El leninismo sobre los movimientos nacionales

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«El principio de la nacionalidad es históricamente inevi­table en la sociedad burguesa, y, teniendo presente la exis­tencia de esta sociedad, el marxista reconoce plenamen­te la legitimidad histórica de los movimientos nacionales. Pero, para que este reconocimiento no se transforme en una apología del nacionalismo, es preciso que se limite rigurosa y exclusivamente a los elementos progresivos de tales movimientos, con el fin de que no contribuya a enturbiar la conciencia del proletariado con la ideología bur­guesa.

Es progresivo el despertar de las masas después del le­targo feudal; es progresiva su lucha contra toda opresión nacional, su lucha por la soberanía del pueblo, por la sobe­ranía nacional. De aquí, la obligación incondicional para todo marxista de defender la democracia más resueIta y más consecuente en todos los aspectos de la cuestión na­cional. Es ésta una tarea fundamentalmente negativa. Pe­ro más allá de este límite el proletariado no puede apoyar el nacionalismo, pues más allá empieza la actividad «po­sitiva» de la burguesía en su afán de consolidar el nacio­nalismo.

La liquidación de toda opresión feudal, de toda opre­sión de las naciones y de todo privilegio para una de las naciones o para uno de los idiomas es una obligación in­discutible del proletariado como fuerza democrática; en ello residen los intereses indiscutibles de la lucha de clase del proletariado, velada y frenada por las querellas na­cionales. Pero apoyar el nacionalismo burgués más allá de estos límites, firmemente establecidos y encuadrados en un determinado marco histórico significa traicionar al proletariado y pasarse al Iado de la burguesía. Existe aquí un límite, a menudo muy sutil, del que se olvidan por com­pleto los socialnacionalistas ucranianos y los del Bund.

Sí, indiscutiblemente debemos luchar contra toda opre­sión nacional. No, indiscutiblemente no debemos luchar por cualquier desarrollo nacional, por la «cultura nacio­nal» en general. El desarrollo económico de la sociedad capitalista nos muestra en todo el mundo ejemplos de mo­vimientos nacionales que no han llegado a desarrollarse plenamente, ejemplos de grandes naciones formadas a par­tir de varias pequeñas o en detrimento de algunas peque­ñas naciones, ejemplos de asimilación de naciones. El prin­cipio por que se rige el nacionalismo burgués es el desa­rrollo de la nacionalidad en general; de aquí el carácter exclusivo del nacionalismo burgués, de aquí las estériles querellas nacionales. El proletariado, en cambio, no sólo no asume la defensa del desarrollo nacional de cada na­ción, sino que, por el contrario, pone en guardia a las ma­sas contra semejantes ilusiones, defiende la libertad más completa del intercambio económico capitalista y celebra cualquier asimilación de las naciones, excepto la que se realiza por la fuerza o se basa en privilegios». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; Notas criticas sobre la cuestión nacional, 1913)

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