Carlos Fonseca, Comandante en Jefe de la Revolución Popular Sandinista.— «Los pesimistas dirán que soy muy pequeño para la obra que tengo emprendida; pero mi insignificancia está sobrepujada por la altivez de mi corazón de patriota, y así juro ante la Patria y ante la historia que mi espada defenderá, el decoro nacional y que será redención para los oprimidos».
Nadie en la historia de Nicaragua ha trascendido los tiempos y la generaciones como aquel obrero y campesino orgulloso de ser indio que se plantó frente al más poderoso ejército de América, los enfrentó con valentía, astucia y sabiduría, y los venció. «Soy nicaragüense y me siento orgulloso de que en mis venas circule, más que cualquiera, la sangre india americana que por atavismo encierra el misterio de ser patriota leal y sincero».
Augusto Nicolás Calderón Sandino está en la historia nacional con nombre propio porque es el fundador de la Patria. Teóricamente, Nicaragua era hasta 1927 un Estado independiente, pero funcionaba como un enorme feudo del imperialismo yanqui que durante décadas había puesto a capataces gobierno tras gobierno para que administraran sus intereses y sus negocios. Esos que se llamaban “presidentes”, “ministros”, “políticos”, eran monigotes que habían vendido su conciencia a cambio de unos centavos a los imperialistas yanquis. Se disfrazaban de aristócratas conservadores granadinos o como prósperos comerciantes leoneses o como devotos curas y obispos. Todos ellos juntos y cada grupo por separado, son los responsables de la mayor infamia posible, cuyas víctimas se cuentan por millones. «El amor a mi patria lo he puesto sobre todos los amores y tú debes convencerte que para ser feliz conmigo, es menester que el sol de la libertad brille en nuestras frentes».
El 21 de febrero de 1934 ocurrió el peor de todos esos episodios sangrientos, pero no el único ni el último. «Yo no estoy dispuesto a entregar mis armas en caso de que todos lo hagan. Yo me haré morir con los pocos que me acompañan porque es preferible hacernos morir como rebeldes y no vivir como esclavos».
A continuación publicamos la parte inicial y la parte final del ensayo “Sandino Guerrillero Proletario”, escrito en la segunda mitad de 1972 por Carlos Fonseca, el mejor discípulo del General de Hombres Libres. Inspirado en la gesta de Sandino, Carlos y un puñado de muchachos fundaron en 1961 el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN).

Sandino: guerrillero proletario
Augusto César Sandino es el héroe guerrillero nicaragüense cuyo nombre ha pasado a ser símbolo de la ya secular lucha de los pueblos de la América Latina contra el imperialismo yanqui.
La primera conferencia de solidaridad de los pueblos de África, Asia y América Latina alzó en su estrado la imagen de Sandino como representación del tradicional heroísmo latinoamericano anti-yanqui. Expresión del genio guerrillero de las masas populares, Augusto César Sandino; precursor del nuevo tiempo, que hoy forjan los pueblos sojuzgados y tienen por paradigma cumbre el heroico Ernesto “Che” Guevara.
Ernesto “Che” Guevara hoy, Augusto César Sandino ayer, marcan con heroísmo la indispensable ruta guerrillera que habrá de conducir a los pueblos víctimas del imperialismo a la posesión absoluta de sus propios destinos.
Augusto Cesar Sandino, el obrero de procedencia campesina que combatió con las armas contra los invasores norteamericanos en Nicaragua, nació en Niquinohomo el 18 de mayo de 1895. Desde la infancia trabajó en el campo. Su natural inteligencia le permitió aprender a leer y escribir, pese a la hostilidad del medio social. Desde muy joven, conoció el recrudecimiento de la intromisión yanqui en el país. En 1912, cerca del pueblo natal de Sandino, el puñado de patriotas encabezados por el héroe Benjamín Zeledón, combatió al invasor yanqui.
En 1912 viajó fuera del país hacia otras tierras, al igual que miles de nicaragüenses. Conoció varios países centroamericanos, México y Estados Unidos, y de este último retornó a México, donde aún se olía a pólvora de las balas disparadas por los oprimidos campesinos que encabezó el guerrillero Emiliano Zapata.
En México trabajó en Cerro Azul, Veracruz, como obrero mecánico de las instalaciones de la compañía petrolera norteamericana, Huasteca Petroleum Company.
Despreciando el privilegio de su condición de obrero calificado, decidió regresar a la patria y ocupar un lugar en la lucha. Desembarcó en Bluefields, Costa Atlántica de Nicaragua, donde se hallaba el centro del movimiento armado contra el gobierno títere instalado por el imperialismo. De aquí partió hacia las Segovias, montañosa zona del norte de Nicaragua.
