Ante el estado de alarma, los medios de comunicación de todo el Estado y algunas iniciativas populares empezaron a animar entusiastamente a la clase trabajadora a salir a sus balcones para aplaudir simbólicamente a aquellos que trabajan en el sector de la sanidad. Más tarde se supone que esos aplausos también se han ido dedicando a profesionales de otras ramas de la producción expuestas al público. Este acto, por muy solidario que parezca, en lo efectivo no se traduce en nada y maquilla la otra cara de la realidad: el desplante que están sufriendo y han sufrido todos aquellos profesionales de la sanidad que durante estos años han sido reprimidos cuando luchaban para evitar que se desmantelaran y se precarizaran sus puestos de trabajo y los servicios que ofrecían. Toda la “solidaridad simbólica” en éstos tiempos no es más que un insulto para todos aquellos que luchando por proteger el derecho a la sanidad, se les tildó de criminales por esos mismos medios que ahora mismo promulgan que se les aplauda desde el balcón de casa a las 20 de la tarde por su labor.
Este descaro tan vil no es más que una de las contradicciones que encierra el sistema que sobre nosotros impera, y que en la práctica vemos que esa misma clase trabajadora a la que tanto aplauden se encuentra desamparada en su puesto de trabajo sin los medios necesarios a su alcance para desempeñar su labor.
En Catalunya, un ejemplo de todo este desabastecimiento de material lo podemos ver en el hospital de Granollers -una de las principales ciudades dentro del área metropolitana de Barcelona-. Según el niusdiario.es, algunos trabajadores de dicho hospital se han visto obligados a recurrir a bolsas de basura para poder protegerse del contagio durante su contacto con los enfermos. Éste es uno de los auténticos dramas por el que está pasando la clase obrera durante esta emergencia sanitaria.
Y es que lo trabajadores y trabajadoras no necesitan ni actos simbólicos ni caridad, necesitan derechos y dignidad. Es más, los actos simbólicos y de caridad son abiertamente contrarios a los derechos y la dignidad y a menudo entrañan trampas y estratagemas de la burguesía para limpiar su imagen. También en Granollers, la empresa Mango, con fábricas de producción ubicadas en localidades vecinas de dicha ciudad del Vallés Oriental, donaba recientemente material sanitario para el hospital, mientras al mismo tiempo planteaban un ERTE que afectaba a más de 4.767 trabajadores dentro del territorio español. Esta es la solidaridad de las empresas, echando a familias a la calle, esperando que el Estado las mantenga, mientras donan material para presentarse como héroes.
Pero aquí no acaba la cosa. Las principales empresas contratistas que gestionan las ambulancias en Catalunya se planteaban llevar a cabo una serie ERTEs justo ahora, en el momento de crisis sanitaria en el que se necesita el mayor número de profesionales posible y con toda la estabilidad. Y lo hacían existiendo incluso trabajadores de baja por la epidemia. Una de estas empresas es la multinacional Falk, que tiene a 62 trabajadores de baja por dicha enfermedad y ha planteado un ERTE que afectaría a 17 trabajadores.
Otra de las empresas, Tranport Sanitaris de Catalunya, es la segunda empresa subcontratada por la Generalitat que también puso sobre la mesa un ERTE que finalmente quedó descartado. Ambulàncies Egara, que presta servicios en el sur de Catalunya, anunció que mantendría toda la plantilla por ahora, pero dicen que quieren “hablar del tema para renegociar con el comité de empresa el trabajo a realizar”.
Los intereses son claros: prefieren que las empresas reduzcan sus servicios o los suspendan temporalmente a través de un ERTE con tal de no tener pérdidas ante la situación. Ahora mismo, ¿dónde están esos liberales que se les llena la boca hablando de la superioridad de la empresa privada frente a la pública administrada directamente por el Estado?
Mientras la Generalitat de Catalunya se tira los trastos a la cabeza con el Gobierno Central de Pedro Sánchez y lo tacha de irresponsable por no darle más autonomía para enfrentarse a la crisis del COVID-19, nosotros, los comunistas, debemos recordar que fue CIU (ahora reconvertido en Junts per Catalunya que ostentan el poder de la Generalitat) quién llevó a cabo los peores recortes en sanidad en Catalunya. 2.400 profesionales y más de 1.100 camas de hospitales se cerraron durante los mandatos de Artur Mas, siempre con el beneplácito de Esquerra Republicana.
Y es que ni el Gobierno Central de PSOE y Podemos, ni la Generalitat de Quim Torra, heredero de Mas y Puigdemont, son la salida real al problema que estamos sufriendo, ya que todas las decisiones que toman lo hacen para salvaguardar los intereses de la minoría, de la clase que ellos representan: la burguesía. La reciente crisis política entre España y Catalunya, así como la actual crisis sanitaria, no son más que la propia crisis económica del Estado en bancarrota que se sustenta en un capitalismo más que decadente.
