Los rostros son distintos, pero el punto muerto es el mismo. También, los mensajes pidiendo una solución en la inmensidad del Mediterráneo. «No os olvidéis de nosotros», rezan los carteles que sujetan los migrantes rescatados por la ONG alemana Sea Watch en una fotografía. De momento, nadie da una respuesta. Llevan 13 días en alta mar, el mismo mar en el que arriesgaron su vida para intentar llegar a Europa. Un año después de que Italia cerrara sus puertos, el guion sigue repitiéndose, al igual que la sensación de abandono a bordo de los buques que salvan vidas.
Hermann viene de Costa de Marfil y es una de las 53 personas rescatadas en aguas internacionales frente a Libia el pasado 12 de junio del precario barco de goma en el que intentaban alcanzar las costas italianas. «Me gustaría hacer una pregunta a todo el mundo. Una simple pregunta. ¿Quién no quiere ser libre en esta vida? ¿Quién quiere sufrir? Si nos encontramos en esta situación, no es porque queramos estar aquí, es porque la situación nos ha forzado a hacerlo», dice en un vídeo grabado por la organización humanitaria.
«Vosotros no habéis experimentado lo que ocurre en Libia. Solo lo veis en fotografías, nosotros lo hemos vivido en nuestra propia piel. Promulgáis leyes que impiden que crucemos vuestras fronteras. ¿Adónde deberíamos ir, entonces? Yo, si hubiera tenido que regresar a Libia, preferiría haber muerto. Preferiría entregar mi vida a los peces que volver a ser torturado», prosigue el joven. «No es humano dejar a la gente que se muera en el mar. (…) Todos somos hijos del mismo Dios. Tenemos derecho a la libertad, como todo el mundo», sentencia.
Las condiciones no hacen más que deteriorarse a bordo de la nave, que se encuentra en aguas internacionales frente a Lampedusa, según alerta la ONG. Tres días después del rescate, la Guardia Costera italiana inspeccionó el buque y decidió trasladar a diez personas por motivos médicos a Lampedusa. Este sábado, otro migrante fue evacuado después de que su estado de salud empeorara.
Actualmente, 42 supervivientes, entre ellos tres menores no acompañados, esperan en la nave humanitaria el momento en el que algún país europeo les permita pisar tierra firme, haciendo frente al mareo, el calor y la deshidratación. Preguntándose cuánto tiempo más tiene que pasar. «Después de la última evacuación comenzaron a preguntarse cuántos días más tienen que pasar para poder desembarcar. Esto muestra claramente cómo sienten que no están siendo tratados como seres humanos. Es realmente agotador», describe a eldiario.es Giorgia Linardi, portavoz de la ONG.
«La situación es cada vez más crítica. La gente está empezando a cometer actos desesperados, como intentar saltar al mar. La tripulación está intentando estabilizar la situación. Pero cada vez es más difícil, porque nos gustaría tener un plazo claro, una idea de cuándo va a acabar esto. Es muy frustrante no poder dar esta información a los rescatados. La gente cada vez está más débil, está apiñada en el barco, pasando mucho calor, porque las temperaturas han aumentado notablemente en los últimos días. Se quedan dentro todo el día y por la noche duermen fuera», agrega Linardi.
Este lunes, la ONG ha solicitado medidas provisionales al Tribunal Europeo de Derechos Humanos con sede en Estrasburgo para que Italia permita desembarcar a los migrantes rescatados. La portavoz de Sea Watch precisa que el recurso ha sido interpuesto por algunas de las personas que se encuentran a bordo contra lo que consideran un trato «inhumano y degradante».
Sin solución política a la vista
Mientras, el tira y afloja entre Estados se mantiene sin que, de momento, haya una solución a la vista. Los únicos que dieron indicaciones al barco tras la operación de salvamento fueron los agentes libios, que pidieron a la nave que trasladara a los supervivientes de vuelta a Trípoli, calificándolo de «puerto seguro», algo que rechazan la ONU y las organizaciones humanitarias por los numerosos abusos que pesan sobre la población migrante en el país vecino, escenario de combates diarios desde abril. Sea Watch, una vez más, se negó a devolver a los rescatados, a pesar de la insistencia del ministro de Interior italiano Matteo Salvini, que les exigió que obedecieran las órdenes de las autoridades libias.
«Tuvimos que rechazar este llamamiento a quebrantar la ley internacional y dirigirnos a Lampedusa, el puerto seguro más cercano de donde se produjo el rescate», ha explicado Carola Rackete, capitana del Sea Watch 3, en los últimos días. Desde el 15 de junio, navegan frente a la isla, pidiendo cada día a las autoridades italianas que les permitan atracar. Pero el líder ultraderechista se mantiene firme en su negativa y después de intentar que fueran devueltos a Libia, ha pasado la pelota a Holanda, Estado de la bandera que enarbola la nave humanitaria, argumentando el deterioro de la situación a bordo.
«He escrito personalmente al ministro holandés, me asombra que se haya desinteresado de una embarcación que lleva su bandera y que pertenece a una ONG alemana, que desde hace ya 11 días navega en el medio del mar», aseguró este domingo en un comunicado enviado a los medios de comunicación y recogido por la Agencia Efe. Asimismo, reiteró que Italia no abrirá sus puertos «ni siquiera para una primera acogida, en vista de una hipotética operación de reubicación» de los migrantes en otros Estados europeos, una solución que se ha venido repitiendo desde el pasado verano, con Malta como destino principal.
