La filosofía marxista y la lucha contra la desinformación en tiempos de crisis

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Guillem Rullo (Unidad y Lucha).— La filosofía marxista, fundamentada en el materialismo dialéctico y el materialismo histórico, proporciona herramientas esenciales para analizar el presente desde una perspectiva de clase. En un contexto de creciente desinformación, sus conceptos permiten comprender cómo las condiciones materiales y las estructuras de poder moldean la percepción colectiva, perpetuando la precariedad y la división entre las masas trabajadoras.

Uno de los pilares de este enfoque es su análisis de la ideología dominante como un mecanismo que legitima el sometimiento de una clase sobre otra. En este sentido, la desinformación relacionada, por ejemplo, con la DANA en Valencia, pone de manifiesto cómo ciertos discursos desvían el foco de las responsabilidades políticas hacia problemas secundarios o ficticios. De modo que, en lugar de señalar la mala gestión institucional o el papel de las empresas que expusieron a sus trabajadores a condiciones inaceptables, se pone el énfasis en criminalizar a personas que, habiendo perdido todo, saquearon algún supermercado, presentándolos como una amenaza al orden público. Este tipo de discursos dificultan que la clase obrera identifique las causas materiales de su situación. Así se consolida lo que Marx denominó falsa conciencia: una distorsión de la realidad que impide tomar conciencia de la explotación y actuar contra las estructuras que realmente la sostienen.

La ultraderecha, en particular, ha sabido infiltrar su discurso en el espacio público, promoviendo mensajes que enfrentan a los sectores más precarizados de la población, desviando la atención de las contradicciones del capitalismo. Las narrativas que culpan al proletariado migrante o minimizan la crisis climática alimentan divisiones dentro de la clase obrera, debilitando cualquier forma de organización unificada. Este fenómeno no es casual, sino el resultado lógico de las contradicciones del capital, donde el miedo y la desinformación emergen como herramientas para proteger los intereses de la burguesía y mantener el control sobre los sectores de extracción obrera y popular.

Por ello, materialismo histórico ayuda a situar estos hechos en un marco más amplio. Esto es: las dinámicas de explotación y precarización que caracterizan al capitalismo generan condiciones de incertidumbre que facilitan la aceptación de discursos simplistas. Estas narrativas prometen respuestas rápidas a problemas complejos, pero en lugar de confrontar la raíz del problema, refuerzan la explotación y consolidan la desigualdad. Comprender estas dinámicas desde una perspectiva marxista nos permite desenmascarar estas estrategias y actuar para transformar la realidad.

A pesar de ello, es fundamental reconocer que nadie está completamente exento de caer en las trampas de la desinformación, incluidos los y las comunistas. Reflexionar sobre la información que consumimos y compartimos es imprescindible. De este modo, comprobar la veracidad y el rigor de las fuentes no se trata simplemente de una cuestión de responsabilidad individual, más bien de una tarea colectiva que fortalece la lucha por la emancipación del proletariado. Así mismo, enfrentar la manipulación ideológica exige atención y compromiso, ya que desmontar las narrativas sesgadas es parte del proceso para superar el sistema capitalista, que ha demostrado, una vez más, priorizar los beneficios de la burguesía sobre las vidas de la clase trabajadora.

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