Los indígenas australianos fueron expuestos a la extrema radiación provocada por los ensayos nucleares británicos entre 1952 y 1963.
Los indígenas australianos que estuvieron expuestos a niveles extremos de radiación por los ensayos nucleares británicos, hace 50 años, recibirán una mejor atención sanitaria, según ha anunciado el Gobierno australiano.
Los británicos realizaron ensayos de armas nucleares en las localidades de Maralinga y Emu Field, en Australia del Sur, así como alrededor de las islas Monte Bello, en Australia Occidental, entre 1952 y 1963. Muchos indígenas que habían vivido en estas zonas durante siglos se vieron obligados a desplazarse. Los que se negaron a abandonar sus hogares se vieron expuestos a altos niveles de radiación y, más tarde, sufrieron graves problemas de salud.
Niños sin vértebras o con los intestinos duplicados
Una investigación de la Comisión Real detectó importantes niveles de contaminación residual en algunos lugares y relacionó las pruebas nucleares con lesiones y deformidades significativas que ha sufrido la población durante estas décadas, incluyendo infertilidad, problemas pulmonares y cardiovasculares, así como enfermedades dermatológicas y cáncer.
Además, algunos informes revelan que los niños nacidos después de los ensayos nucleares padecieron tumores, parálisis cerebral y enfermedades del corazón, entre otros. De hecho, hay documentos que informan de niños que han nacido sin ano, y otros sin vértebras o con los intestinos duplicados.
Así, después de más de 50 años de lucha, los indígenas expuestos a la radiación finalmente han conseguido ser elegibles para la conocida como ‘tarjeta de oro’, la misma que tienen los veteranos de guerra, que fueron enviados por Australia a Hiroshima u a otros lugares donde realizaron pruebas nucleares los británicos, y que cubre prácticamente todos los costos médicos.
“La medida proporcionará tarjetas de oro a los indígenas presentes en o cerca de Maralinga, Emu Field o las Islas Montebello en el momento de los ensayos nucleares británicos en las décadas de los 50 y 60”, aseguró Dan Tehan, el ministro australiano para Asuntos de Vetaranos.
Una victoria que debería haberse celebrado hace 30 años
El primer ministro del país en ese momento, Robert Menzies, permitió el acceso de los británicos sin consultar a su gabinete, creyendo que el acuerdo aseguraría la protección de Australia en un mundo nuclear. Sin embargo, según los activistas, los experimentos trataron a los indígenas como “conejillos de indias humanos” y provocaron una desgracia en el sur y el oeste de Australia.
Además, aseguran que muchos locales que participaron en las operaciones de limpieza de las décadas de los 60 y 70, destinadas a descontaminar las zonas afectadas, también enfermaron por la exposición a la radiación.
El Movimiento por los Derechos Legales de los Indígenas Australianos han dado la bienvenida a la ampliación de la cobertura médica, pero cuestiona que las autoridades hayan tardado tanto años en implementarla. “Han pasado 60 años desde los hechos. El desembolso para el Gobierno no será tan costoso como lo habría sido hace 20 o 30 años”, explicó Cheryl Axleby, responsable de la organización, a ‘ABC Australia’.
Aunque estas zonas fueron declaradas seguras hace mucho tiempo, fue en 2014 cuando se devolvió a los indígenas la última de las tierras en Maralinga. Sin embargo, la mayoría de ellos han expresado que no tienen ninguna intención de regresar.