El 26 de octubre de 1926, Sandino, en unión de su grupo de trabajadores, sustrajo dinamita de los almacenes de la empresa norteamericana que explotaba el yacimiento aurífero San Albino y comenzó a combatir contra el régimen conservador de Adolfo Díaz, establecido por los yanquis. En la zona del Guazapo, en el extremo norte de las Segovias, instala su campamento rebelde. El 2 de noviembre de 1926 la bisoña tropa sostuvo en San Fernando el primer encuentro armado con elementes del gobierno. Las escasas e ineficientes armas que poseía el pequeño grupo de patriotas obligaron a Sandino a emprender la marcha hacia el lejano Puerto Cabezas, situado en el litoral Atlántico, y donde tenía su asiento el mando liberal que disponía de armas modernas para la guerra que sostenía contra el gobierno conservador. El mando liberal, forzado por los marinos yanquis, se había establecido en terrenos de la Patria.

Sandino y sus compañeros recorrieron mil kilómetros de río y selva en el viaje de ida y regreso entre la montaña y la costa. Los pérfidos zorros del mando liberal, desconfiados de las ideas “raras” de Sandino, le negaron las armas y pretendieron además obligarlo a desistir de operar en el norte. Pero con la ayuda de algunas mujeres del puerto, Sandino obtuvo cerca de cuarenta armas que habían sido abandonadas por las tropas liberales.
El 2 de febrero de 1927, Sandino y sus compañeros regresan a Guazapo y desarrollan una campaña ofensiva desde el norte hasta el centro del país en las que ocasiona repetidas derrotas a las fuerzas del gobierno conservador. La fuerza intervencionista yanqui controla una serie de puntos del país y además Estados Unidos le facilita al gobierno títere 3,000 rifles, 200 ametralladoras y 3 millones de cartuchos.
Luego de tomar la ciudad de Jinotega, Sandino y su columna segoviana de 800 hombres, muchos sin armas, se dirigieron hacia el centro del país, donde ocuparon la población de San Ramón, en el departamento de Matagalpa. Después continuó la marcha hacia donde se encontraban las fuerzas al mando liberal, amenazadas por el enemigo conservador. Se avecinaba la batalla final de la guerra entre liberales y conservadores.
Bloor, agregado militar yanqui, ha dicho que en esos días 1,600 rebeldes liberales se enfrentaron a 3,400 conservadores. En ese momento se libró el combate de Las Mercedes, cerca de Teustepe, en donde obtuvo una victoria estratégica decisiva la columna del jefe Sandino; este combate fue encomendado a Sandino en razón de la fama de valiente ganada en el curso de la jornada rebelde. Con toda razón diría que “los últimos disparos de aquella guerra constitucionalista fueron hechos por mi caballería”.

Ignominiosa retirada del invasor
En enero de 1933 pasa a ocupar la jefatura del gobierno Juan B. Sacasa. Las columnas guerrilleras llevan ya varios años de tenaz y heroica resistencia con las armas en las manos. A la intervención armada del poderoso imperio yanqui, le ha resultado imposible vencer al Ejército Defensor de la Soberanía Nacional de Nicaragua.
A finales de 1932 los intelectuales Sofonías Salvatierra y Salvador Calderón Ramírez, han enviado al héroe, victoriosos mensajes planteando la paz y la esperanza en la consolidación de la soberanía nacional.
El jefe patriota contesta a Salvatierra, y aunque deja abierta las puertas a las conversaciones, crítica enérgicamente a Sacasa. Al producirse la entrevista entre Salvatierra y Sandino, en enero de 1933, el guerrillero le presenta el documento conocido como “protocolo de paz”. En tal documento el héroe nicaragüense plantea en algunos párrafos, que Juan B. Sacasa, durante sus cuatro años de administración “prescindirá absolutamente de intromisión extraña en las finanzas de Nicaragua, y fijará la determinación que tenga respecto a la llamada “Guardia Nacional”.
Además, señala que “por iniciativa del Ejecutivo, el Congreso Nacional de Nicaragua, decrete el mantenimiento íntegro en el nuevo departamento “Luz y Verdad” de los elementos bélicos que el Ejército Defensor de la Soberanía Nacional ha usado durante la guerra dignificadora de nuestro honor nacional”.
El héroe agrega en el documento que “el Congreso Nacional decrete extraer de los archivos nacionales e incendiar todos los documentos en que se califique de bandolerismo la actitud patriótica de nuestro ejército” y que “en el convenio definitivo de paz, debe dejarse constancia de que el Ejército Defensor de la Soberanía Nacional de Nicaragua, pide la revisión de los tratados Bryan-Chamorro por ser notorio que fueron celebrados por un gobierno nicaragüense impuesto por la intervención norteamericana”.

