V. I. Lenin

EN TORNO A
LA CUESTION DE LA DIALECTICA

 


Escrito: En 1915.
Primera publicación: En 1925 en la revista Bolchevik, núms. 5-6.
Fuente: Biblioteca de Textos Marxistas. Juan Fajardo, diciembre de 2000.

El desdoblamiento de la unidad y el conocimiento de sus partes contradictorias (véase la cita de Filón sobre Heráclito, al principio de la parte III «Del conocimiento», del libro de Lassalle sobre Heráclito*), es la esencia (una de las «substancias», uno de los principales, si no el principal rasgo o particularidad) de la dialéctica. Es así precisamente como Hegel plantea también esta cuestión (Aristóteles en su Metafísica g i r a siempre en torno a esta cuestión y combate a Heráclito, es decir, a sus ideas).
La justeza de este aspecto del contenido de la dialéctica debe ser comprobada por la historia de la ciencia. Generalmente, no se presta a este aspecto de la dialéctica (como, por ejemplo, Plejánov) la suficiente atención: la identidad de los contrarios se considera como un conjunto d e e j e m p l o s [«por ejemplo, el grano», «por ejemplo, el comunismo primitivo». También lo hace Engels. Pero lo hace «con fines de divulgación». . .], y no como ley del conocimiento (ni como ley del mundo objetivo).
En matemáticas, los signos + y ó. Diferencial e integral.
En mecánica, la acción y la reacción.
En física, la electricidad positiva y negativa.
En química, la combinación y la disociación de los átomos.
En ciencias sociales, la lucha de clases.
La identidad de los contrarios (¿no sería más justo decir su «unidad»?, aunque la diferencia de los términos identidad y unidad no tiene, en este caso, una importancia esencial. Ambos términos son justos en cierto sentido), constituye el reconocimiento (el descubrimiento) de la existencia de tendencias contradictorias, que se excluyen mutuamente y antagónicas en t o d o s los fenómenos y procesos de la naturaleza (entre ellos también los del espíritu y los de la sociedad). La conditión para conocer todos los procesos del mundo en su «auto-movimiento «, en su desarrollo espontáneo, en su vida real, es conocerlos como una unidad de contrarios. El desarrollo es «la lucha» de los contrarios. Las dos concepciones fundamentales (¿o las dos posibles?, ¿o las dos que se observan en la historia?) del desarrollo (de la evolución) son: el desarrollo en el sentido de disminución y aumento, como repetición, y el desarrollo en el sentido de la unidad de los contrarios (el desdoblamiento de la unidad en dos polos que se excluyen mutuamente y la relación entre ambos).
En la primera concepción del movimiento queda en la sombra el auto-movimiento, su fuerza motriz, su fuente su motivo (o bien se atribuye su fuente a algo externo: a Dios, al sujeto, etc.). En la segunda concepción la atención fundamental se concentra, precisamente, en el conocimiento de la fuente del «auto»-movimiento.
La primera concepción es muerta, pobre, pálida y seca. La segunda tiene vitalidad. Unicamente la segunda da la clave del «auto-movimiento» de todo lo existente; sólo ella da la clave de los «saltos», de la «interrupción de la continuidad del desarrollo», de la «transformación en contrario», de la destrucción de lo viejo y del surgimiento de lo nuevo.
La unidad (coincidencia, identidad, equivalencia) de los contrarios es condicional, temporal, transitoria, relativa. La lucha de los contrarios, que se excluyen mutuamente, es absoluta, como es absoluto el desarrollo, el movimiento
Marx, en El Capital, analiza al principio la relación más sencilla, corriente, fundamental, masiva y común, que se encuentra miles de millones de veces en la sociedad burguesa (mercantil): el intercambio de mercancías. En este fenómeno tan sencillísimo (en esta «célula» de la sociedad burguesa) el análisis descubre todas las contradicciones (es decir, el germen de todas las contradicciones) de la sociedad contemporánea. La exposición que sigue nos muestra el desarrollo (tanto el crecimiento como el movimiento) de estas contra dicciones y de esta sociedad en la suma de sus partes aisladas, desde su principio hasta su fin.
Igual ha de ser el método de exposición (respectivamente, de estudio) de la dialéctica en general (pues, para Marx, la dialéctica de la sociedad burguesa es solamente un caso particular de la dialéctica). Empezando por una locución cualquiera, de las más sencillas, corrientes y de mayor empleo, etc.: las hojas del árbol están verdes; Iván es un hombre; Zhuchka es un perro, etc. Ya aquí (como lo señalaba genialmente Hegel) hay dialéctica : lo particular e s lo g e n e r a l (compárese Metaphysik de Aristóteles, trad. de Schwegler, t. II, pág 40, 3a parte, IV cap., 8-9: «denn naturlich kann man nicht der Meinung sein, daß es ein Haus — una casa abstracta — gebe außer den sichtbaren Häusern «. [**]) Por consiguiente, los contrarios (lo particular es contrario de lo general) son idénticos: lo particular no existe más que en su relación con lo general. Lo general existe únicamente en lo particular, a través de lo particular. Todo lo particular es (de un modo u otro) general. Todo lo general es (partícula o aspecto, o esencia) de lo particular. Todo lo general abarca sólo de un modo aproximado, todos los objetos aislados. Todo lo particular forma parte incompleta de lo general, etc., etc. Todo lo particular está ligado, por medio de millares de transiciones, a lo particular de otro género (objetos, fenómenos, procesos), etc. Ya a q u í hay elementos, gérmenes, conceptos de la necesidad, de la relación objetiva en la naturaleza, etc. Lo casual y lo necesario, el fenómeno y la esencia están ya aquí, puesto que al decir: Iván es un hombre, Zhuchka [***] es un perro, esto es una hoja de árbol, etc., rechazamos una serie de rasgos como casuales, separamos lo esencial de lo aparente y oponemos lo uno a lo otro.
De modo que es posible (y se debe) descubrir en cual quier locución, como en una «célula», los gérmenes de todos los elementos de la dialéctica, demostrando así que la dialéctica es, en general, inherente a todo el conocimiento del hombre. Y las ciencias naturales nos muestran (y esto debe ser demostrado también con cualquier ejemplo de los más sencillos) la naturaleza objetiva, que posee estas mismas cualidades: la transformacion de lo particular en general, de lo casual en necesario, las transiciones, los matices, la relación mutua de los contrarios. La dialéctica esprecisa m e n t e la teoría del conocimiento (de Hegel y) del marxismo: he aquí en qué «aspecto» de la cuestión (y esto no es un «aspecto» de la cuestión, sino la esencia de la cuestión) no fijó su atención Plejánov, sin hablar ya de otros marxistas.
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NB: La diferencia existente entre el subjetivismo (es cepticismo y las doctrinas sofistas, etc.) y la dialéctica, re side, entre otras cosas, en que en la dialéctica (objetiva) también la diferencia entre lo relativo y absoluto es relativa. Para la dialéctica objetiva lo absoluto se contiene también en lo relativo. Para el subjetivismo y las doctrinas sofistas lo relativo sólo es relativo y excluye lo absoluto.
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El conocimiento, en forma de una serie de círculos, lo representa también Hegel (véase Lógica) y el «gnoseólogo» moderno de las ciencias naturales, ecléctico y enemigo de la hegeliada (¡a la que no comprendió!), Paul Volkmann (véase su Erkenntnistheoretische Grundzüge der Naturwissenschaften ****).

