El eterno regalo de Fidel.

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Así consideran los santiagueros la transformación del otrora cuartel Moncada en Ciudad Escolar 26 de Julio, por el Comandante en Jefe hace 60 años

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.— SANTIAGO DE CUBA.–Una profunda emoción íntima debe haber experimentado el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz aquel 28 de enero de 1960, cuando cumpliendo la sentencia martiana de que «Hombres recogerá quien siembra escuelas», en masivo acto dejó convertido el otrora cuartel Moncada en Ciudad Escolar 26 de Julio.

El sábado 9 anterior en el mismo sitio, a donde según diría llegaba «con energías renovadas» tras breve paso por el pico Turquino, al mando de un buldócer había emprendido personalmente el derribo de los muros de la Posta 3, que el 26 de julio de 1953 atacara al frente de sus heroicos compañeros en el asalto a la siniestra fortaleza.

Edificadas inicialmente en época del coloniaje español, que sucesivamente le dio los nombres de Nuevo Presidio y Cuartel Reina Mercedes, y nombradas Guillermón Moncada a inicios de la seudorepública que levantó la segunda fortaleza militar del país, las instalaciones guardaban una tenebrosa historia de opresión y crimen.

Baste citar que el propio Mayor General mambí guardó dolorosa prisión en sus calabozos, mientras que tanto los heroicos asaltantes de la Generación del Centenario del Apóstol como valerosos luchadores clandestinos, en ellas encontraron monstruoso asesinato o fueron cruelmente torturados a manos de militares.

Para borrar tan oscura página, constructores, combatientes de las Fuerzas Armadas Revolucionaria (FAR), y el pueblo en general, trabajaron día y noche en la transformación de las mazmorras, barracas y demás dependencias al servicio de miles de efectivos del régimen batistiano, en las aulas que acogerían a los hijos de obreros.

Junto a los Comandantes Raúl Castro y Juan Almeida, Temis Tasende asistió a la obra de su padre y demás mártires del Moncada. Foto: Archivo

RADIANTE MAÑANA

Alumnos desde el día inaugural, la especialista en maxilofacial, doctora Vivian Idelisa Sarabia Báez y su hermano Luis Guillermo, trabajador de la sede hasta ahora de la Asamblea Provincial del Poder Popular, confesaron a Granma que ese día, aniversario 107 del natalicio de José Martí, está entre los más felices de su vida.

«Es cierto –coinciden quienes contaban con nueve y diez años, respectivamente–, que en aquella mañana de cielo azul y sol radiante tuvimos una lluvia, pero fue de flores lanzados desde un helicóptero hacia el polígono del hasta entonces cuartel, donde nos acompañaban nuestros padres y muchos rebeldes barbudos».

Según la prensa de entonces en medio de tanta expectación aparecieron el Primer Ministro Fidel Castro Ruz; el ministro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, Comandante Raúl Castro Ruz, el también Comandante del Ejército Rebelde Juan Almeida Bosque, y el ministro de Educación, Armando Hart Dávalos, entre otros dirigentes.

La ceremonia de traspaso de la instalación al Ministerio de Educación, tuvo entre sus más emotivos momentos el instante en que Raúl levantó en sus brazos a la niña Temis Tasende, hija de José Luis Tasende  de las Muñecas, moncadista a quien una foto muestra prisionero y herido en una pierna, pero luego de asesinarlo el régimen presentara como muerto en combate.

«Y hoy, Temita, mira aquí la obra de tu padre», fue la expresión del actual General de Ejército y Primer Secretario del Comité Central del Partido, a quien siguiera una cerrada ovación. Destacada oficial de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, Temis ha estado siempre al tanto de este centro, sus alumnos y docentes.

Tanto Vivian como Luis recuerdan muy bien el emocionante instantes, y de su curso por la enseñanza primaria y luego secundaria en «el 26» (como llaman a la escuela de su corazón los santiagueros), conservan fotos, la corbatica del uniforme, el pase al comedor, el registro de atención estomatológica y otros testimonios.

Aquel día la inmensa mayoría de los presentes estaba por vez primera ante el líder de la Revolución triunfante, cuyas palabras aclamó: «no tomamos la fortaleza el 26 de julio, ni la tomamos (fue rendida) el Primero de Enero, hoy la hemos convertido en un centro de enseñanza, hoy sí hemos ganado esta batalla».

«Al ganar esta batalla sin cadáveres –enfatizó más adelante–, sin muertes, sin heridos, esta batalla tan hermosa, esta toma del cuartel Moncada sin sangre, tenemos que sentirnos verdaderamente emocionados y felices».

La Revolución convirtió así alrededor de 70 cuarteles en colegios, pues como señalara Fidel: «Antes necesitaban una fortaleza para defenderse del pueblo; y ahora, cuando el pueblo es el que defiende la Revolución, no necesitamos fortalezas. Como lo que necesitamos son escuelas, pues, por eso nosotros estamos convirtiendo todas las fortalezas en escuelas».

REGALO PERENNE

«A nadie –afirma el máster en Educación Leonardo García Pardo, director general de la Ciudad Escolar–, pueden quedar dudas de que convertir el Moncada en escuela fue uno de los grandes regalos hechos por Fidel a los santiagueros, pues es un seminternado amado por alumnos, familiares, maestros y directivos, durante toda la vida».

Con una matrícula ascendente a 2 751 estudiantes y 351 docentes frente a las aulas, entre los  muros reconstruidos en 1973 se localizan cinco escuelas primarias denominadas en honor a los moncadistas Abel Santamaría, Juan Manuel Ameijeiras, Pedro Marrero, Raúl Gómez y Boris Luis Santa Coloma, así como la Secundaria Básica José Luis Tasende (762 alumnos).

García Pardo refiere que por la eficiencia en los indicadores del proceso docente educativo, el centro fue seleccionado para llevar a cabo las buenas prácticas del tercer perfeccionamiento del sistema de enseñanza cubano, lo cual ha permitido mejoras en el aprendizaje y las relaciones con instituciones, la comunidad y las familias de los alumnos.

Como expresión de cuánto cala al corazón, por aulas y pasillos ha vuelto la licenciada Juana María Peña Pantoja, jubilada después de 42 años de labor, quien desde  la responsabilidad de asesora de maestros en formación vuelca su experiencia en jóvenes docentes, algunos de los cuales fueron hace escasos años sus alumnos.

«Llegué aquí con 19 años de edad –recuerda–, y aunque tengo allá en Trocha un seminternado al lado de la casa nunca pasó por mi mente trasladarme, porque en esta escuela el estilo de trabajo está cargado de amor y de un sano orgullo, que en mi caso guardo por haber estado muy cerca de Fidel, de Raúl, y de decenas de mandatarios y personalidades que han visitado la escuela».

En síntesis la batalla ganada a que se refería el Comandante en Jefe al inaugurar el «26», se refleja con una mágica interacción entre alumnos, maestros y santiagueros en general, quienes aquí han aprendido a defender y amar la Patria y la Revolución, que van a cualquier confín del mundo y vuelven con manos en el corazón y brillos en los ojos en busca de«mi aula y mi profe».

 

Fuente: granma.cu

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