Los socialdemócratas de la Europa occidental entendían que en la revolución socialista el proletariado estaría solo contra toda la burguesía, sin aliados, frente a todas las clases y capas no proletarias. No querían tener en cuenta el hecho de que el capital no explota solamente a los proletarios, sino que explota también a millones de hombres de las capas semiproletarias de la ciudad y del campo, asfixiadas por el capitalismo y susceptibles de convertirse en aliados del proletariado en la lucha por emancipar a la sociedad del yugo capitalista.
Los bolcheviques veían en los soviets el germen del Poder revolucionario. Y entendían que la fuerza y la importancia de los Soviets dependían por entero de la fuerza y de los éxitos de la insurrección. Los mencheviques consiguieron poner el Soviet de Petersburgo en contra de la política de la insurrección. En vez de acercar a los soldados al Soviet y ligarlos a éste en la lucha común, exigieron que fuesen alejados de Petersburgo. Totalmente distinto fue el papel que desempeñó en la revolución el Soviet de diputados obreros de Moscú. El Soviet de Moscú llevó a cabo desde los primeros días de su existencia una política revolucionaria consecuente. La dirección de este Soviet estaba en manos de los bolcheviques. Gracias a estos surgió en Moscú, al lado del Soviet de diputados obreros, un Soviet de diputados soldados. Los bolcheviques llamaban a las masas a la insurrección armada contra el zar y los terratenientes y les explicaban la inevitabilidad de la misma.
Los obreros, empeñados en la lucha contra el zarismo exigían la unidad de las fuerzas del Partido, la unificación del Partido del proletariado. Bajo la presión de las masas obreras, los mencheviques no tuvieron más remedio que acceder a la unificación.
Lenin era partidario de la unificación, pero de una unificación en la cual no se eludiesen las discrepancias referentes a los problemas de la revolución. Lenin exigía que los bolcheviques se presentasen en el Congreso con su propia plataforma, para que los obreros pudiesen ver claramente cuáles eran las posiciones de los bolcheviques y sobre qué bases se operaba la unificación. A consecuencia de la represión que se desató contra las organizaciones bolcheviques durante la insurrección de diciembre y después de ella, no todas pudieron enviar sus delegados al Congreso. Además los mencheviques habían acogido en sus filas una masa de intelectuales pequeñoburgueses que no tenían la menor afinidad con el marxismo revolucionario. Esta composición del Congreso determinó el carácter menchevique de los acuerdos tomados por él respecto a toda una serie de problemas.
En este Congreso se estableció una unificación puramente formal. En el fondo, bolcheviques y mencheviques siguieron manteniendo sus ideas y sus organizaciones propias e independientes.