“La destrucción de la ciudad se produjo porque desde los primeros ataques se arrojaron ante todo bombas incendiarias que originaron muchos incendios y con ello permitieron deshacer el entramado de las casas. Después los ataques continuaron con bombas de 250 kilos y se destruyeron las conducciones de agua lo cual impidió las labores de extinción de fuegos. Cuando las bombas cayeron sobre las casas, éstas se derrumbaron completamente. El número de blancos no fue tan elevado como en Eibar o en Durango”. La descripción responde a un informe inédito hasta el momento, escrito por el responsable de la masacre de Guernica, Wolfram von Richthofen, teniente coronel de la Legión Cóndor.

“Mediante ataques prolongados de pequeñas unidades contra ciudades aisladas, la población fue impresionada y atemorizada en profundidad, allí sobre todo donde tenía que darse la impresión de que su propia defensa aérea era totalmente insuficiente y se hallaba mal organizada […] Sólo arrojando una mezcla de bombas explosivas y bombas incendiarias pudieron lograrse los incendios”, cuenta Von Knauer en el informe visado por Sperrle en junio de 1938.

Las pruebas que Viñas ha levantado permiten argumentar que la historia debe rectificar y olvidarse de los presuntos objetivos que tradicionalmente se han querido fijar a los aviadores alemanes e italianos: bombardear un puente y los cruces de las carreteras a fin de cortar el paso en retirada de las tropas. Para eso no se necesitaban bombas incendiarias, que además contenían un “napalm de medio pelo”.

Es decir, el bombardeo del 26 de abril de 1937 se hizo con propósitos de “destrucción masiva”, sin interrupción durante casi cuatro horas. Es en el nuevo informe de von Richthofen donde se lee que tras comprobar los efectos de los bombardeos anteriores a centros urbanos como el de Durango se aprendió una lección fundamental: la utilización de bombas de 50 kilos, que en este caso fueron arrojadas por los italianos, demostró que, a pesar de lograr un grado de destrucción del 55%, no generaban las montañas de escombros y cascotes deseadas. “Caían sobre tejados y afectaban fundamentalmente al último piso pero no más. De aquí que en Guernica se utilizasen bombas de 250 kilos y 50 kilos, además de las incendiarias”, apunta Viñas.

El testimonio de Harro Harder, uno de los jefes de escuadrilla de la Cóndor, es el único que reproduce el horror de aquel día: “Hoy hemos volado a Guernica, destruida totalmente y no como dicen los periódicos de por aquí por las hordas de incendiarios rojos, sino por bombardeos alemanes e italianos. En la opinión de todos nosotros es una auténtica putada [sic] destruir así una ciudad como Guernica, tan poco importante desde el punto de vista militar. Bajo los escombros sin duda yacen varios miles de muertos, víctimas innecesarias”.

Fuente: https://movimientopoliticoderesistenc…

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