No es la primera vez, ni será la última. Hay dos formas de presentar lo siguiente que vais a leer: o como realidad o como propaganda. Como realidad porque hace tiempo que se está diciendo y reconociendo. Como propaganda porque sirve de justificación para aumentar significativamente los presupuestos. En cualquier caso, las dos formas se convierten en una. Pero cuando el río suena, agua lleva, dice un refrán popular.
Desde hace dos años, es decir, justo cuando Rusia confirmó oficialmente que posee armas hipersónicas, EEUU sabe que está en inferioridad cualitativa, que no cuantitativa, en armas. Puede tener mucho de todo, pero en su mayoría o está obsoleto o resulta ser un fiasco total cuando busca recuperar el terreno perdido (véase el caso de los famosos aviones F-35 que, simplemente, se desintegran cuando superan la velocidad del sonido). Eso fue recogido en un documento en el que se mostraba de forma clara el miedo a que no solo Rusia se aprovechase de esa ventaja, sino de que reforzara su alianza con China en el aspecto militar y cuando los chinos están recorriendo muy rápidamente etapas de su retraso naval de forma evidente.
Han pasado dos años y EEUU lo único que ha podido hacer es enredar en el Mar del Sur de China, provocando al país asíatico una y otra vez, y procurando mantener en el redil a sus vasallos de la OTAN, una organización cada vez más ineficaz. Sí, también enreda en Siria y en Venezuela, pero estamos en lo de siempre: se atreve con los débiles y no con los fuertes. Es el comportamiento clásico del matón de barrio. Porque eso es EEUU, un matón de barrio que echa a correr en cuanto alguien le hace frente.
Y así llego a la historia, otra vez. La pandemia del coronavirus está haciendo que los propagandistas habituales hablen de «guerra» con China. La agresividad occidental (sobre todo de EEUU) con los chinos oculta el absoluto fracaso de un sistema político depredador al mismo tiempo que muestra una envidia no oculta a cómo China está saliendo de la pandemia mientras ellos se hunden más y más. Eso afecta a todos los ámbitos occidentales, incluidos los militares y hace poco hubo un reconocimiento de ello.
Y en esta hipótesis de guerra, mientras los propagandistas habituales siguen y siguen son su monserga los militares saben que no solo es improbable, sino que sería la ruina para Occidente. Literalmente.
Porque de nuevo se hacen «juegos de guerra», es decir, simulaciones de qué pasaría si se llegase a ella. Y una y otra vez Occidente pierde. Una y otra vez. La diferencia es que, dicen, ahora no ya pierden si agreden, sino que pierden siendo agredidos. Es decir, que ni tienen capacidad para iniciar una guerra ni tienen capacidad para evitar una guerra.
EEUU, en su manía de «país excepcional», nunca se ve como agresor y sí como agredido. El mito de Pearl Harbor es tan necesario para ellos como el aire para respirar. Por eso en este nuevo «juego de guerra» ven cómo sus aviones de combate con destruidos mientras están en los hangares, cómo sus buques son destruídos en los puertos y cómo las bases pasan a mejor vida. No se salva nada ni nadie, ni siquiera los portaaviones.
¿Contra quienes «juegan»? Pues contra Rusia y China, juntos o por separado. Y aquí está la novedad: consideran a los chinos «implacables». Si es conocido el ruso como soldado aguerrido, los chinos no habían entrado en esta clasificación hasta ahora.
¿Quién hace el «juego? Pues gente como la RAND Corporation y el Centro Para una Nueva Seguridad Americana. Y se llega a una conclusión: «existe la suposición generalizada que describe a EEUU como una potencia militar líder que gana fácilmente en cualquier escenario de guerra (…) pero no es el caso. (…) No tenemos superioridad aérea ni superioridad marítima [aquí se hace mención a los misiles hipersónicos chinos con capacidad para hundir portaaviones], nuestros activos espaciales están bajo ataque con medios cinéticos y no cinéticos, nuestro comando y control está siendo atacado por ataques electromagnéticos y cibernéticos». Vamos, que según esto son un desastre. Y se añade que como consecuencia de todo ello, o sea, de la envergadura de los ataques, «el cerebro y el sistema nervioso que conecta todas estas piezas se suprime, si no se rompe».
¿Cuál es la conclusión» Pues que «una derrota militar es inminente a menos que EEUU haga un cambio importante de estrategia».
Y en ello andan, especialmente en lo que se refiere a la fuerza aérea que es en la que históricamente ha basado su superioridad y que ahora ha perdido. Rusia, sobre todo, y China ya la han superado porque el avión estrella, el que fue presentado como el super-avión militar de EEUU, es un absoluto desastre.
Vuelvo al principio. O realidad o propaganda para más dinero, como pretende también la OTAN incluso ahora en pleno desastre del COVID-19. Pero tantos rumores en tan poco tiempo algo de verdad tienen que tener. Porque cuando el río suena, agua lleva.
El Lince