En un comunicado, las autoridades de la principal urbe del territorio alertaron que la situación podría agravarse en las próximas semanas con la llegada del invierno.
Con la llegada de la temporada de lluvias, “los temores de los palestinos en Gaza se multiplican debido a la magnitud de la destrucción”, subrayó.
Recientemente, Ismail Al-Thawabta, director general de la Oficina de Medios del Gobierno en el enclave costero, afirmó que unas 288 mil familias viven en las calles y plazas públicas tras perder sus hogares por la agresión israelí.
Al-Thawabta recordó que el protocolo humanitario del acuerdo de alto el fuego estipulaba la entrada de más de 300 mil tiendas de campaña y casas móviles para albergar a los desplazados, pero Israel no cumplió los compromisos.
El municipio afirmó que sus equipos trabajan “con todos los recursos a su disposición, a pesar de las duras condiciones y las capacidades limitadas, para mitigar los efectos de las lluvias y proteger a los residentes”.
En septiembre, las autoridades del territorio estimaron que el 93 por ciento del total de tiendas de campaña de personas desplazadas se habían derrumbado o ya no eran habitables.
La pasada semana, la municipalidad advirtió que la crisis hídrica en la ciudad alcanzó un nivel o sin precedentes.
El líquido bombeado cada día en la urbe no supera el 15 por ciento de sus necesidades, que ascienden a 100 mil metros cúbicos, detalló el portavoz del municipio Hosni Muhanna.
El funcionario señaló que de los 88 pozos en funcionamiento antes de la guerra, iniciada en octubre de 2023, solo 17 siguen abiertos.
Muhanna acusó al vecino país de destruir las redes de transmisión, las estaciones y los pozos. También la planta desalinizadora central, situada al noroeste de Gaza, continúa fuera de servicio, subrayó.
A ese problema se suma la crisis ambiental más grave de la historia de la ciudad por la acumulación de millones de toneladas de desechos, lamentó.





