
En la visión de la diversidad funcional no hay que perder de vista el contenido de clase. No tiene el mismo encaje social una persona con diversidad funcional en una familia de clase obrera respecto a una persona con diversidad funcional que nace en la familia real, por poner un ejemplo, como la Infanta Helena. Deducimos pues que hay que situar a la persona bajo el sistema capitalista en el lugar que ocupa en el modelo productivo y, como siempre, es la burguesía parasitaria la que no sale perjudicada. Por el contrario, y debido a la automatización extrema de la producción, la burguesía se ve obligada a aumentar exponencialmente las filas del ejército industrial de reserva y la etiqueta social de “discapacidad” es una buena herramienta para expulsar del circuito productivo.
Esta expulsión del modelo productivo engarza con las distintas visiones que se han tenido hasta la actualidad. Cuando la religión dominaba la historia contemporánea de la Europa feudal, la diversidad funcional, y en especial todo lo que se relacionaba con el término “locura”, se trataba como un endemoniamiento del que se tenía que salvar a la persona mediante el exorcismo o la segregación más absoluta. Cuando llegaron las revoluciones burguesas y se afianzaron, cuando a través de la ciencia se pudo demostrar la inexistencia de dios, el estigma cambió de signo. Ya no se trataba de alguien abducido que se segrega por superstición y un alto grado de ignorancia, con el capitalismo se trata de expulsarlo por la sospecha de que su capacidad para generar plusvalor pudiera estar afectada. Ya no se trata de superstición e ignorancia, el sistema capitalista lleva a cabo estas medidas con total conocimiento y en aras de conservar intacta y hacer crecer su cuota de ganancia. Demuestra así que la burguesía es la clase social más mezquina e inhumana de la historia y que tiene plena conciencia de la estigmatización que lleva a cabo únicamente para proteger su ganancia privada. Para llevar a cabo su tarea de exclusión, se sirve del estado burgués y le pone a funcionar en lo que mejor sabe hacer, poner el dinero público hacia la defensa de sus intereses privados.
Bajo el capitalismo, la exclusión del sistema productivo se hace bajo una simple sospecha ya que, muchas veces, no se le da la oportunidad al sujeto de probarse en este modelo productivo mediante la etiqueta social, porque ha convertido la fuerza de trabajo en una mera mercancía para la apropiación privada y no en una fuente de valor social. Ahí reside el fondo de la cuestión, el sujeto no es segregado por sus capacidades sino por las condiciones de explotación, la urgencia de aumentar indiscriminadamente el ejército industrial de reserva debido a la automatización y la protección de su cuota de ganancia por parte de los capitalistas. Al contrario del discurso que enarbolan los explotadores, la diversidad funcional no es un dique insalvable para la vida productiva como lo demuestran varios actores de los que citaremos sólo algunos como Van Gogh, Beethoven o Napoleón.
Para las personas de clase obrera con diversidad funcional, que sufren una más de las aristas de la violencia del sistema capitalista que se suma a la violencia estructural que sufre la clase obrera, unidos a sus hermanos de clase deben ser conscientes de su problema y su solución, que no es otra que la demolición del sistema capitalista para implantar el Socialismo, un sistema donde el trabajo pase de ser una mercancía para la apropiación privada, a ser un elemento de valor social y de realización personal.
Nos servimos de este fragmento ilustrativo de Karl Marx en su obra “Crítica al programa de Gotha” (1875) para definir cómo será la fase madura del Socialismo que debemos conquistar, la Sociedad Comunista, y la significación que tendrá el trabajo para el conjunto humano. El fragmento dice así: “En una fase superior de la sociedad comunista, cuando haya desaparecido la subordinación esclavizadora de los individuos a la división del trabajo, y con ella, el contraste entre el trabajo intelectual y el trabajo manual; cuando el trabajo no sea solamente un medio de vida, sino la primera necesidad vital; cuando, con el desarrollo de los individuos en todos sus aspectos, crezcan también las fuerzas productivas y corran los manantiales de la riqueza colectiva, sólo entonces podrá rebasarse totalmente el estrecho horizonte del derecho burgués y la sociedad podrá escribir en sus banderas: ¡De cada cual, según sus capacidades; a cada cual según sus necesidades!”.
¡Por el fin de la discriminación burguesa!
¡Por la destrucción del capitalismo!
¡Construye socialismo en el PCOE!
COMISIÓN DE AGITACIÓN Y PROPAGANDA DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA OBRERO ESPAÑOL (P.C.O.E.)

