Los sindicatos amarillos y su desprecio por la vida del proletariado

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La alienación y el desamparo que sufre la clase obrera al desconocer la vía revolucionaria, la llevan a caer en todo tipo de engaños. Por enésima vez, CCOO se burla del proletariado y llama “luchar” por los trabajadores al hecho de sujetar el escudo del patrón. En el sector de la pizarra de Castilla y León abundan los casos de silicosis, una enfermedad respiratoria causada por la exposición al polvo de sílice, el cual es altamente cancerígeno, y esta situación es una constante para los trabajadores de dicho sector, que son unos 1.500 obreros.

¿Cuál es la “solución” que propone CCOO? Pedir que se acorte la jornada laboral tres días al año para reducir los casos de la enfermedad anteriormente señalada. El responsable del sindicato para el sector dice que “lo lógico sería reducir el número de horas para evitar que, tal y como ya se ha registrado, en este primer trimestre de 2025 las consultas por casos de silicosis ya sean la mitad de las registradas en todo el 2024”. Y, por parte de UGT, el responsable del sector minero en la comunidad autónoma dice también que hay que conseguir que haya menos casos con reducción de jornada y con la participación de los delegados de prevención en las reuniones del Instituto Nacional de Silicosis.

Para los sindicatos amarillos es evidente que la mano de obra es poco más que herramientas, y hay que dañarlas menos para que puedan seguir generando ganancias durante más tiempo. Piden a la burguesía una ridícula reducción de jornada, en un sector donde admiten que se hacen demasiadas horas, y su intención no es que los parásitos dueños de las empresas paguen por el grave daño que han hecho, ni acabar de una vez con los casos de silicosis poniendo los remedios pertinentes para garantizar la seguridad de los trabajadores, reduciendo los casos a cero. Su objetivo es que haya menos casos de silicosis, es decir, que los trabajadores sigan enfermando pero intentando que se reduzcan las cifras, en todo caso, a la mitad. También puede comprobarse la posición de CCOO cuando su representante dice que, si no hay un relevo generacional, el sector desaparecerá porque nadie quiere una situación penosa por 1.200 euros. No le preocupa el trabajador, sino que aconseja al patrón hacer más atractivo ese trabajo asalariado para que no se pierda esa fuente de plusvalía.

También los trabajadores se quejan por el pésimo trato que reciben, lo que deriva en problemas psicológicos, y CCOO se asegura de que los asalariados no se salgan del camino legalista que interesa a la burguesía, puesto que mediante asambleas explican a los obreros cómo defenderse y encauzar las denuncias hacia dicho sindicato de la patronal para que éste se encargue.

Para ver más claramente la habitual forma de proceder de los sindicatos amarillos, en 2014 ya se hablaba de que en Castilla y León se habían multiplicado por diez los casos de silicosis en una década, y el secretario provincial de UGT declaraba que “las empresas han hecho su labor pero falta mucho por hacer porque es complicado, difícil y costoso”, y que se desaprovechó la oportunidad para meter esas cuestiones en el último convenio del sector en aquel momento. Sin duda, una muestra de extremo cinismo en el que el sindicato limpia la imagen de aquellos que se lucran con el trabajo de quienes ven deteriorada su salud, la prueba de que le preocupan los costes empresariales y de que la clase obrera sólo significa plusvalía, de la cual sacan sus privilegios estos sindicatos vendeobreros, puesto que hablaban como si se tratase de un juego en el que las reglas ya no permiten pelear por algo tan elemental como la salud.

En 2016, CCOO denunciaba ante los medios que no se realizaban las pruebas médicas necesarias a los trabajadores, a pesar de la alta incidencia de silicosis. “Lamentaban” que no había ningún avance en las negociaciones con la patronal, que se habían perdido derechos, que la burguesía no aceptaba ninguna reivindicación y que no aclaraba nada de lo que pretendía hacer, esperando CCOO a alcanzar concesiones de estos parásitos en otras reuniones. Una actitud patética que solo es propia de unos lacayos que hablan de pedir permisos al opresor, y de intentar que acceda a soltar alguna migaja más, ya que los intereses de éste, según los sindicatos amarillos, son legítimos.

