Hasta hace 15 años algunos científicos afirmaban que el hidrógeno no existía en su estado natural en los continentes y que sólo podía ser un vector energético, es decir, producido a partir de otras fuentes de energía, ahora se ha demostrado su error. En 2008 descubrieron importantes emisiones de hidrógeno en Rusia. Al mismo tiempo, se descubrió un pozo de hidrógeno natural en Mali, cuando se reabrió un pozo, inicialmente perforado para encontrar agua en el pueblo de Bourakebougou. Sale hidrógeno puro al 98 por cien. Se utiliza desde 2013 para electrificar el pueblo mediante un motor térmico.
A partir de este descubrimiento, los “expertos” no han tardado en lanzar las campanas al vuelo. El coste está entre 0,5 y 2 euros por kilo, muy por debajo de los 6 euros por kilo de hidrógeno fabricado por electrólisis del agua.
También dicen que podría constituir un punto de inflexión en la transición energética. Ya hablan de un “hidrógeno blanco”, obtenido de manera natural, y otro “gris”, obtenido por electrólisis.
Se buscan yacimientos de hidrógeno en todo el mundo. Se han concedido alrededor de cincuenta permisos de exploración de hidrógeno natural y la competencia está dominada hoy por Estados Unidos y Australia, donde el interés de los especuladores es muy grande.
Koloma ha recaudado más de 400 millones de dólares en Estados Unidos de los bolsillos de Bill Gates, Jeff Bezos y Mitsubishi. Sólo esta empresa ha recaudado más de la mitad del capital invertido en todo el mundo en hidrógeno “blanco”.
Pero, a pesar del dinero, no todo es blanco en el hidrógeno “blanco”. Los científicos aún no entienden cabalmente la formación natural del hidrógeno en la corteza terrestre.
Tampoco hay datos sobre el caudal de los yacimientos de hidrógeno. El pozo de Mali sólo puede producir tres o cuatro barriles al día y no es rentable invertir decenas de millones para encontrar caudales tan bajos.