Un 2024 con grandes heridas por sanar

Las realidades y las noticias no dejan duda alguna para ello. Y su hilo conductor, en casi todos los casos, tiene el denominador común de Estados Unidos, el país cuyo Senado acaba de aprobar –y Joe Biden firmar–, para el calendario que comienza, un presupuesto militar con un monto récord de 886 000 millones de dólares.

Es la expresión más acabada y cínica de cómo hacer de la guerra y de la muerte, un verdadero negocio. Y, precisamente, esto se anunció casi a la par de que el Papa Francisco, en su mensaje Urbi et orbi (A la ciudad y al mundo), el día de Navidad, recordara que, «para decir No a la guerra, es necesario decir No a las armas».

A la vez que hay velitas encendidas y guirnaldas de despedida por 2023, cuando en muchas partes del mundo se escucha, repetidamente, el Feliz Año Nuevo, el Jefe del Pentágono estadounidense enuncia que «Washington lanzará una operación militar multinacional para defender el mar Rojo, en medio de los ataques de los hutíes yemenitas contra buques comerciales» con destino a Israel.

La acción de esas milicias armadas es la respuesta al apoyo de todo tipo brindado por Estados Unidos al Gobierno sionista, en su genocidio contra la población palestina.

«Las Fuerzas Armadas de Yemen reiteran sus garantías a todos los barcos que se dirigen a todos los puertos del mundo, excepto a los puertos israelíes», han afirmado. Y advirtieron que así será, hasta que Israel permita la entrada de ayuda humanitaria a Gaza y pacte el cese el fuego.

Otra cara de la misma moneda: el comercio mundial se contrae y las perspectivas para 2024 son «muy inciertas y pesimistas», de acuerdo con un informe de la Unctad, entidad de la onu encargada del comercio y el desarrollo.

Un despacho noticioso de rt refirió que las causas de la contracción son, fundamentalmente, el ascenso de la deuda, la fragilidad económica general y las tensiones geopolíticas en marcha.

El citado informe refleja una contracción del comercio mundial del 5 % respecto al año anterior, lo que equivaldría a un descenso de 1,5 billones de dólares.

El auge de las sanciones comerciales, usadas como parte de la política de Estados Unidos y de la Unión Europea, ha sido un factor que contribuye a la actual y venidera incertidumbre económica mundial.

Por otra parte, el expresidente estadounidense, Donald Trump, acusado de todo –pero no sancionado–, lidera las encuestas para volver a la Presidencia en 2024.

Su contrincante, Joe Biden, no ha podido superarlo, pues su actuación ha sido contraria a lo que prometió en la compaña electoral por la que fue elegido, y optó por una estrategia de amenazas y sanciones, así como equívocos políticos y alineamiento con las peores causas en la arena internacional.

Dos ejemplos resultarían suficientes: el genocidio israelí en Gaza y el conflicto bélico en Europa. En ambos casos, las soluciones son inciertas, debido al apoyo estadounidense y al negocio en que ha convertido la guerra, mientras miles de personas mueren y hasta los propios ciudadanos europeos son víctimas de la política de sanciones de sus gobiernos aliados a Washington.

Empieza 2024 con una Organización de las Naciones Unidas como un mecanismo incapaz de renovarse y cumplir los objetivos para los que fue creada.

Un Consejo de Seguridad obsoleto no permite, debido al veto de Washington, que termine la masacre israelí contra los palestinos, así como que se ponga fin al plan de cercar a Rusia y de enviar cada vez más armas para una guerra que tiene que terminar en la mesa de negociaciones.

El tema migratorio no parece tener solución, mientras no se busquen salidas a las causas que lo propician. En estos últimos días, las noticias más significativas son el ahogamiento de decenas de africanos que intentaban llegar a Europa a bordo de frágiles embarcaciones, y la marcha de decenas de miles de inmigrantes que se dirigen desde territorio mexicano hacia Estados Unidos.

La frontera sur del país norteño sigue siendo el escenario en el que confluyen personas de disímiles países, que se debaten entre la frustración de no poder llegar a la nación de la «felicidad prometida», la deportación, ser víctimas de coyotes y traficantes, los que mueren en la arriesgada travesía desde Centroamérica a través del peligroso Darién panameño, o los que se encuentran varados en territorio mexicano, en espera de una «solución» por parte de las autoridades estadounidenses.

En la «rica» Europa pasa otro tanto, con el añadido letal de que la inmensa mayoría de los que pretenden llegar a naciones del área lo hacen por mar, en frágiles embarcaciones que suman miles los ahogados en el tránsito.

EN AMÉRICA LATINA

En la región de América Latina, el año que concluye transitó por el auge de gobiernos de derecha y ultraderecha en algunos países.

Argentina es el más reciente de estos casos, con la vuelta al poder de un gobierno neoliberal, amarrado –en lo interno– a políticas de choque, en detrimento social, y –en lo externo– con apego a los esquemas del Fondo Monetario Internacional y a Estados Unidos y su política hacia el área.

Súmese al caso argentino la inestabilidad social en Ecuador, país caracterizado en los últimos años por una gran inseguridad ciudadana, auge de la violencia y del descenso en los atributos sociales de los que gozaban sus habitantes. El neoliberalismo, como fórmula, se impone nuevamente.

En Guatemala, un presidente elegido democráticamente, Bernardo Arévalo, no ha podido tomar posesión del cargo debido a una «justicia» arrevesada que se lo impide. El Tribunal Electoral, en este caso, suspendió al Movimiento Semilla, en una jugarreta promovida por la Fiscalía.

Arévalo denunció que poderosos grupos dentro del sistema judicial del país, que se oponen a su victoria, llevan a cabo un golpe de Estado para impedir su llegada al poder.

Un viejo problema ha reverdecido en los últimos meses. Se trata del diferendo entre Venezuela y Guyana en torno a la zona del Esequibo, rica en petróleo, y pendiente de definición desde hace más de cien años.

Auspiciado por la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) y la Comunidad del Caribe (Caricom), y por iniciativa del presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, y del primer ministro de San Vicente y las Granadinas, Ralph Gonsalves, se ha producido un diálogo constructivo en favor de la solución pacífica del diferendo, entre el presidente Maduro y su par guyanés, Irfaan Ali.

También en América Latina se entra al año 2024 con un presidente peruano, elegido democráticamente, víctima de un golpe parlamentario, sacado de su puesto y conducido a la cárcel, al parecer por haber llegado a la presidencia con el aval de ser maestro, líder sindical y humilde.

Como para demostrar en qué ambiente político se escenifica la llamada «democracia peruana» y el factor oligárquico que la arropa, precisamente cuando Pedro Castillo cumplió un año de prisión, alguien que fue presidente y tiene cargos hasta por 25 años de prisión, Alberto Fujimori, fue liberado por «razones humanitarias».

En Chile, en tanto, las reiteradas demandas de cambiar la Constitución, elaborada en época de Augusto Pinochet, no llegan a concretarse por el cambio, y el país se encuentra apresado entre leyes y resoluciones, las mismas que favorecieron a la dictadura militar y nunca dieron solución legal a la represión de los carabineros y otras formas de gobernar.