
Víctor Lucas (Unidad y Lucha).— Siempre hemos tenido claro que la información a través de los medios del sistema se realiza bajo uno de los puntos del decálogo “goebbelsiano” sobre que la “mentira mil veces repetida, termina convirtiéndose en verdad”, pero en este pequeño espacio vamos a tratar de bucear en los aspectos más específicos del trabajo técnico que se emplea para conducir a las masas, trabajando sobre la conciencia y, lo que es más efectivo, la respuesta colectiva a una cuestión de debate dada.
Singulares estudios desde hace mucho tiempo han ido desarrollando teorías que, evolucionadas y contrastadas con nuevas realidades, han desplazado a las primeras posiciones mecanicistas que trataban de justificar las cualidades específicas de la especie humana con respecto a sus propiedades diferenciales con las del resto del reino animal. El ser humano cabalga ventajosamente con su voluntad social y tiene la fortuna de afrontar dos realidades: la del mundo físico objetivable y la del mundo artificial conocido como “noosfera”.
Las alteraciones en la interpretación del lenguaje que se han producido a lo largo de la historia de la civilización consagrada a partir de la formación del estado, han configurado acepciones devastadoras de su original intención. La manipulación es un término negativo practicado, principalmente, por unos pocos, por el Poder, contra unos muchos, para intervenir en sus decisiones, en su libre voluntad.
Manipular tiene su origen en el término “manus” y “ple” (colmar), es decir, llenas la mano, y su acción se realizaba para alterar el objeto original, cuestión que requería habilidad y maña. Para tal efecto, se emplearon especialistas que adquirieron el nombre de prestidigitadores. Usualmente, éstos emplean las técnicas de distracción que psicológicamente los observadores padecen; así, distrayendo, concentrando la atención, se traslada el objeto y se crea la ilusión de la percepción.
En todo este proceso, prácticamente demostrado, el original manipulador, convertido después en prestidigitador, dirige sus flechas, sin agresividad física, hacia un objetivo cuasi religioso cual es el espíritu, convertido en factor receptor del animismo. Toda una liturgia de signos, símbolos, simulaciones y otras herramientas encuentran siempre la emoción de la(s) víctima(s).
Una segunda característica de la acción del manipulador es la ocultación de su método y propósito. La garantía de su eficiencia se produce cuando “el manipulado cree que todo lo que ocurre es natural e inevitable” (Schiller). El mensaje trasladado ha llegado a su destino. La hermenéutica facilitó la interpretación del texto que los clásicos griegos acompañaron con la gestualidad de los actores.
El gesto, la pose, la compañía, el escenario, el momento y el ambiente forman parte de la anatomía y fisiología de la manipulación de la conciencia.
¿De qué tema de la actualidad hablamos? De todos. Centrémonos en uno, Palestina. Soportamos cómo los aparatos de la violencia de la comunicación se emplean con los prejuicios definidos de las víctimas y victimarios; los primeros han tenido la maldad de defenderse del ocupante utilizando las herramientas reconocidas por las normas acerca de su situación de ocupado; los victimarios, ocupantes, empleando sus armas de “persuasión” que ¡azarosamente! desembocan en muertos, cientos de muertos, miles de muertos, decenas de miles, centenares de miles… ¡genocidio!
Los prestidigitadores distraen la atención de los observadores sobre lo cercano, lo inevitablemente visual y objetivo, centrando la fatalidad del pueblo palestino en la figura incómoda de Netanyahu, al que le presuponen una táctica defensiva de sus problemas domésticos. Para nada se observa un ejercicio de memoria histórica en donde la coherencia de la entidad sionista se ha construido con los elementos sustentantes de la cubierta del “Hogar Nacional”. En todos los edificios se producen tensiones internas que tienden a quebrar lo construido. Para ello, los estribos o arbotantes sirven para mantenerlo en pie, como contrafuertes. Es el rol del Imperialismo, que oculta su interés para que la manipulación tenga éxito.