2018.¿Año decisivo en los Balcanes? Parte I

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Este parece ser uno de los lemas propagandísticos predilectos del momento en los Balcanes por aquellos que pretenden la integración de sus respectivos países en la UE.

La primera vez que lo oí fue en boca de un político albanés, no recuerdo si fue el primer ministro o el ministro de exteriores, tampoco conozco ni me voy a molestar en buscar en que minicumbre, reunión o conferencia lo dijo. Cómo pueden apreciar no dedico el menor esfuerzo ni de memoria ni de hemeroteca a dichas declaraciones.

Por dos razones:

La primera es por la intrascendencia. Ninguna de las voces que repitan este lema son en realidad relevantes. Ya que son sólo actores subordinados. Y aunque cambien las banderas de fondo, el idioma, o a veces siquiera lo haga el acento. Todo responde a una iniciativa geopolítica muy alejada de sus atribuciones más locales que regionales.

Segunda: Para no incurrir en la reiteración y enumeración estéril que en nada ayudan a diferenciar el grano de la paja.

El año ha empezado con la presidencia rotatoria de la Unión Europea para Bulgaria. Es la primera vez que este país balcánico lo hace, once años después de su integración. Aunque Bulgaria persigue no sé en base a que su propio beneficio con la integración monetaria en la zona euro presentando al menos sobre el papel cifras extraordinarias que avalen su propuesta como un 6% de paro o un 1% de inflación este optimismo de Sofía no parece ser tomado muy en serio por Bruselas. Que prefiere con su tesis oficial enunciar que este mandato será de especial importancia para los países que están a la espera de la adhesión prevista para el 2025. Que no despierta ni pasiones ni unanimidad entre los diferentes miembros de la UE.

A saber ,desde la capital comunitaria se insiste en lo que ahora llaman Balcanes Occidentales.

Concepto que se utilizó hace un tiempo, con la incorporación de las antiguas repúblicas yugoslavas de Croacia y Eslovenia. Pero entonces incluía a estos nuevos estados como Balcanes Occidentales, diferenciándolos claramente de los orientales. Quienes precisamente postulan ahora por la entrada en tan selecto club.

La Antigua República yugoslava de Macedonia, ha pasado de ser oriental, o ni siquiera eso, ya que parecía no contar para nadie, a estar por delante de las aspiraciones de otros antiguo-orientales como Serbia, Albania, Bosnia o incluso Kosovo a la favorita y primera en la lista para su incorporación.

El cambio de gobierno, sucedido en esta república yugoslava, favorecido por los intereses occidentales, en contra de Rusia e incluso de un atisbo de mejora en sus relaciones con Serbia, así como una reafirmación nacional frente a Grecia y ante el elemento musulmán albanes le otorgaron carta blanca.

Su entrada en la OTAN, pese a la enormes carencias macedonias ya se da por descontada. Y los trabajos de doma y compra de conciencias, léase generadoras de opinión o barómetros están haciendo un gran trabajo gracias a las técnicas mediáticas y apoyo financiero occidentales. La mayor parte de sus habitantes o eso aventuran las encuestas europeístas anhelan entrar en el área de intercambio económico europeo. Viniendo de un estado pobre no debería extrañarnos. Pues vive o prácticamente lo hace, de espaldas a sus vecinos, con excepción del elemento albanés que los presiona, coarta, condiciona política y socialmente e incluso los ataca militarmente.

No obstante, este enemigo que aceptaron como mal menor en aras de la destrucción de Yugoslavia, y de la desaparición de la minoría serbia de la vida pública, será su nuevo compañero de la Unión Europea. Hablamos de la matriz albanesa, no de su metástasis albanokosovar que se extiende ya a amplias zonas del territorio autodenominado Macedonia y también de Grecia.

Bulgaría, fiel aliado histórico, cultural y político de Rusia ha visto recompensada su deserción del campo oriental con la entrada en la UE. Pese a los problemas que tiene con su vecina ARYM a la que ahora promete ayudar si bien sobre el papel y de forma poco entusiasta. Sabidas sus apetencias territoriales, afinidad cultural y reclamaciones históricas sobre las lindes macedonias. De hecho aún no ha explicitado de forma oficial su reconocimiento del pueblo macedonio como sujeto político. Pero existen factores más apremiantes que la mera lógica social, económica, o histórica. El factor geopolítico se impone.

La entrada en la UE de Macedonia se ha acelerado. La protección urgente que la UE ansía con la cual recompensar al nuevo gobierno pro-occidental «macedonio “que ha coronado su peregrinar al poder con ilegalidades más flagrantes de las que acusa al gobierno derrocado y las supuestas maniobras rusas. Sin perder de vista como se han denostado, hasta el grado de la descalificación de aquellos que sí tienen conciencia del peligro albanés, y optan por la vuelta a los valores tradicionales disfrazado de conservadurismo, defensa de la fe ortodoxa a las que rápidamente se ha asociado al ultranacionalismo y en consecuencia no tienen cabida en los estándares y valores europeos. Elementos que por el contrario son muy agradecidos para el proselitismo islámico y nacionalismo granalbanés.

El gobierno de ARYM al cual podemos calificar de socio populista filoalbanés y totalmente vendido a las potencias occidentales está funcionando como motor de enganche en toda el área.

Hace pocos días vimos una gran manifestación en Tesalónica, en la que más de 100,000 griegos rechazaban el uso de la palabra Macedonia como denominación oficial de su pequeño vecino.

