Partiendo de que el chino es el lenguaje más hablado en el mundo, seguido por el castellano, el slogan de niñas y niños preocupados por el clima está en inglés: Fridays for future. Y menos mal, porque si lo hace en sueco hubiera sido más difícil entenderlo. Aunque en el fondo, eso es lo que hacen: se hacen los suecos, que en nuestra cultura popular es ni más ni menos que irse por las ramas o hacerse el chivo con tonteras o tantas otras frases que nuestro idioma nos regala.
Cuando uno entra en su página, búsquenla que yo no le voy a hacer publicidad, lo primero que encuentra es una protesta de por qué a Greta (¡qué lejos de la Garbo….!) no se le deja intervenir en el Parlamento Europeo. Caramba, ¿será porque a Greta no la ha elegido nadie? ¿o será porque nadie sabe (o sí que lo sabemos) quien la ha lanzado al estrellato? Quizás hay que darle la vuelta a la pregunta: ¿Cómo puñetas es posible que una niña a la que nadie ha elegido haya podido intervenir en el Consejo Económico y Social de la UE o en el Foro de Davos?
La respuesta es obvia, mira quien la apoya y entenderás de qué va todo esto. ¿Se acuerdan cuando los supermercados empezaron a cobrarles la bolsita que antes te regalaban (porque les hacías publicidad gratuita, entre otras cosas) para no contaminar? Pues no pierdan hilo, aunque a veces el lenguaje es engañoso.
El manifiesto que lanzan para las convocatorias del 25-S nos deja perplejos: “Se han evidenciado las debilidades y contradicciones de una economía depredadora que se encuentra al límite del colapso; de un sistema neoliberal que precariza los servicios públicos y crea grandes desigualdades; de una globalización que se sostiene sobre la explotación del territorio y las personas, y que globaliza también la catástrofe, en forma de pandemia, de cambio climático o de inestabilidad económica. El virus no es causa, sino consecuencia de una crisis sistémica profunda, y supone un cambio de contexto que apenas empezamos a comprender.”
O cuando dicen: “un nuevo modelo laboral justo y ecológicamente sostenible no se puede basar en una aparente descarbonización de las actividades empresariales ni en una mitificación del teletrabajo. No podemos caer en las atractivas falsas soluciones del capitalismo verde, que nos hablan de los milagros imposibles y de los adelantos tecnológicos sin tener en cuenta su elevado coste energético y material ni los efectos sobre nuestras vidas.”
Pero el párrafo final me ha vuelto al diván del siquiatra: “Es momento de impulsar el cambio que queremos, un cambio que ponga en el centro a las personas, los cuerpos, los territorios y la Tierra.”
Con lo bien que iban….de verdad que iba a cantar la Internacional y todo, pero eso de los “cuerpos” me ha traumatizado. Me voy al gimnasio ahora mismo o yo qué sé que puede ocurrir.
También hay que hacer notar que proponen un cambio, pero obviamente no dicen cuál. Rechazan el neoliberalismo y la globalización, pero no el capitalismo que es la base de ambos. Todo huele a las ideas socialdemócratas del capitalismo bueno, ¡explótame, pero no mucho! Y quién anda detrás de la socialdemocracia es el capital, un capital que cada vez está más concentrado y más alejado de su principal criatura: la clase media, ese colchón-barricada que evitaba que las masas explotadas se rebelaran.
Es curioso, pero todo lo que piden ya lo tenían la URSS y todos los países socialistas, pero ellos no van a dar ese paso, en el fondo, son apolítico-apartidistas, sin banderas, pero con una cartelería y propaganda que daña la vista: “Ya, tan violada, la madre tierra sus hijos mata”
En la web internacional dicen que el COVID-19 ha obligado a los activistas a encontrar nuevas formas de protesta y utilizar el activismo digital para exigir acciones climáticas, ya que las marchas no han podido realizarse. Pues ayer mismo vimos al vecindario de Vallecas protestar con energía por una sanidad pública, o a los colombianos salir a las calles porque los están matando, y hasta los bielorrusos pidiendo la vuelta de los nazis (bueno… estos están pagados…).
Vamos que van a conseguir todo sin poner en un aprieto a los gobiernos de turno. Pues sí, estos también van a asaltar los cielos, pero no el palacio de invierno. Mientras tanto la agenda del capital se sigue realizando, se fraccionan todas las luchas para que no nos centremos en derrocar a lo que realmente hace daño: al capitalismo.
SOLO EL PUEBLO ORGANIZADO SALVA AL PUEBLO
Juan Luís Corbacho