No hay más ciego quien no quiere ver. La gestión privada de los servicios sanitarios empeora las condiciones de los trabajadores y de los pacientes, que son los que pagan con su salud y con el sudor de su frente la brutal usura de estas empresas. Sin embargo, huelga decir que la empresa pública en abstracto no es en absoluto el camino que debe seguirse, si no que han de ser los trabajadores los verdaderos dueños de la producción para que no sean burlados de nuevo. La nacionalización por parte del Estado burgués no pone en las manos de los trabajadores la empresa, ya que puede cederse la gestión a una empresa privada, como en el caso de las ambulancias en Catalunya, o pueden volver a privatizarla de nuevo si así lo requieren los intereses de la burguesía. Únicamente la socialización, el socialismo y su Estado proletario, pone al servicio del pueblo todos los medios de producción construyendo un mundo más humano poniendo al servicio del pueblo trabajador tanto la tecnología como los bienes materiales.
Para llegar a esa situación, la lucha contra nuestros falsos amigos nos enseñará el camino. Y esos falsos amigos no son más que una podrida élite incapaz de hacer frente a la pandemia u otros problemas que se presenten: la clase burguesa.
Es la clase obrera la que demuestra a diario que ella misma puede solucionar sus propios problemas, gestionar ella sola las crisis, gestionar ella sola las empresas, dejando así obsoleta a la clase burguesa. Es la clase obrera la que puede llevar a la humanidad a un siguiente nivel al que la clase burguesa no podrá llegar. La clase burguesa nos hunde en la miseria y en el atraso.
Por eso mismo, desde el Partit Comunista Obrer de Catalunya planteamos la unión de todas las luchas de los diferentes sectores del proletariado pues los problemas de los trabajadores, de los jubilados, de la juventud, de la mujer obrera, del estudiante, etcétera, tienen su causa en el capitalismo monopolista y su Estado. Por ello es fundamental la organización de la clase obrera y de todas sus luchas en una única lucha contra la burguesía y su Estado, conformando el Frente Único del Pueblo que construya ese poder democrático de los trabajadores, donde podamos ser dueños de nuestras vidas.
¡Por una Catalunya libre de burguesía!
¡Por el Frente Único del Pueblo!
Comitè Nacional del Partit Comunista Obrer de Catalunya
L’estat d’alarma treu les vergonyes de la sanitat a Catalunya
Davant l’estat d’alarma, els mitjans de comunicació de tot l’Estat i algunes iniciatives populars van començar a animar entusiastament a la classe treballadora a sortir als seus balcons per a aplaudir simbòlicament a aquells que treballen en el sector de la sanitat. Més tard se suposa que aquests aplaudiments també s’han anat dedicant a professionals d’altres branques de la producció exposades al públic. Aquest acte, per molt solidari que sembli, no es tradueix en res efectiu i maquilla l’altra cara de la realitat: el desvergonyiment que estan sofrint i han sofert tots aquells professionals de la sanitat que durant aquests anys han estat reprimits quan lluitaven per a evitar que es desmantellessin i es precaritzessin els seus llocs de treball i els serveis que oferien. Tota la “solidaritat simbòlica” en els temps que corren no és més que un insult per a tots aquells que lluitant per protegir el dret a la sanitat, se’ls va titllar de criminals per aquests mateixos mitjans que ara mateix promulguen que se’ls aplaudeixi des del balcó de casa a les 20 de la tarda per la seva tasca.
Aquesta descaradura tan vil no és més que una de les contradiccions que que porta dins el sistema que sobre nosaltres impera, i que a la pràctica, veiem que aquesta mateixa classe treballadora a la qual tant aplaudeixen es troba desemparada en el seu lloc de treball sense els mitjans necessaris al seu abast per a exercir la seva comesa professional.
A Catalunya, un exemple de tot aquest desproveïment de material el podem veure a l’hospital de Granollers -una de les principals ciutats dins de l’àrea metropolitana de Barcelona-. Segons el niusdiario.es, alguns treballadors d’aquest hospital s’han vist obligats a recórrer a bosses d’escombraries per poder protegir-se del contagi durant el seu contacte amb els malalts. Aquest és un dels autèntics drames pel qual està passant la classe obrera durant aquesta emergència sanitària.
I és que el treballadors i treballadores no necessiten ni actes simbòlics ni caritat, necessiten drets i dignitat. És més, els actes simbòlics i de caritat són obertament contraris als drets i la dignitat i sovint comporten paranys i estratagemes de la burgesia per a netejar la seva imatge. També a Granollers, l’empresa Mango, amb fàbriques de producció situades en localitats veïnes d’aquesta ciutat del Vallés Oriental, donava recentment material sanitari per a l’hospital, mentre al mateix temps plantejaven un ERTE que afectava a més de 4.767 persones dins del territori espanyol. Aquesta és la solidaritat de les empreses, tirant a famílies al carrer, esperant que l’Estat les mantingui, mentre donen material per a presentar-se com a herois.