El jefe guerrillero se opuso a una paz en la que, los antiguos combatientes fueran despojados de sus armas. Por otro lado denunciaba la intromisión económica que seguía pesando sobre el país, así como los tratados que lesionaban la dignidad y soberanía de la nación.
Frente al hecho de las negociaciones, los latifundistas del norte del país, expresaron su abierta inconformidad y exigieron una persecución inmediata contra los patriotas que permanecían armados en la montaña.
Por su parte, la propaganda enemiga calumniaba a los sandinistas afirmando que lo que menos les interesaba era combatir la intervención armada yanqui, y que ésta era sólo un pretexto para dedicarse a cometer delitos. Este tipo de ataque no dejaba de tener algún resultado sobre una población que carecía de una correcta orientación política. La participación de los patriotas en las negociaciones, contribuyó a echar al suelo la propaganda antisandinista.
El héroe accedió a suscribir un convenio con el gobierno de Sacasa, solamente después de producirse la ignominiosa retirada de los invasores yanquis del territorio nicaragüense. Tal retirada fue la culminación de la gran victoria militar de los guerrilleros sandinistas.
La patriótica protesta en diversos rumbos de América Latina, y en particular en los piases del Caribe, en la que adquirió relieve la porfiada lucha sandinista, obligó al gobierno norteamericano a renunciar su política de “Buena Vecindad”, que era un compromiso de no intervenir militarmente en los piases de la América Latina.
Un mes después de la retirada el héroe, expresa en una proclama dirigida a los guerrilleros lo siguiente: “Nuestro ejército, por la magnitud de su lucha, constituye una autoridad moral continental, y en el ámbito de simpatía con que nuestro ejército cuenta en el mundo, produjo la expulsión completa de los piratas norteamericanos en Nicaragua”.
El 2 de febrero de 1933, el héroe parte hacia Managua para sostener discusiones con el gobierno de Sacasa. La oportunidad de ver el símbolo viviente del patriotismo, representa un jubiloso acontecimiento para el pueblo de la ciudad capital. El mismo día se suscribe el convenio que especifica los acuerdos a que han llegado los delegados de los partidos tradicionales con los representantes del guerrillero. Por parte del Partido Liberal suscribe el documento, Crisanto Sacasa, que en las venideras décadas sería muy conocido por sus servicios al régimen antipopular.
Al discutirse las condiciones, Sandino se niega terminantemente al desarme que pretenden imponerle y sólo acepta un desarme gradual que permita mantener en armas a cierto número de guerrilleros. Además, el convenio se refiere a “mantener por todos los medios racionales, adecuados y jurídicos, el resplandecimiento en toda su plenitud de la soberanía y la independencia política y económica de Nicaragua”.
Aunque Sandino derrota la intervención militar del imperialismo yanqui, no le es posible evitar que continúe la dominación económica y la intromisión política. En carta enviada a la señora Lidia de Barahona, apunta: “Con pena le manifiesto que nuestro gobierno no es todavía autónomo, porque existe la intervención política y económica, que no podrá desaparecer mientras los gobiernos pertenezcan a partidos determinados”.
Asimismo el peligro que representa para los intereses nacionales la Guardia Nacional, fuerza armada mercenaria que los agresores han dejado organizada, es advertido por Sandino en carta que dirigió a su compañero de armas, el General Francisco Estrada: “La situación de Nicaragua es la siguiente: La Guardia Nacional, es una institución contraria a las leyes y a la Constitución de la República; ha sido creada por un convenio entre el Partido Liberal y el Conservador por indicación de la intervención norteamericana”.
(También el General Estrada comentó a Sandino acerca de la idea del nuevo partido político que pensaba organizar, según la misma carta de Estrada del 30 de Mayo de 1933 dirigida a Enrique Rivera. Los objetivos de la nueva organización política son explicados por el guerrillero sandinista Francisco Estrada, en una carta en la que destaca que: “será el que acabará con los sectarismos pasados, pues en él se fundirán todas las entidades que van en el país”).

El 1 de agosto de 1933, se produce una explosión en el Campo de Marte que refleja las siniestras maniobras que están en camino. El desarrollo de los acontecimientos indica, que la explosión ha sido provocada por el Jefe Director, Somoza, para dar a entender que existe un supuesto peligro e inestabilidad en el país’ lo que acentúa la tendencia de las clases reaccionarias en favor de un gobierno militar controlado por la Guardia Nacional.
En los primeros días de diciembre, Sandino realiza un tercer viaje a Managua. A raíz de este viaje rectifica el plan de formar un nuevo partido político, lo cual en ningún caso debe entenderse como la renuncia a la formación de una fuerza política distinta, ya que expresa: “limitaremos el mantenimiento del sandinismo con todos sus prestigios de autoridad moral, para ser factores decisivos en los destinos de la nación, en la primera oportunidad que se presente”.
