución por unos puntos de vista antimaterialistas que durante medio siglo de dominación revisionista internacional, promovieron y reforzaron desde los revisionistas en los ex países socialistas, los revolucionarios democrático-burgueses y hasta los nacionalistas burgueses que procuraron vestirse de ropajes socialistas y marxistas:
«La negación de estas leyes conduce al revisionismo. Especulando con los cambios que se operan en el mundo y con las condiciones nacionales específicas, los revisionistas han sustituido las verdades universales del marxismo-leninismo por sus tesis y conclusiones antimarxistas y contrarrevolucionarias». (Enver Hoxha; Informe en el VIº Congreso del Partido del Trabajo de Albania, 1 de noviembre de 1971)
Es pues con una gran perspicacia es que marxistas-leninistas albaneses observaban el hecho de que:
«El agnosticismo devino en una de las formas fundamentales de las diversas corrientes y subcorrientes de la filosofía burguesa contemporánea. Su fin es crear duda sobre la posibilidad de conocer las leyes de la naturaleza y de la sociedad, de utilizarlas en la práctica con vistas a transformar el mundo». (Kristaq Angjeli y Artan Fuga; La filosofía idealista contemporánea, arma ideológica en manos de la reacción imperialista, 1986)
Los índices objetivos –es decir, basados en la concepción materialista– de una sociedad y una economía socialista son:
1° La ausencia de clases explotadoras y el poder de dictadura del proletariado que asegura la centralización de la economía alrededor de un plan de desarrollo a largo plazo así como una norma de acumulación elevada.
2 ° Un comercio exterior del que la estructura excluye la inclusión a la división internacional del trabajo, bajo pena de dar rienda suelta a las leyes de la producción de mercancías sobre el mercado interior
3 ° El crecimiento prioritario de la industria de producción de los medios de producción con vistas a la reproducción ampliada más rápida del producto social.
4 ° La parte preponderante de los trabajadores del sector productivo con relación al total de los trabajadores así como la ausencia de paro estructural.
5 ° La reproducción ampliada de la mano de obra, la participación creciente de las mujeres a la producción, ilustrando el grado de emancipación económica, política y social de los trabajadores.
Esta lista obviamente no es exhaustiva, pero marca de forma indiscutible una diferencia entre los índices propuestos por los revisionistas para evaluar una sociedad y economía socialista». (Vincent Gouysse; Imperialismo y antiimperialismo, 2007)
[10] Keynesianismo en el programa económico de Podemos; Rafael Martínez, 2015
[11] Negación del proceso de monopolización en la etapa imperialista del capitalismo; Equipo de Bitácora (M-L), 2018
[11] Si por algo se han caracterizado Podemos una vez llegados a ciertos «ayuntamientos del cambio», ha sido por desarrollar un alto número de séquitos, en un alarde de cinismo que iguala el ejercicio de nepotismo de la vieja casta:
«Los peores vicios de la «casta» a la que decían aborrecer han sido adoptados y superados por los populistas. El nombramiento de asesores de Podemos asciende a 144 personas, muchas de ellas amigos y militantes de su partido a los que han dotado de un sueldo público. Entre ellos, destacan numerosos familiares o amigos de los dirigentes populistas en instituciones municipales, como la madrileña. Cómo olvidar a la exnovia del concejal Guillermo Zapata, al hermano de Alberto Garzón, al padre de Rita Maestre; o, en Barcelona, a la pareja de la alcaldesa Ada Colau. La vicepresidenta valenciana, Mónica Oltra, del partido hermano de Iglesias, Compromís, ha justificado el crecimiento exponencial de sus contratados a dedo porque «no importa cuántos asesores hay sino a qué se dedican». (Mayte Alcaraz; Las diez mentiras de Podemos, 18 de diciembre de 2016)
Sumado al no cumplimiento de sus promesas, ha derivado en un hundimiento de la formación:
«A esto debe sumarse los fiascos en los «ayuntamientos del cambio» en temas menores y mayores. Véase en Madrid no cumpliéndose las promesas sobre construcción de viviendas, no se han acabado los desahucios ni se ha creado empleo de calidad con Carmena, el no poder parar la delincuencia, la irrupción de los narcopisos o el turismo de mala calidad en Barcelona con Colau, etc., todo ello ha causado una honda desilusión entre sus votantes, los cuales estaban más espoleados por la espontaneidad y el voluntarismo que de una relación programática con dichas figuras y partidos». (Equipo de Bitácora (M-L); Las elecciones, la amenaza del fascismo, y las posturas de los revisionistas, 2019)
[13] Véase el documento y también nuestras anotaciones del documento: Alianza espiritual y colaboración práctica entre el vaticano y las camarillas revisionistas; Albania Today, 1975, para comprender la interrelación entre religión y revisionismo.
[14] El Partido Comunista de Alemania abanderó la idea de que cuanto más paupérrima fuese la situación de las masas trabajadoras, más fácil sería para ellas darse cuenta de los males del capitalismo, por lo que teorizaba que más pronto que tarde virarían hacia el partido comunista en la perspectiva de que el socialismo solucionaría sus problemas. En su mentalidad, la llegada de los nazis solo podía acelerar la revolución del proletariado, de ahí el eslogan: «Después de Hitler, nuestro turno». En la práctica la llegada del fascismo restringió aún más la libertad para los comunistas, por lo que lejos de poder cumplir con su papel de educación y dirección de las masas, prácticamente desaparecieron del mapa, tiempo después cuando las masas empezaron a dar muestras de cierta resistencia durante el régimen nazi, el partido comunista estaba bajo mínimos y no tenía un ambiente político en el cual poder desempeñar su rol sin exponerse a dificultades extremas. Varias de sus tesis fueron condenadas por Dimitrov y otros en el VIIº Congreso de la Internacional Comunista de 1935. De ahí lo cómico que algunos traten de reivindicar a ambas figuras, o reivindiquen la teoría y práctica de Dimitrov pero emulen a Thälmann. El revisionismo vive en la inopia, pero hay que separar la paja del grano.