La situación nacional demuestra que «los de arriba» están en crisis. De un lado, la derecha fraguando golpes abonando el terreno para las próximas elecciones y negando desde el Congreso los derechos de las masas laboriosas y populares. De otro lado, las promesas de cambio del actual gobierno han quedado en el olvido. A pesar del discurso progresista, los hechos confirman que las causas del levantamiento popular del 2021 no han sido resueltas y que incluso se han agravado. En este contexto, la organización independiente del pueblo y la construcción de poder desde abajo, expresado en las Asambleas Populares, se convierte en una tarea impostergable.
Las afugias económicas, la falta de oportunidades laborales, el desempleo real, el subempleo y la informalidad continúan afectando a millones de trabajadores. La precariedad laboral, el aumento de la pobreza, los problemas estructurales en salud, vivienda y educación, así como el desplazamiento forzado por la agudización del conflicto armado y los desastres ambientales, siguen empeorando.
Y ni que hablar de la guerra contra el pueblo. Las masacres, asesinatos de líderes sociales y firmantes de paz, aunque con ligeros descensos estadísticos, siguen siendo alarmantes. Los enfrentamientos armados entre disidencias, grupos armados, grupos paramilitares y el Ejército continúan expandiéndose hacia nuevas regiones, alimentados por el narcotráfico, la minería ilegal y la guerra por la renta extraordinaria del suelo, demostrando nuevamente que el pueblo está en medio de una guerra que no le pertenece, pero de la que es quien sale peor librado.
Este panorama evidencia que urge fortalecer la organización popular con independencia de clase, y articularla en estructuras permanentes de decisión y acción: las Asambleas Populares.
Más de 780 bloqueos, paros y movilizaciones en todo el país muestran que el pueblo sigue luchando. Campesinos, obreros, estudiantes, maestros, pueblos indígenas y sectores urbanos empobrecidos han protagonizado acciones que expresan la inconformidad acumulada, es común encontrarnos cada día con alguna acción de masas, con algún mitin de trabajadores de x o y empresa, con una marcha, una concentración; en fin, la lección es clara, los cambios no vendrán «desde arriba», deben construirse «desde abajo». De ahí la necesidad de que el pueblo colombiano se organice para la lucha y la forma que las masas mismas adoptaron durante el levantamiento popular de 2021, fueron las Asambleas Populares, que no son un simple espacio de reunión, sino el embrión de un nuevo poder, una expresión organizada del pueblo trabajador que decide sobre sus problemas, articula luchas, planifica y construye unidad en la práctica. Son la herramienta necesaria para enfrentar el infierno de explotación y represión, y para preparar las condiciones de una lucha superior, el Paro General Indefinido.
Por eso, el llamado es a los comunistas, los revolucionarios y dirigentes honestos del movimiento social a impulsar la creación y fortalecimiento de las Asambleas, forjando la unidad de los explotados y oprimidos. Solo así podrá el pueblo colombiano pasar de la resistencia dispersa a la ofensiva política organizada, un paso muy firme hacia la forma superior de organización de la clase obrera y su principal aliado el campesinado pobre, forma que se concreta en el Partido de la clase obrera. Es así como se ejerce poder popular y se conquistan las condiciones necesarias para que, dotados de nuestro Partido de vanguardia, avancemos a la destrucción del podrido Estado burgués.
¡Organizados somos todo, dispersos no somos nada!