No paran de surgir movilizaciones protestando por las grandes desigualdades que existen en todos los ámbitos del mundo actual. En estas movilizaciones se piden medidas para resolverlas, pero como no se señala a la raíz del problema, que es el régimen económico imperante, estas desigualdades se perpetúan desde hace décadas o incluso siglos.

Estos días se han movilizado los habitantes de más de 20 provincias para reclamar medidas contra la despoblación, el abandono de miles de pueblos que estén en peligro de desaparición. Según el Instituto Nacional de Estadística el 80% de pueblos están en riesgo de extinción en 14 provincias.

¿Por qué emigra la gente a las ciudades  que ya concentran más del 77% de la población en España, o el 82% en EEUU? Básicamente, por trabajo. Por tanto, el problema está relacionado con el régimen económico. ¿Quién decide dónde hay trabajo y dónde no? Los dueños de las empresas y fábricas, de los medios de producción. Son ellos los que deciden concentrar la vida económica en unas zonas u otras, incluso en unos países u otros, en función de su interés.

El premio nobel de Economía Paul Krugman en su artículo “Getting real about rural America” señala a “poderosas fuerzas” como responsables del “declive económico de la América rural” y considera que “nadie sabe cómo revertir esas fuerzas”.

El catedrático de Derecho Constitucional Javier Pérez Royo se sitúa en la misma línea asegurando que “revitalizar regiones en declive, conseguir repoblar zonas que se despueblan, no es que sea una tarea difícil porque sea difícil alcanzar la voluntad política para abordar el problema, sino que es que no sabemos cómo conseguirlo

Los socialdemócratas tienen la habilidad de tirar la piedra y esconder la mano. Ambos saben, pero no lo dicen, que esas “poderosas fuerzas” no son más que las fuerzas económicas, en este caso, la economía de mercado, es decir, el capitalismo. Por tanto, lo que en realidad están diciendo es que DENTRO del capitalismo, este problema, como el resto, no puede resolverse.

El problema de la desigualdad entre campo y ciudad es un clásico del capitalismo. Y sí puede resolverse FUERA del capitalismo: con el socialismo. En los países socialistas del siglo XX, con todas sus dificultades, al poner los medios de producción en manos de toda la sociedad, y con la planificación colectiva que ello permitió, resolvieron esa desigualdad como tantas otras.

Mientras existieron esos regímenes socialistas era difícil negar la realidad, por lo que podemos encontrar estudios realizados en aquella época en países capitalistas, que reconocían la superioridad del sistema socialista en la planificación de las ciudades.

El urbanista e historiador australiano, Hugh Stretton, nada sospechoso de ser comunista, observaba en 1978 que “la riqueza, el ingreso y la vivienda no tienen ninguna de las desigualdades extremas que ocurren en los países capitalistas”.

Carreras i Verdaguer en la Geografía de la Sociedad Humana (1981), concluye: “Puede resumirse que la ciudad soviética es bastante igualitaria, tanto en lo que hace referencia a la distribución interna de sus servicios, equipamientos y funciones, como en la semejanza de infraestructuras y organización entre las ciudades (…). Son igualitarias, sobre todo, porque la segregación social del espacio no existe, porque el transporte público alcanza un elevado nivel de densidad”.

En 1982, el arquitecto Rodríguez-Avial Llardent, en su obra “Zonas Verdes y Espacios Libres en la ciudad”, sostenía que “urbanísticamente la Unión Soviética presenta un gran interés por ser el primer país en el que a gran escala el hombre intenta estructurar racionalmente la geografía y recursos”.

Pero no sólo eso. Precisamente los problemas de desigualdad, en este y en el resto de ámbitos, aparecieron en los países socialistas justo cuando se introdujeron formas de gestión privadas, incluyendo las cooperativas, que al final implican una restauración de la economía de mercado:

Los principales problemas se presentan a través de los resquicios de privatización que se pueden dar con la introducción del transporte privado, que se halla en expansión; a través de la aparición de construcciones de viviendas en régimen de cooperativa –que, si bien ayudan a resolver el problema de la vivienda, rompen, en cierta forma, la homogeneidad social-, y a través, finalmente, de la introducción de los comercios de élite” (Carreras i Verdaguer, “Geografía de la Sociedad Humana”.

Todos los caminos conducen al socialismo. Y hoy con más razón incluso que en el siglo XX. Pues hoy existe un desarrollo científico-técnico impensable hace apenas unas décadas. Hoy el camino sería mucho más sencillo, pues no tendríamos que enfrentar las grandes dificultades materiales que se encontraron aquellas experiencias de socialismo tan meritorias y que nos aportaron tantas enseñanzas.

Para resolver las desigualdades campo-ciudad o norte-sur, la clase obrera, como se ha demostrado tantas veces en la historia, tendrá que arrebatar a esas “poderosas fuerzas” el control de los medios de producción, y ponerlas al servicio de todo el pueblo trabajador.

Para acabar con todas las desigualdades
El Socialismo es la única solución

Comité Provincial del Partido Comunista Obrero Español (PCOE) en Sevilla

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