El dron de reconocimiento Northrop Grumann RQ-4A Global Hawk de Estados Unidos fue derribado en el Estrecho de Ormuz por la defensa antiaérea iraní cuando volaba en modo furtivo y, por lo tanto, indetectable a los radares convencionales.
El Northrop Grumann RQ-4A es uno de los aviones no tripulados de Estados Unidos más caros de su inventario. El coste unitario supera los 230 millones de dólares y cuando fue derribado en el Golfo Pérsico volaba con opciones de sigilo adicionales y completamente nuevas.
El mando militar iraní afirmó haber derribado el aparato y deliberadamente salvó a un avión de guerra estadounidense Poseidón P-8A con 35 personas a bordo que acompañaban al dron. El Poseidón P-8 es un avión de combate antisumergibles y antibuques basado en una versión militarizada del Boeing 737.
El dron fue bloqueado y derribado por un misil tierra-aire Jordad de fabricación iraní. Hasta ese momento había sobrevolado países con sistemas de defensa antiaérea muy potentes y una densa malla de radares sin ser detectado. El incidente demuestra que el Pentágono desconoce las capacidad real de la defensa antiaérea iraní.
El hecho de que un misil tierra-aire fabricado íntegramente en Irán pueda derribar uno de los mejores drones estadounidenses plantea innumerables interrogantes sobre la realidad de la postura defensiva de Irán, que ciertamente no debe ser de segunda línea.
El sistema iraní SAM Jordad es uno de los pocos sistemas que ha tenido su bautismo de fuego muy poco después de su presentación al público. Su primera prueba de combate fue sin duda un éxito total. La defensa antiaérea iraní lanzó dos misiles y el segundo de ellos fue el que alcanzó al dron “invisible”. Es una hazaña que ni el sistema ruso S-300 ni el US Patriot han logrado en condiciones de combate reales.
El Jordad III es una variante del sistema de defensa tierra-aire de medio alcance de la RAAD que entró en servicio en 2006-2007 y despliega misiles TAER-2B en rampas móviles y TEL. El TAER-2B es uno de los misiles tierra-aire iraníes más utilizados por las fuerzas de defensa aeroespacial iraníes. Las baterías RAAD se utilizan a menudo junto con las baterías mejoradas S-200 y S-300PMU2.
En su última variante el sistema Jordad es una versión de largo alcance del RAAD y podría alcanzar de seis a ocho objetivos simultáneamente desde más de 200 kilómetros de distancia. Según un general iraní, el Jordad puede atacar objetivos ocultos desde una distancia de 85 kilómetros.
No se sabe de dónde proceden los radares iranés capaces de detectar aparatos furtivos a tan largas distancias. No se puede descartar un origen chino o norcoreano, pero los iraníes han demostrado que dominan este campo. No sólo los estadounidenses: los israelíes también han tomado buena nota, o deberían hacerlo porque el derribo tiene un enorme impacto en el equilibrio estratégico de Oriente Medio.
El error de cálculo sobre la capacidad defensiva real de Irán paralizará cualquier decisión favorable a una agresión militar. A mismo tiempo animará a los iraníes a fabricar más misiles tierra-aire y a acelerar la investigación y el desarrollo de nuevas armas.
Es el resultado de las sanciones y del estrangulamiento económico y financiero de una vieja nación que Israel quiere destruir a toda costa utilizando el poder militar estadounidense en su beneficio. Una apuesta muy arriesgada. Oriente Medio ha cambiado drásticamente desde el fracaso de la guerra contra Siria.