 

Los «círculos» en filosofía: [¿es obligatoria la cronología
en cuanto a las personas? [No!].
La antigua: desde Demócrito hasta Platón y la dialéctica
de Heráclito.
Renacimiento: Descartes versus [*****] Gassendi (¿Spinoza?).
La moderna: HolbachóHegel (a través de Bérkeley, Hume,
Kant).
Hegel — Feuerbach — Marx.

La dialéctica como conocimiento vivo, multilateral (con el número de aspectos siempre en aumento), de innumerables matices en el modo de abordar, de aproximarse a la realidad (con un sistema filosófico qué, de cada matiz, se desarrolla en un todo): he aquí el contenido inconmensurablemente rico, en comparación con el materialismo «metafísico», cuya desgracia principal es la de no ser capaz de aplicar la dialéctica a la Bildertheorie******, al proceso y desarrollo del conocimiento.
El idealismo filosófico, desde el punto de vista del materialismo grosero, simple, metafísico, es sólo un absurdo. Por el contrario, desde el punto de vista del materialismo dialéctico, el idealismo filosófico es un desarrollo (inflación, hinchazón) unilateral, exagerado, überschwengliches (según Dietzgen)[*******], de uno de los rasgos, de uno de los aspectos, de uno de los lados del conocimiento en algo absoluto, separado de la materia, de la naturaleza, divinizado.

NB:
este aforismo
El idealismo es clericalismo. Esto es justo.
Pero el idealismo filosófico es («mejor
dicho
» y «además «) el camino hacia
el oscurantismo clerical a través de un o de
los  matices del conocimiento
infinitamente complicado (dialéctico) del
hombre.

El conocimiento del hombre no es (respectivamente, no sigue) una línea recta, sino una línea curva, que se aproxima infinitamente a una serie de círculos, a una espiral. Cualquier segmento, trozo, fragmento de esta línea curva puede ser transformado (transformado unilateralmente) en una línea recta, independiente, íntegra, que conduce (si tras los árboles no se ve el bosque) en tal caso al pantano, al oscurantismo clerical (donde l o s u j e t a el interés de clase de las clases dominantes). El pensamiento rectilíneo y unilateral, la rigidez y la fosilización, el subjetivismo y la ceguera subjetiva, voila las raíces gnoseológicas del idealismo. Y el oscurantismo clerical (= idealismo filosófico), naturalmente, tiene sus raíces gnoseológicas, no carece de terreno, es una flor estéril, indiscutiblemente, pero una flor estéril que crece en el árbol vivo, fértil, auténtico, poderoso, omnipotente, objetivo, absoluto del conocimiento humano.

NOTAS
* Véase V. I. Lenin, «Resumen del libro de Lassalle La filosofía de Heráclito El Oscuro de Efeso «, Obras Completas, t. XXXVIII.
** «Pues, naturalmente, no es posible imaginarse que exista una casa abstracta aparte de las casas visibles». (N. de la Ed.)
*** Perro faldero.
**** P. Volkmann. La teoría del conocimiento de las ciencias naturales, Leipzig-Berlín, 1910, . (N. de la Ed.)
***** Contra. (N. de la Ed.)
******Teoría del reflejo. (N. de la Ed.)
******* Se refiere al uso dado por J. Dietzgen al término Überschwenglich que significa exagerado, excesivo, infinito; por ejemplo, en el libro Kleinere Philosophische Schriften (Escritos filosóficos menores), Stuttgart, 1903, Dietzgen utiliza el término como sigue: «Lo absoluto y lo relativo no están infinitamente separados». Véase también J. Dietzgen, La esencia del trabajo de le cabeza del hombre, cap. 4, sección 2, sobre el grado de diferencia entre el mundo espiritual y el mundo sensorial.

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