Desde las 08:00, hora local, frente al Palacio Nacional de la Cultura (sede del Gobierno), donde se encontraban el presidente y la vicemandataria, Bernardo Arévalo y Karin Herrera, respectivamente, entre otros funcionarios y decenas de ciudadanos, pasaron centros escolares y bandas con ritmos típicos.
En ocasión de la fecha, los organizadores de los festejos programaron estas actividades hasta la tarde en que el jefe de Estado enviará un nuevo mensaje a la nación.
Arévalo destacó la víspera que izaban la bandera como un símbolo de unidad, frente a la injusticia, la corrupción, la desigualdad y la pobreza.
Esta –añadió- se impone a fin de tomar las decisiones difíciles, necesarias, para llegar a la patria digna, bienestar, armonía y para rescatar, de una vez por todas, el sistema de justicia.
Los guatemaltecos, en nuestra diversidad, juntos constituimos un pueblo unido y no será esclavizado jamás, afirmó, mientras consideró el día de celebración, “por lo que hemos logrado”.
Nuestra independencia solo tiene sentido si juntos, unidos como pueblo, escribimos esa historia, puntualizó.
Insistió que los guatemaltecos han sabido identificar al verdadero enemigo: la corrupción, el abuso de poder, el empeño de una minoría resistente que no sabe, que no termina de darse cuenta de que la marea de la historia ha cambiado.
La avalancha de nuestro pueblo es incontenible, mientras que el Quetzal ha despertado y solo conoce una forma de vivir: libre, remarcó.
La población repletó la tarde noche del sábado la Plaza del Obelisco con antorchas y la de la Constitución para seguir el discurso del presidente en el marco de la conmemoración.
El encendido de antorchas, que representan la libertad, y demás acciones durante el principio de septiembre recuerda cada año el recorrido realizado por los jinetes de Guatemala, Honduras, Nicaragua y Costa Rica cuando divulgaron la soberanía de España.