En 2019 el caso se volvió todavía más revelador si cabe, y CCOO decía que “llegar a acuerdos es complicado (…) los empresarios siempre hablan de que valoran el sacrificio de los trabajadores pero realmente esa no es una realidad, porque no ayudan”. Es decir, se presentan, como siempre, como agentes negociadores en los que los trabajadores deben tener fe, pero están atados de pies y manos porque el patrón, que es, de hecho, quien sacrifica a los trabajadores, no quiere negociar. Por otro lado, dicen que el burgués “no ayuda”. ¿Para qué, exactamente, se requiere la “ayuda” de un explotador, que además juega con la salud de quienes generan la riqueza?

Decía también en 2019 este sindicato al servicio de la patronal, que se han ido perdiendo derechos y retribuciones, pero que con un aparente grado de “bonanza” que se observaba era el momento de recuperarlos. ¿El momento es aquel en el que el burgués puede soltar alguna que otra migaja más por ver mucho más llenos sus bolsillos? ¿Hay que combatir al explotador cuando no es molestia para éste?

Por último, tras las habituales declaraciones “lamentando” que el burgués lo pone difícil para conseguir falsas mejoras, poniendo el poder en sus manos, hablaban de que estos criminales parásitos que se lucran con la explotación y atentan contra la salud de los trabajadores, estaban preocupados por el “absentismo laboral”. Ante esta preocupación de sus jefes, la infame solución de CCOO era ofrecer primas de 50 euros por cada mes que los trabajadores no tengan bajas. Es indiscutible que, como se expuso anteriormente, para los sindicatos amarillos los obreros solo son herramientas vivas que dan ganancia. Se atreven a ponerse junto al patrón abiertamente, y ofrecer miseria a cambio de que los explotados aguanten sus dolencias y no falten al trabajo. Su rol es absolutamente repugnante, y es la prueba de que obtienen sus privilegios del patrón.

En 2025, tras tantos años, la situación no ha mejorado en nada. ¿De qué sirven estos sindicatos? ¿Hacen falta más pruebas de que se posicionan con el enemigo de clase? Su única función en la sociedad capitalista es la de dejar el poder en manos del patrón, desactivar la indignación de la clase obrera y engañar con cantos de sirena para que los trabajadores crean que se trata de tener fe en un grupo concreto, y esperar que el patrón sea “razonable” o tenga “empatía”. No, quienes se lucran con los frutos del trabajo ajeno no van a permitir ninguna ventaja para los trabajadores, pues saben que necesitan de la explotación y que esta sea legitimada para mantener su forma de vida parasitaria. Los obreros no tienen más remedio que organizarse y presentar batalla al burgués para lograr, progresivamente, obtener lo que les corresponde. El proletariado todo lo genera, así los medios de producción deben ser propiedad social. Es evidente que no se conseguirá de un día para otro. La clase obrera debe unirse en su lucha contra el capital, pues éste es el corazón del dominio burgués y la vía para acabar con la opresión que supone el trabajo asalariado.

Para ello es menester fortalecer el sindicalismo de clase como instrumento para elevar la conciencia y presentar batalla en los centros de trabajo, y así enfocarnos realmente en la lucha de clases; ser conscientes de que la burguesía y el proletariado son clases con intereses opuestos e irreconciliables, es vital para extender la lucha a todos los ámbitos, unir todos los frentes en uno solo contra el capital, y comenzar a convertirnos en una auténtica fuerza que pueda romper con el criminal capitalismo y construir el socialismo.

¡Fortalezcamos las filas del sindicalismo de clase y combativo!
¡Socialismo o barbarie!

Comisión de Movimiento Obrero y de Masas del Comité Central del Partido Comunista Obrero Español

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