En la vida no hay espectadores

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“Tu firmeza revolucionaria escupe a la cara
de los claudicadores a quienes pagan bien
la falta de escrúpulos y vergüenza,
pero tu ejemplo prende sus disfraces
que arderán como las barricadas
en las que te forjaste”.
— Estrofa de DEVORAR LA VIDA (A PATXI RUIZ),
Poema de Pablo Hasél

Decía el historiador Edward Hallet Carr, que nadie ve pasar la Historia como si fuera un desfile que se ve desde fuera, todos estamos dentro del desfile y observamos y vivimos el proceso histórico según nuestra posición en el desfile. Ciertamente podemos cambiar nuestra posición, la velocidad, el indumento pero siempre en el interior del desfile. No hay tribunas, aunque algunos lo crean, de espectadores fuera de la marcha colectiva de los procesos históricos sociales.

Ya el poeta comunista Gabriel Celaya maldijo la poesía concebida como un lujo cultural por los neutrales que lavándose las manos se desentienden y evaden. Frente a estos presuntos neutrales o espectadores, más bien cooperadores por omisión, se alzan personas como el preso político de la Txantrea Patxi Ruíz, quien el 11 de mayo inició una huelga de hambre y sed en la cárcel murciana de Campos del Río. Ya a finales del año pasado inició una protesta por el trato vejatorio que sufrían a manos de algunos funcionarios los presos políticos vascos y los de origen étnico árabe, en una manifiesta conjunción de fascismo y racismo.

Con el desarrollo de la pandemia del coronavirus inició unas sentadas pacíficas en el patio de su módulo reivindicando una plataforma de sentido común y dentro de la más estricta legalidad penitenciaria: que los presos con más de 3/4 partes de la condena cumplida pudieran salir en libertad condicional, así como los presos gravemente enfermos y los mayores de 70 años, que quienes aún no están condenados y se encuentran en prisión provisional, pudiesen salir en arresto domiciliario con el control de una pulsera electrónica, al fin y al cabo la prisión provisional en los textos legales se configura como una medida excepcional, subsidiaria de otras formas de control y provisional. Sabido es que en el Estado español esta excepcionalidad demasiado a menudo se convierte en cotidianeidad. Todas estas reivindicaciones plenamente plausibles dentro del ordenamiento penitenciario, son además lógicas y racionales dentro del contexto de la pandemia que nos asola. Es más, no haberlas puesto en práctica supone una decisión inhumana por parte de las autoridades penitenciarias, generadora de gravísimos riesgos en el interior de las cárceles, donde el peligro de contagio es elevado dado el hacinamiento que sufren. En las cárceles se ha puesto de manifiesto la dualidad de los falsos discursos acerca de la rehabilitación y la realidad de una gestión basada en el castigo de quien la hace la paga.

Igualmente la epidemia ha puesto bajo los focos una realidad ocultada, la de quienes por trabajar en la economía sumergida, con contratos precarios o ser extranjeros ilegales, han sido arrojados de súbito a la más extrema miseria y mal sobreviven comiendo, los que pueden, en improvisados comedores sociales. A ellos hay que sumar quienes trabajando a tiempo parcial o a tiempo completo con bajos salarios sin capacidad de ahorro, han perdido sus empleos y las ayudas establecidas no terminan de llegar por una tramitación desbordada e insuficiente en recursos humanos. Años de destrucción de los servicios públicos no sólo han dañado la sanidad también han afectado negativamente a los servicios públicos de empleo encargados en esta crisis de gestionar gran parte de la ayudas extraordinarias concedidas.

Volviendo a las concentraciones con pancarta incluida del preso iruindarra Patxi Ruiz, señalar que fueron seguidas ampliamente por los presos del módulo, llegando a concentrarse hasta 80 en el patio apoyando estas justas reclamaciones. Naturalmente el hecho de que los presos muestren vitalidad en la reclamación de sus derechos y manifiesten opiniones en contradicción con la rutina carcelaria no sientan bien al staff penitenciario y empezó una persecución contra quien consideraban el cabecilla de las mismas. Patxi sufrió amenazas, especialmente de un funcionario que llegó a decirle que ha visto más de un preso que por la mañana no se levanta de la cama porque esa noche le ha pasado algo. Patxi siempre ha sido un preso incómodo que mantiene la petición del agrupamiento de los presos políticos en su lugar de residencia, algo que está en la ley general penitenciaria desde 1.979, pero que en la década de los 80 a instancias del PNV, con un gobierno del PSOE y el aplauso de la mayoría del arco parlamentario fue sustituido por la política de dispersión y cuanto más lejos mejor. ¿Cuántos kilómetros hay de Iruña a Murcia en viaje de ida y vuelta? ¿en virtud de qué razonamiento se le obliga a los familiares y amigos de Patxi a poner en peligro sus vidas en estos maratonianos viajes?, e igual que en el caso de Patxi sucede con el resto de los presos políticos. Hasta la fecha nada se sabe de la posición del gobierno “progre” sobre la política de dispersión, o más bien si se sabe por la vía de los hechos: su perpetuación.

