El Instituto de Recursos Mundiales ha publicado esta semana los resultados de una investigación que pone en evidencia que las crisis de escasez de uno de los elementos más básicos —el agua— se están convirtiendo en algo cada vez más habitual, y, pese a la creencia popular, no solamente afectan al continente africano.
Las causas de esta escasez van más allá de las sequías: desde los años 1960, las extracciones de agua prácticamente se duplicaron por la creciente demanda y el ritmo no se ralentiza. Una cuarta parte de la población mundial, repartida en un total de 17 países, afronta niveles «extremadamente altos» de escasez de este recurso vital, advierten los investigadores.
En estos países, más del 80 % de las reservas anuales de agua se usan para la irrigación de cultivos, fines industriales y uso municipal. Se trata de Catar, Israel, Líbano, Irán, Jordania, Libia, Kuwait, Arabia Saudita, Eritrea, Emiratos Árabes Unidos, San Marino, Baréin, India, Pakistán, Turkmenistán, Omán y Botsuana.