El Gobierno alemán se ha mostrado dispuesto a acoger a parte de los rescatados, dentro de un acuerdo coordinado desde Bruselas, como ha ocurrido en otras ocasiones similares. Sin embargo, fuentes de la Comisión Europea confirman a eldiario.es que la institución comunitaria no se encuentra de momento mediando para encontrar una solución de este tipo. La portavoz Natasha Bertaud ha indicado este lunes que la Comisión » hará todo lo posible cuando se le pida, pero de momento nadie ha solicitado» su ayuda. «Seguimos la situación muy de cerca y animamos a los Estados Miembros a ponerse de acuerdo», ha dicho Bertaud. «Les pedimos que tengan en cuenta el imperativo humanitario y que contribuyan a una resolución rápida de la situación».
Desde la Agencia de la ONU para los Refugiados (Acnur), que ha pedido en reiteradas ocasiones que se ponga en marcha un mecanismo europeo estable tras los rescates, han apelado a los «principios de humanidad y compasión» de los Estados europeos para que permitan el desembarco del grupo. «La discusión posterior sobre qué Estados deben acogerlo debe darse cuando la seguridad de las personas se encuentre garantizada», ha dicho la agencia, que reitera que «ningún puerto» en Libia «puede ser considerado seguro en este momento y ninguna persona rescatada en el Mediterráneo debe ser retornada allí».
«De momento, no vemos que haya ninguna solución política próximamente. No tenemos noticias de lo contrario. No hay voluntad política para decir sí al desembarco de estas personas para no prolongar más su sufrimiento a bordo», critica Linardi.
Sea Watch se enfrenta a un obstáculo añadido que les mantiene a varias millas de Lampedusa, según explican desde la organización. El Gobierno italiano ha aprobado recientemente un decreto ley que contempla multas de hasta 50.000 euros a los barcos de las ONG que entren en aguas territoriales sin permiso. «Si entramos, nos multarán», recalca Linardi. «Pero es el menor de nuestros problemas. Por supuesto supone un problema financiero para nosotros, pero nuestra prioridad es llevar a estas personas a un lugar seguro», prosigue. Asimismo, recuerda que el pasado viernes, mientras el Gobierno continuaba prohibiendo atracar al Sea Watch 3, unos 100 migrantes llegaron a Lampedusa acompañados por la Guardia Costera italiana. «Esto demuestra que a estas personas no se les permite desembarcar porque fueron rescatadas por una ONG», asegura la responsable de Sea Watch.
Por otro lado, el Tribunal para los Ministros –encargado de los casos que afectan al Gobierno– ha ordenado archivar la investigación que, por segunda vez, acusaba al ministro del Interior, Matteo Salvini –así como a otros miembros del Ejecutivo– por haber bloqueado durante 11 días al Sea Watch 3 con 47 personas a bordo. Según informan los medios italianos, el tribunal considera que la embarcación «entró a Italia de manera unilateral y sin las autorizaciones necesarias de la Guardia Costera». El barco navegó durante durante varios días frente a las costas de Siracusa, en Sicilia, tratando de refugiarse del mal tiempo y alertando, una vez más, de que las condiciones se estaban agravando.
La situación del Sea Watch se ha estado repitiendo en las últimas semanas frente a las costas de Túnez. Ante la cesión de la coordinación de las labores de salvamento a Libia y la retirada de los barcos de las ONG tras las constantes trabas a su actividad, muchas personas en riesgo quedan a merced de los mercantes que pasan por la zona. Es el caso de los 75 migrantes rescatados por el petrolero Maridive 601, que tocaron tierra el pasado martes tras 18 días bloqueados frente a la costa de Zarzis. Las autoridades tunecinas solo permitieron su desembarco cuando los supervivientes aceptaron ser repatriados, de acuerdo con la información de la Media Luna Roja.
Desde el primer cierre de puertos al buque Aquarius, el 10 de junio de 2018, Médicos Sin Fronteras y Sos Méditerranée han denunciado que al menos 1.151 personas han muerto en el Mediterráneo central. «Los datos han sido confirmados por la OIM. Es un número impresionante de víctimas mortales. Incluso aunque haya menos salidas, muchas personas siguen muriendo en el mar cuando la presencia de barcos de rescate no es suficiente», ha expresado el portavoz del área del Mediterráneo de la Organización Internacional para las Migraciones, Flavio Di Giacomo, en su perfil de Twitter. Se calcula que cerca de 10.000 personas han sido devueltas a Libia, pese a los abusos que persisten allí. Hace unos días, Naciones Unidas manifestó su preocupación por la desaparición y la trata de cientos de migrantes llevados de vuelta a territorio libio.
«Quienes nos ayudan no son criminales, salvan nuestras vidas», recalca Hermann. En Lampedusa, mientras tanto, un grupo de ciudadanos y activistas duerme al aire libre desde hace cinco días frente a una parroquia, incluido el párroco Carmelo La Magra. «Mientras esas 42 personas se vean obligadas a dormir en la cubierta del Sea Watch 3, nosotros también nos quedaremos aquí», dicen. Por ahora, les tocará esperar. Pero ellos también han querido mandar un mensaje desde la isla que ha visto llegar a miles de migrantes en los últimos años, el mismo que defienden quienes se oponen a las políticas del Gobierno italiano. Lo hacen con los mismos carteles que sujetan los supervivientes del Sea Watch, a modo de respuesta: «No estáis solos».
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Fotos: Sea Watch