Pablo Hasel.— Igual que sucedió con Obama, una gran parte de la élite capitalista – que si de una cosa entiende es de marketing embustero – ha aupado a Kamala Harris vendiéndola como una esperanza simpática. Si con Obama exprimieron su rostro amigable y afrodescendiente, con ella además utilizan su condición femenina. Conscientes de que en esta era postmoderna donde han logrado que prime la imagen y no el contenido, con la ayuda de la desinformación podrán lograr que amplios sectores olviden que solo sirve a quien goza de un elevado poder adquisitivo. Para el resto, igual que Trump o los Gobiernos anteriores, solo ofrece explotación, pobreza, negación de derechos básicos como la sanidad pública de calidad, represión e imperialismo. En definitiva, una sociedad profundamente enferma, podrida por el individualismo más descarnado que fomentan los monopolios que realmente mueven los hilos.
Según organismos internacionales sin aspiración revolucionaria alguna, 40 millones de estadounidenses – 15,3 niños – viven por debajo de la línea oficial de pobreza. Es decir, que las cifras son mayores, pues en estos datos se ciñen a los niveles muy elevados de miseria. Incluso datos oficiales reconocen que casi 10 millones de estadounidenses tienen dos empleos para poder sobrevivir. Otros tantos sin esa posibilidad acaban sin hogar en las hileras interminables de tiendas de campaña que se amontonan en las grandes urbes. Resume mucho en el país más rico del mundo a costa de saquear, masacrar y sobreexplotar brutalmente por todo el globo. Ni siquiera así son capaces de garantizar un buen nivel de vida a toda su población, que por otra parte no sería legítimo por el origen criminal de sus desorbitados beneficios.
Los sucesivos gobiernos Republicanos y Demócratas no han hecho más que empeorar la situación, también a nivel internacional. El timo de Obama se desvaneció rápido a ojos de muchos cuando batió récords de deportaciones de inmigrantes, brutalidad policial racista impune y agresiones militares imperialistas. Actualmente el ejército yanqui tiene presencia en casi 150 Estados del planeta. Pero quieren hacernos creer que solo Trump perpetúa el racismo, la pobreza y el belicismo. Los mismos otorgaron a Obama el Premio Nobel de la Paz en un alarde de cinismo y corrupción psicópatas. Pero el quid de la cuestión, que cada día tienen más claro millones de estadounidenses de clase trabajadora, es que ambos partidos son dos caras de la misma moneda. Representantes de las multinacionales y no de sus intereses o los de la paz y la justicia mundial. De ahí que intensifiquen el show, los bulos, las falsas promesas y las apariencias para intentar mermar la elevadísima abstención que roza el 50%. Pero millones de oprimidos continuarán negándose a escoger entre un anzuelo u otro para acabar siendo pescados, entre ser corderos devorados por un tigre o un león.
La farsa electoral se muestra aún más explícita ante la millonada que ambos partidos necesitan para concurrir a las elecciones, negando así la posibilidad de que alguna fuerza revolucionaria pueda acceder a las instituciones. Solo en una semana y tras el anuncio de la candidatura de Kamala, fueron donados 200 millones de dólares al Partido Demócrata. La inmensa mayoría proviene de grandes fortunas, otra de las evidencias más palpables de a quienes sirve. Mientras los medios que ejercen como altavoces del imperialismo nos venden que en los EEUU prácticamente todo el mundo está de acuerdo con votar una de estas dos opciones nefastas. Ocultando que las organizaciones revolucionarias que allí defienden de verdad los intereses obreros y populares, padecen represión y son censuradas.
Tanto el Partido Demócrata como el Republicano, apoyan armar a Israel y brindarle todo tipo de apoyo en otros planos para ejecutar la invasión genocida. En este sentido Trump disimula menos su apoyo sin fisuras al sionismo. Kamala, como el Gobierno español, finge preocuparse por los palestinos con el fin de sumar votos, para luego colaborar activamente en la barbarie. Respecto a Ucrania, los de Harris se muestran aún más beligerantes pidiendo aumentar la ayuda militar a los nazis sicarios de la OTAN como el Batallón Azov. Que la familia Biden tenga en Ucrania suculentos negocios con el gas, dice mucho. Sin embargo, los trumpistas aseguran abogar por poner fin a la guerra relajando el asedio a Rusia. Algo que habría que ver en qué se materializa porque no sería la primera promesa que incumple. Lo que está claro es que ambos partidos son imperialistas, defienden el aumento del gasto militar de todos los Estados miembros de la OTAN y la industria militar tiene un enorme poder. Por lo tanto, sea en un lugar o en otro, continuarán las guerras de rapiña o agresiones por intereses geoestratégicos imperialistas. Existen numerosos ejemplos en los que cierran filas, como el de Venezuela – la reserva de petróleo más grande del mundo, fuente de oro, coltán, gas y otros codiciados recursos – donde ambos contribuyen a financiar y armar a la oposición golpista y fascista.
Igual que la pésima situación que dejó Obama favoreció la victoria de Trump, la que dejó este sirvió en bandeja la de Biden y el desastre del último brinda de nuevo muchas posibilidades al magnate disparado. Así sucesivamente, pues ningún representante de los ricos capitalistas puede ofrecer solución alguna a las masas empobrecidas. Ni allí ni en ningún lugar. Olvidar esta premisa objetiva conduce a ilusiones vanas que no hacen más que empeorarlo y atrasar la salida. Algo en lo que se empeña la porquería oportunista que desde aquí blanquea al supuesto “mal menor”. Así, desde Podemos a Sumar, pasando por el PSOE e incluso el PP, pintan a Kamala como adalid de los derechos humanos. Unos niveles de manipulación que harían tomar nota al mismo Goebbels. Día tras día las televisiones y periódicos que parecen sucursales de la Casa Blanca, embellecen a Kamala desde aquí, porque así la meca del capitalismo, la bestia imperialista, tiene una apariencia superficial más amable. Es decir, que embauca más fácilmente, algo que necesitan para perpetuar su dominación. Con la inestimable ayuda a todo tipo de influencers, desde estrellas de Hollywood, a cantantes o deportistas. Recuerda a lo que decía Pepe Balmón de que “son como golosinas que venden atractivas de muchos colores pero que por dentro están llenas de mierda”. El capitalismo vende productos como Kamala e intenta que no indagues, no fuera que descubras que están empapados de sangre inocente.
A groso modo, lo que representan los trumpistas queda claro a toda persona que aspire a conquistar cambios realmente progresistas. Sin embargo, Kamala y los suyos no están tan mal vistos entre estos. Por ello urge especialmente desenmascarar a los representantes de la barbarie más maquillada. Mientras Kamala se pavonea entre sonrisas y carcajadas, lo que impulsa provoca océanos de lágrimas con un dolor inimaginable. Pero las derrotas que el imperialismo está acumulando últimamente en varios lugares como Siria, Ucrania-Rusia, el Sahed o Venezuela, que aumentarán a medida que se agudiza su crisis -también interna con revueltas incluidas- y se rebelen más pueblos contra su yugo, harán que las sonrisas de tipejas como Kamala se tornen lo que provocan en tantos rictus la pesadilla americana.
Suscribo cada letra de este insuperable escrito. Nunca mejor descritas la hipocresía, la farsa, la corrupción y la degradación moral de la política y la sociedad estadounidenses. El deplorable espectáculo que le ofrecen al mundo hoy es la antesa de su crisis y su decadencia definitiva.