La época dorada comercial entre China y Australia, que duró de 2012 a 2016, ha dado paso muy rápidamente a una profunda crisis. Aunque la situación se ha calmado desde entonces, la economía australiana ha sufrido enormemente por la decisión de Pekín de reducir sus importaciones de mineral de hierro, que representan el 70 por cien del mercado australiano.
La suspensión de las exportaciones ha empujado a las empresas australianas a vender sus existencias y los resultados con demoledores: desde enero de este año, el precio del mineral de hierro ha caído alrededor de un 40 por cien, de 230 dólares por tonelada a apenas 100 dólares en el presente mes de agosto.
La suspensión de las importaciones chinas es consecuencia de la desaceleración de su economía. Las repercusiones empiezan a llegar hasta Oceanía. El ministro australiano de Finanzas, Jim Chalmers, afirmó que la crisis china podría afectar al presupuesto nacional en varios miles de millones de dólares.
El mineral de hierro es una materia prima de la industria de la construcción, que está paralizada en China. La caída de varias empresas, entre ellas Evergrande, ha provocado una fuerte caída de los suministros, especialmente del acero.