Los celebra en momentos demandantes para su pueblo y su nación. Y él vive aferrado a la idea de que un país mejor, que un mundo mejor es posible. Por eso trabaja. Por eso escribe. Por eso hace música.
Se sabe un símbolo de la Revolución que ha hecho canción. Está a la altura de esa condición. En todas partes mueve multitudes. Genera polémica con su sola presencia. Pero él se hace verdad con su arte. Algunos de sus temas han explicado mejor que cualquier tratado la razón de ser de un proceso, y la postura del creador honesto.
Pero hay también un Silvio íntimo, que se regocija en las pequeñas cosas de la vida, que suelen ser las más esenciales. El Silvio que acompaña. El que recrea las peripecias de millones. El que alumbra un camino sin sobresaltos, con la delicadeza de la metáfora diáfana y serena. ¡Felicidades, maestro!