El Parlamento Europeo quiere acabar con uno de los grandes tabúes de China: el principio de que sólo hay un país. Los últimos aranceles no le parecen suficientes a Bruselas, las visitas de los eurodiputados a Taiwán tampoco y ha dado un paso más hacia el abismo.
Hace un mes aprobó por amplia mayoría (432 votos a favor, 60 en contra y 71 abstenciones) una resolución que replantea la incorporación de la República Popular a la ONU, excluyendo de la misma a Taiwán. Es la Resolución 2758 de 25 de octubre de 1971, a la que quiere dar una interpretación jurídica típica de picapleitos: como el texto de la Resolución no menciona a Taiwán, ambos países pueden coexistir en los organismos internacionales (*).
Bajo el nombre de “República de China”, Taiwán ocupó hasta 1971 su plaza en la ONU, incluido el Consejo de Seguridad. Para indicar el final de aquella “República de China”, la Resolución 2758 de la ONU sólo mencionaba a los “representantes de Chiang Kai-shek”, el dirigente de Taipei en aquel momento. Como resultado, desde entonces Taiwán ya no tiene derecho de representación en la ONU y sus organismos.
El Parlamento Europeo ahora quiere explotar el hecho de que la Resolución 2758 no utiliza la palabra “Taiwán“ para afirmar que la Asamblea General de la ONU no ha hecho ninguna declaración sobre el estatuto de la isla dentro de la ONU.
Se trata de eternizar la existencia de “dos Chinas”, algo que Pekín ha declarado de todas las formas posibles que no va a admitir nunca. Por decirlo de una manera clara: es una declaración de guerra de la Unión Europea contra China. Como en el caso de Rusia, nadie debería lamentar luego las represalias que adopte el gobierno de Pekín.
El replanteamiento europeo es obra de los miembros de la Alianza Interparlamentaria sobre China (IPAC), un grupo de presión presente en tres docenas de estados que no oculta su posición antichina. Ya ha promovido resoluciones similares en otros cámaras legislativas.
El Parlamento Europeo dice sobre Taiwán lo que nunca se atrevería a decir sobre Catalunya: que Taiwán es un socio clave con el que se debería cooperar más estrechamente en el futuro, manteniendo intercambios más intensos, en particular a nivel político. La colaboración debe alcanzar a la ciencia, la educación, la cultura y el deporte, a través de nuevas asociaciones entre ciudades y regiones, acompañada de una “cooperación técnica estructural” con los bomberos y la policía taiwaneses.
Además, la Comisión Europea debería iniciar inmediatamente negociaciones sobre un acuerdo bilateral de inversiones. Pero, sobre todo, se trata de comprometerse a la admisión de Taiwán en los organismos especializados de la ONU como la OMS, el IPCC o en asociaciones intergubernamentales, como Interpol.
Naturalmente los parlamentarios europeos son fieles caniches de Estados Unidos. El año pasado la Cámara de Representantes ya lanzó un ataque contra la Resolución 2758 y luego adoptó una ley de “solidaridad internacional con Taiwán” que, al igual que la resolución del Parlamento Europeo, afirmaba que la resolución 2758 no hacía ninguna referencia a la representación de Taiwán ante la ONU y sus organismos.
Es un movimiento coordinado contra China. El Senado australiano aprobó una resolución idéntica el 21 de agosto y la Cámara Alta siguió los pasos el 12 de septiembre.
La IPAC se fundó en junio de 2020 por iniciativa, entre otros, por el político verde alemán Reinhard Bütikofer. Reúne a unos 250 diputados de unos cuarenta parlamentos que se consultan periódicamente sobre las nuevas agresiones contra China. Eso permite aprobar simultáneamente resoluciones contra Pekín en varios parlamentos y dar así la impresión de que existe un amplio descontento internacional con la República Popular.
En una reunión en Taipei a finales de julio, IPAC adoptó un modelo para reinterpretar la Resolución 2758 de la ONU afirmando que no se opone a la incorporación de Taiwán a las organizaciones internacionales.
(*) https://www.german-foreign-policy.com/news/detail/9737