Un grupo bipartidista de legisladores norteamericanos está presionando a la Administración de Biden para que envíe bombas de racimo a Ucrania como una medida que podría ayudar a Kiev en su contraofensiva en curso, pero que su uso también genera serias preocupaciones en materia de derechos humanos, según informó el martes la revista estadounidense Foreign Policy.
En efecto, Joe Wilson, Steve Cohen y Victoria Spartz enviaron el pasado viernes una carta al inquilino de la Casa Blanca instando a enviar a Kiev la llamada Munición Convencional Mejorada de Doble Propósito (DPICM, por sus siglas en inglés), un arma que puede ser disparada desde cañones de artillería y dispersar hasta 88 minibombas en el campo de batalla.
“La transferencia de DPICM a Ucrania ofrece una oportunidad para proporcionarles a las Fuerzas Armadas de Ucrania una poderosa capacidad para usar contra el Ejército ruso y las fuerzas mercenarias”, se lee en la misiva.
Eso se produce mientras las bombas de racimo representan un grave peligro para los civiles si permanecen sin estallar en el campo de batalla. Las pequeñas bombas liberadas pueden matar o herir de manera indiscriminada y, además, considerando su alto índice de fallos, pueden permanecer sin estallar durante años hasta activarse en un momento determinado.
Rusia ha denunciado en reiteradas ocasiones el uso de municiones de fósforo y bombas de racimo por parte del Ejército ucraniano en medio de la guerra en curso iniciada el 24 de febrero del año pasado.
Además, ha acusado con frecuencia a Kiev de planificar operaciones de bandera falsa utilizando armas no convencionales que involucran materiales biológicos o radiactivos.