“Todo por la patria”. Cada ejército es custodio de sus mejores proezas nacionales. La del español se esfuerza por preservar el espíritu fascista del 18 de julio de 1936; el francés guarda las matanzas coloniales como su tesoro más preciado.
En 1994 el actual Jefe del Estado Mayor del ejército galo, el general François Lecointre, fue uno de los defensores de los genocidas ruandeses. En aquel momento, el general, que entonces era capitán de infantería de marina, estaba presente en el país de los Grandes Lagos, dentro de la Operación Turquesa que los colonialistas franceses llevaban a cabo en la región.
El general Lecointre ha sustituido a la cabeza del ejército francés a otro alto oficial, Pierre de Villiers, que dimitió de su cargo con la llegada de Macron con muy malas maneras, algo inédito en los anales de la V República.
¿Motivo? Los recortes del presupuesto castrense, que dejan a Francia “indefensa” y desafían las exigencias de rearme a ultranza de Trump. Son lentejas: en 2013 Francia aprobó unos proyectos militaristas que no puede pagar. Es así de simple.
Su sucesor es más cutre, del estilo de Millán Astray o Franco, un “africanista” a quien el pasado le salpica. Durante el genocidio de Ruanda, el general colaboró con Alfred Musema, director de una fábrica de té que en julio de 1994 albergó a las tropas francesas desplegadas en la región.
¿Quién es Musema? Uno de los condenados en enero de 2000 a cadena perpetua por el Tribunal Penal Internacional como autor, entre otros, del genocidio de 1994.
Una carta dirigida por Lecointre el 18 de julio [¡será casualidad!] de 1994 a Musema muestra una enorme familiaridad entre ambos. Presente sobre el terreno en el mismo momento de la gran matanza, el general francés no muestra ninguna intención de impedir las actividades de su amigo, e incluso colabora con él, como dice Jacques Morel en el diario L’Humanité.
El ejército francés está metido hasta el cuello en el genocidio. Además de Lecointre, también participaron el actual subjefe de Estado Mayor, Grégoire de Saint-Quentin, así como el general Bruno Guibert, comandante de otro despliegue del ejército francés en África: la Operación Barkhane en Mali, donde controlan la extracción de uranio para las plantas nucleares francesas.
Lo dicho: “Todo por la patria”.
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