Pero Patxi no sólo es enojoso para la política gubernamental penitenciaria, también lo es para la llamada IAO (Izquierda Abertzale Oficial). El año 2017 fue apartado del Colectivo de Presos Políticos Vascos, por rechazar públicamente la salida individual de los presos a través del juego de la progresión de grados y permisos.
Patxi sostiene con firmeza que entró en prisión luchando por unos objetivos políticos; la reunificación de Euskadi, la independencia, el socialismo y la euskaldunización del territorio, objetivos que no tenían ni tienen posibilidad de plasmación real en el marco constitucional del 78, y no está dispuesto a transformar en una cuestión individual lo que fue una decisión colectiva enmarcada en un programa y una organización política. Quienes hayan renunciado a este carácter político que asuman sus responsabilidades y el haber abandonado en prisión a más de 200 militantes en aras de una consigna, la de las salidas individuales, que no han dado ningún resultado. Patxi en consonancia con este planteamiento político no ha arriado la bandera de la amnistía total para todos los presos políticos, lo que evidentemente produce ronchas en la dirección de EH Bildu que al abrigo de las instituciones mendiga respetabilidad y formula una reforma estatutaria en coordinación con el PNV. Los límites de esta vía los acabamos de ver en su pacto con el PSOE por la derogación de la reforma laboral de 2012. Ha durado cuatro horas, justo lo que necesitaba el PSOE para obtener su abstención en la votación para la prolongación del estado de alarma.

Ante la prosecución de las amenazas y provocaciones, Patxi se autolesionó como forma de protesta. En la enfermería nuevamente fue vejado por un médico alejado del juramento de Hipócrates que se negó a administrarle nada contra el dolor. Esta tesitura fue la que le llevó a la huelga de hambre y sed el 11 de mayo. En este punto recordar que nuevamente la dirección de la prisión incumplió sus obligaciones en caso de huelga de hambre, no hizo un seguimiento médico completo diario del estado de salud del huelguista, no informó al Juzgado Central de Vigilancia Penitenciaria, obstaculizó la visita de un médico de confianza. Sólo cuando su estado de salud era ya crítico, con una severa disfunción renal, la dirección de la cárcel comenzó la aplicación de los protocolos establecidos hasta que finalmente un auto del Juzgado Central de Vigilancia Penitenciaria decretó su ingreso en el Hospital donde fue rehidratado, actualmente está de nuevo en la cárcel de Campos del Río, donde prosigue la huelga de hambre y ha abandonado la de sed. No es ningún juego y el peligro continua siendo extremo, precisamente el 25 de mayo de hace 30 años murió en huelga de hambre el preso político de los GRAPO Juan Manuel Sevillano en denuncia de la política de dispersión y exterminio de los presos políticos. Treinta años separan ambas huelgas, un mismo contenido las une.

Decididamente Patxi no ha decidido ser en la vida un espectador, ha optado por ser un militante en lucha que merece que ponga fin a estas líneas recordando las últimas palabras escritas en el diario del militante comunista checoslovaco Julius FuciK, fusilado por la Gestapo en 1943.

También mi juego se aproxima a su fin. No puedo describirlo. No lo conozco. Ya no es un juego es la vida.

Y en la vida no hay espectadores. El telón se levanta

Esperemos que el telón que se levante esta vez sea el de la resistencia, el pasado domingo fueron numerosas las concentraciones en Euskal Herria, en otros puntos del Estado y Latinoamérica en solidaridad con Patxi.

Esperamos y deseamos también que la vida de Iñaki Ruiz sea larga en coherencia e insurgencia como hasta ahora.

Andreu García Ribera

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