De modo que la no formación inmediata del partido, significaba sólo un cambio de forma en la aspiración de constituirse en un movimiento político independiente, para alcanzar la influencia determinante en el devenir de la situación del país. Es importante destacar, que desde el 4 de mayo de 1927, Sandino había roto los vínculos que los ataban al Partido Liberal.
A partir de la expulsión de los agresores yanquis, la camarilla político-militar que fusiona a los dos bandos de la oligarquía, pasa a ser encabezada por Anastasio Somoza García.
En la Jefatura de Gobierno, Sacasa significa en función de simples rivalidades la tendencia civil del sector reaccionario. Las discrepancias entre Somoza y Sacasa carecen de un decisivo contenido clasista, ya que ambos representan los intereses de la oligarquía y el imperialismo.
El crimen infame
Tanto la embajada como sus agentes de la oligarquía, coinciden en su temor por el prestigio nacional de Sandino, quien goza de respaldo popular. El embajador Bliss Lane, quien había. sustituido a Hanna, declara sin rodeos en un telegrama enviado al Secretario de Estado que en relación a Sandino le han expresado a Somoza que tenga cuidado con una “precipitación”. Esto explica que para perpetrar el crimen, se haya dejado transcurrir un año desde los inicios de las negociaciones. El término “precipitación” muestra claramente que el imperialismo yanqui había condenado a muerte alevosa al héroe, pero que al mismo tiempo se proponía evitar que los guerrilleros sobrevivientes se tomaran una justa venganza y continuaran la resistencia contra la mercenaria Guardia Nacional.
El 21 de febrero de 1934, el embajador Bliss Lane se comunica con Somoza en dos oportunidades. El mismo día se reúne el procónsul yanqui con José María Moncada, íntimo de Somoza. Augusto César Sandino y sus hermanos de armas Francisco Estrada, Juan Pablo Umanzor y Sócrates Sandino, son asesinados.
Entre otros detalles que se conocen de la actitud del héroe ante sus verdugos, sobresalen las palabras que le lanzó cuando procedían a registrarle los bolsillos: “No llevo ni un sólo centavo porque jamás he tomado los fondos de la nación”.

El vil asesinato del héroe nicaragüense es la culminación de veinticinco años de crímenes cometidos por los agresores yanquis y los oligarcas vende-patria desde la recrudecida intervención imperialista de 1909. Durante un cuarto de siglo de dolor y combate, cerca de 25,000 hijos de Nicaragua, fecundaron el suelo sagrado, que algún día inexorablemente verá florecer la libertad y la justicia.
En agosto de 1934, liberales y conservadores, en común acuerdo, decretan una amnistía a favor de quienes estén implicados en el asesinato del héroe. Sacasa renuncia dócilmente a su papel decorativo y Somoza asume directamente las riendas del poder. Luego de una farsa electoral de sicario, Somoza ocupa oficialmente la Presidencia el primero de enero de 1937.
Después del asesinato de Sandino, el Jefe Guerrillero Pedro Altamirano, “Pedrón” para sus enemigos, se mantendrá por varios años en la montaña, al frente de una pequeña y solitaria tropa, hasta que en 1939 muere por mano enemiga en La Garnacha.
La tragedia que cayó sobre Nicaragua a partir del crimen del 21 de febrero, se ha prolongado por varias décadas y aún hoy flagela la vida del pueblo de Sandino.
Con la victoria de la Revolución Cubana, recobró su fulgor el rebelde espíritu nicaragüense. El marxismo de Lenin, Fidel, el “Che”, Ho Chi Minh, fue acogido por el Frente Sandinista de Liberación Nacional, que ha emprendido de nuevo la difícil senda guerrillera. Desde meses de 1958, años tras años, se ha repetido, en más de un centenar de ocasiones, el combate guerrillero que conducirá a la liberación definitiva.
La emancipación nacional de Nicaragua, se alcanzará a través de la acción armada, sostenida por las masas populares y orientadas por los más avanzados principios revolucionarios. Las celadas enemigas del pasado fracasarán de repetirse ahora. En el nuevo tiempo, no sólo uno de cuantos pueblos se rebelan contra el imperialismo yanqui, sino que todos juntos en creciente batalla unánime y encaminada a derrotar al ejército del dólar. Vietnam, Cuba, por rumbos opuestos del mundo cimero, ejemplos de la decisión actual de los pueblos.
En esta nueva batalla, la joven generación nicaragüense, fiel al legado de Augusto César Sandino, prueba con su sangre, que ocupa un honroso lugar.