Però aquí no acaba la cosa. Les principals empreses contractistes que gestionen les ambulàncies a Catalunya es plantejaven dur a terme una sèrie ERTES just ara, en el moment de crisi sanitària en el qual es necessita el major nombre de professionals possible i amb tota l’estabilitat. I ho feien, existint fins i tot treballadors de baixa per l’epidèmia. Una d’aquestes empreses és la multinacional Falk, que té a 62 treballadors de baixa per aquesta malaltia i que ha plantejat un ERTE que afectaría 17 treballadors.
Una altra de les empreses, Tranport Sanitaris de Catalunya, és la segona empresa subcontractada per la Generalitat que també va posar sobre la taula un ERTE que finalment va quedar descartat. Ambulàncies Egara, que presta serveis al sud de Catalunya, va anunciar que mantindria tota la plantilla ara per ara, però diuen que volen “parlar del tema per a renegociar amb el comitè d’empresa el treball a realitzar”.
Els interessos són clars: prefereixen que les empreses redueixin els seus serveis o els suspenguin temporalment a través d’un ERTE amb la condició de no tenir pèrdues davant la situació. Ara mateix ¿on són tots aquests liberals que se’ls omple la boca parlant de la superioritat de l’empresa privada enfront de la pública administrada directament per l’Estat?
Mentre la Generalitat de Catalunya es tira els plats pel amb el Govern Central de Pedro Sánchez i el titlla d’irresponsable per no donar-li més autonomia per a enfrontar-se a la crisi del COVID-19, nosaltres, els comunistes, hem de recordar que va ser CIU (ara reconvertit en Junts per Catalunya que ostenten el poder de la Generalitat) qui va dur a terme les pitjors retallades en sanitat Catalunya. 2.400 professionals i més de 1.100 llits d’hospitals es van tancar durant els mandats d’Artur Mas, sempre amb el beneplàcit d’Esquerra Republicana.
I és que ni el Govern Central del PSOE i Podem, ni la Generalitat de Quim Torra, hereu de Mas i Puigdemont, són la sortida real al problema que estem patint, ja que totes les decisions que prenen ho fan per a salvaguardar els interessos de la minoria, de la classe que ells representen: la burgesia. La recent crisi política entre Espanya i Catalunya, així com l’actual crisi sanitària, no són més que la pròpia crisi econòmica de l’Estat en fallida que se sustenta en un capitalisme més que decadent.
No hi ha pitjor cec que el que no hi vol veure. La gestió privada dels serveis sanitaris empitjora les condicions dels treballadors i dels pacients, que són els que paguen amb la seva salut i amb la suor del seu front la brutal usura d’aquestes empreses. No obstant això, val dir que l’empresa pública en abstracte no és en absolut el camí que ha de seguir-se, si no que, han de ser els treballadors els veritables amos de la producció perquè no siguin burlats de nou. La nacionalització per part de l’Estat burgès no posa a les mans dels treballadors l’empresa, ja que pot cedir-se la gestió a una empresa privada, com en el cas de les ambulàncies a Catalunya, o poden tornar a privatitzar-la de nou si així ho requereixen els interessos de la burgesia. Únicament la socialització, el socialisme i el seu Estat proletari, posa al servei del poble tots els mitjans de producció construint un món més humà posant al servei del poble treballador tant la tecnologia com els béns materials.
Per a arribar a aquesta situació, la lluita contra els nostres falsos amics ens ensenyarà el camí. I aquests falsos amics no són més que una podrida elit incapaç de fer front a la pandèmia o altres problemes que es presentin: la classe burgesa.
És la classe obrera la que demostra diàriament que ella mateixa pot solucionar els seus propis problemes, gestionar ella sola les crisis, gestionar ella sola les empreses, deixant així obsoleta a la classe burgesa. És la classe obrera la que pot portar a la humanitat a un següent nivell al qual la classe burgesa no podrà arribar. La classe burgesa ens enfonsa en la misèria i en l’endarreriment.
Per això mateix, des del Partit Comunista Obrer de Catalunya plantegem la unió de totes les lluites dels diferents sectors del proletariat perquè els problemes dels treballadors, dels jubilats, de la joventut, de la dona obrera, de l’estudiant, etcètera, tenen la seva causa en el capitalisme monopolista i el seu Estat. Per això és fonamental l’organització de la classe obrera i de totes les seves lluites en una única lluita contra la burgesia i el seu Estat, conformant el Front Únic del Poble que construeixi aquest poder democràtic dels treballadors, on puguem ser amos de les nostres vides.
Per una sanitat dels treballadors i per als treballadors!
Per una Catalunya lliure de burgesia!
Pel Front Únic del Poble!
Comitè Nacional del Partit Comunista Obrer de Catalunya