Editorial VOZ 3149
El pasado 29 de octubre concluyó en La Habana, Cuba, el XXII Encuentro Internacional de Partidos Comunistas y Obreros, al que concurrieron 145 delegados en representación de 77 partidos de 60 países. Este encuentro se presenta en un momento crucial para la humanidad. Mientras el capitalismo se va sumiendo nuevamente en una profunda crisis, en el escenario internacional vemos el desgaste de la hegemonía estadounidense, la cual ha sido desafiada por potencias emergentes.
Ante esta situación, y como ha ocurrido ya en otros momentos de la historia, la guerra se presenta como la mejor vía del capital para encarar sus problemas. Y nuevamente, la guerra –que jalona los intereses del capital financiero y del complejo militar-industrial– está unida al ascenso de las fuerzas políticas altamente reaccionarias que acuden a todo tipo de violencia para silenciar cualquier programa emancipador.
En este panorama, América Latina ha adquirido un rol protagónico. Desde hace tres años hemos asistido a un auge de las movilizaciones populares, durante las cuales las masas han protagonizado una encarnizada lucha contra el capital y su modelo neoliberal. Este se puso en marcha en nuestros países hace más de cuarenta años, siendo la estrategia del capital para superar la crisis que entonces experimentaba. Hoy son patentes todos sus nocivos efectos.
La ola de protesta social ha dinamizado un cambio en la política regional, que se manifiesta con el triunfo de proyectos alternativos en países importantes para el imperialismo, y en donde la derecha aparecía sólida, como en los casos de Colombia y Chile. Además, en Bolivia se logró derrotar el golpismo, y en Brasil se ha concretó la victoria de Lula, y con esta, el cierre de un ciclo de gobiernos reaccionarios iniciados con el golpe blando contra Dilma Rousseff en 2016. Entre tanto, Cuba y Venezuela siguen neutralizando los embates del imperialismo norteamericano.
La forma en que culminen los procesos actualmente en marcha, marcará la naturaleza del futuro, en la que está implicada la posibilidad real de la extinción de la raza humana por el cambio climático con sus secuelas lesivas sobre la fauna, la flora y el hombre mismo. Ante estos retos se definen como urgentes y necesarias las ideas y propuestas socialistas que defienden y representan las organizaciones reunidas en el XXII Encuentro de La Habana.
Por estas razones se plantea como trascendental el esfuerzo de mantener vivo el internacionalismo que propician las fuerzas más consecuentes de la izquierda desde el siglo XIX.
Por eso en este momento, cuando el imperialismo impone un orden internacional inequitativo, insostenible, que, además intensifica la explotación y deteriora aún más las condiciones de la clase obrera y aún de la clase media, tal como lo se señala la Declaración Final del Encuentro, se hace necesaria la lucha por un nuevo orden mundial, que elimine la explotación del hombre por el hombre, y establezca las relaciones entre estados y pueblos, basado en el beneficio mutuo, la paz y la producción que tenga la finalidad de satisfacer las necesidades de los pueblos.
El Encuentro reiteró en la imperiosa necesidad de fortalecer la unidad de las fuerzas revolucionarias, ya que la unidad del movimiento comunista y obrero internacional es fundamental para enfrentar los retos y las amenazas del imperialismo el cual estimula a las fuerzas de la derecha. La unidad de las fuerzas revolucionarias potencia la lucha por la paz y para frenar el cambio climático.
El Encuentro también señaló que la lucha contra la carrera armamentista debilita el imperialismo y por tanto puede evitar las guerras imperialistas. Objetivo prioritario para lograr la paz mundial es la movilización de los pueblos contra las armas nucleares, la ampliación de la OTAN y el desarrollo de la industria de las armas.
Llamó a fortalecer la solidaridad con las naciones que soportan bloqueos, resisten el avance imperialista y luchan por la defensa de la soberanía e independencias nacionales: Venezuela, Nicaragua, Puerto Rico, Palestina y la República Saharaui. También llamó al apoyo a los partidos comunistas y obreros a países que construyen el socialismo como Cuba, Vietnam, China, Laos y la República Popular de Corea.
El Encuentro señaló la importancia de la organización para lograr el propósito que este se trazó de intensificar la lucha en defensa de los intereses de los trabajadores, por transformaciones revolucionarias para superar el capitalismo y lograr la construcción del socialismo. Reiteró la importancia del estudio para aplicar más adecuadamente el marxismo – leninismo para superar los obstáculos que se han opuesto a que nuestros pueblos eleven su nivel de conciencia para potenciarlos en la lucha contra el capitalismo e imponer el socialismo en el continente.
En consecuencia, todos los partidos comunistas latinoamericanos deben identificar los mejores métodos para estudiar y difundir el marxismo leninismo con la finalidad de ganar la batalla de ideas que faciliten la lucha contra la xenofobia, el racismo y la intolerancia política que propician los líderes del capitalismo.
El éxito en la difusión del marxismo leninismo facilita superar la mentalidad mágico religiosa, los conflictos étnicos regionales, y la subvaloración de la mujer. Si esta tarea se realiza con los métodos adecuados los partidos comunistas triunfarán en sus lides emancipadoras protagonizadas por trabajadores, campesinos, indígenas, y el valioso aporte de las organizaciones juveniles y femeninas.