Para ellos son sólo yugoslavos, aquello que voluntariamente renunciaron ser. Pese a ciertas concesiones del nuevo gobierno de ARYM en el estricto ámbito de los simbólico, gran parte de la población griega no quiere verse despreciada, despojada de su gran y única historia, y de su eterna y heroica lucha por su supervivencia nacional por designios absurdos, fantasiosos y mendaces. No obstante en las arenas políticas griegas, pese a actos de profunda protesta diplomática. Resulta imaginable pensar en la posibilidad que los miembros de Syriza estén contemplando ya concesiones a los macedonios, para evitar una mayor agresividad hacia su gobierno. Intereses, quita de la deuda, inversiones, protagonismo en los medios de comunicación que ya se pueden comprobar. Las huelgas generales se siguen sucediendo sin ningún eco, así como los recortes sobre la muy castigada población helena.

Otro tema fundamental para la estabilidad en los Balcanes esta sobre la mesa:

El reconocimiento de Kosovo por parte griega y su apoyo en la escena internacional es más que posible. Y ya se han dado pasos en esa dirección. Quizá las promesas de mejores condiciones para la minoría griega del Epiro albanés, tengan también su peso. Pero se antoja como poner puertas al campo, cuando la idea de la Gran Albania, lejos de aminorar, se expande y beneficia gracias a la política europea.

Es bastante aventurado incluir a ARYM, Montenegro, Serbia y Albania como candidatos potenciales para entrar en la UE y además englobarlos como Balcanes occidentales. Estas medidas dan muestras del sinsentido, las prisas y la falta de un proyecto común y de inteligencia política hacia esta región europea. Si estos son los Balcanes occidentales, ¿Dónde empezarán los orientales? ¿En Jordania? ¿Y a qué obedece tal arbitraria y contradictoria acepción? ¿

¿Y por encima de todo a quién beneficia?

La inacción y desinterés de la nueva administración estadounidense por esta parte de Europa. No quita que se formulen preguntas con respuestas muy obvias. Una de ellas fundamental. Europa necesita contrarrestar la gigantesca obra inversora china. Las grandes infraestructuras, construcciones, contratos de transporte están en sus manos. Y superan holgadamente a la de las potencias europeas. Y no me refiero al ferrocarril serbio y su nuevo trazado sino al mismo puerto del Pireo, a que en Croacia, la niña mimada de Alemania, China sea proporcionalmente la mayor inversora extranjera en los últimos años y que en Bosnia Herzegovina los chinos hayan superado como gallina de los huevos de oro a Arabia Saudí, sus nuevos y pujantes señores, los elegidos, los de la fe correcta que se ven desbancados por precios menores, menor intrusismo y sin peajes políticos.

Bruselas tiene claramente varios frentes abiertos. Competencia económica, enemistad política y nueva guerra de bloques. Todo en medio de un marasmo migratorio que está cambiando nuestro continente y cuyas consecuencias ni son valoradas ni publicitadas. Y el eslabón débil de Europa, es quien antes y más lo sufrirá.

Berlín sabe que los países del este, los nuevos conversos no conforman por si mismos ningún mercado digno de tal nombre, y su estabilidad y madurez política son despreciadas constantemente como dictatoriales, ultranacionalistas, rayanas en la ilegalidad. Los casos de Hungría, Polonia y ahora parece que quizá también el de la República Checa al no ser netamente antiruso lo atestiguan.

Exceptuando el mercado polaco, por su industria y numerosa población,(y por no olvidemos la siempre presente idea de la mitteleuropa germana) el resto de países sólo han sido abrazados por la UE por directrices de Washington que querían desmantelar la esfera de influencia rusa en Europa, fraccionar la Europa eslava y oriental. Esto posteriormente ha sido contraproducente para los intereses europeos. Polonia se ha convertido en un socio rebelde y en un verdadero portaaviones político y militar (crisis ucraniana) de EEUU como también Rumania.

Si bien en las críticas de los medios reposan elementos verídicos para acusar a los gobiernos de estos países de irregularidades y abusos, las críticas son muy parciales y olvidan elementos vitales.

Y esto es válido también para los Balcanes, sean cuales sean sus coordenadas y denominaciones, pueda parecer que estemos hablando de un nuevo reparto colonial. Estos diminutos países no ven cuestionada seriamente su corrupción, discriminación, cifras falsas, su económica ineficaz y desestructurada en aras de grandes intereses ajenos. Que pueden construir, especular, y revenderles, lo que les compran a un precio menor. Pueden imponerles cuotas, regarles con ayudas y subvenciones, pero también con multitud de productos de afuera. Así pues veremos productos españoles, italianos o alemanes de ínfima calidad que no tienen cabida en los supermercados de sus respectivos países pero son omnipresentes no sólo en grandes superficies o supermercados sino incluso en pequeñas tiendas de estos países. Y mayor es el agravio cuando comprobamos que ninguno de los productos de los nuevos o futuros socios se venderá a nadie más allá que a su vecino inmediato. Y eso formando parte de un mercado común. Es por ello que me permití frivolizar en cierta manera sobre el colonialismo.

Termino no tan trivial cuando vemos que para la destrucción de Yugoslavia y posterior redibujo fronterizo se utilizaron de forma tan grosera como visible en la Comisión Badinter los mismos principios que para la descolonización de los países del África negra. Esta fue la apreciación europea hacia los habitantes de los Balcanes, orientales, occidentales y centrales yugoslavos.

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