La tragedia provocada por la DANA en Valencia ha desatado también una gigantesca ola de solidaridad por toda España. En diversas ciudades y pueblos de todo el país, se están organizando puntos de recogida de víveres y materiales necesarios para enviarlos a las zonas damnificadas y, en el propio País Valencià, el panorama desolador propio de una guerra está siendo enfrentado por un auténtico ejército de miles de voluntarios.
Resultan encomiables y sobrecogedoras las muestras desinteresadas de autoorganización popular por parte de miles de obreras que dedican a la reconstrucción de sus barrios el tiempo libre que les deja un trabajo asalariado que patronal y sindicatos no han querido detener. Sin embargo, estas imágenes no están teniendo su reflejo en la actuación de los gobiernos autonómico y central. Así, mientras nuestra clase aporta material de limpieza, productos de higiene y alimentos, el Gobierno de España anunció hace unos días el envío de más de 5.000 efectivos de las Fuerzas Armadas y otros 10.000 agentes más de la Policía Nacional y la Guardia Civil a la zona[1]. Conviene detenerse en este último punto y analizar sus causas y el motivo por el que, poco a poco, esta decisión está situándose en el centro del debate entre administraciones públicas y de un discurso mediático que, al mismo tiempo que jalea la actuación de las fuerzas represivas, se justifica criminalizando a nuestra clase.
Lo primero que hay que tener presente es que ese anuncio de envío de efectivos no se refiere a personal de emergencias, protección civil o bomberos, ni tampoco se ciñe exclusivamente a la Unidad Militar de Emergencias (UME), sino a militares, policías y agentes de la Guardia Civil que, en su inmensa mayoría, no tienen como función ni formación específica la de ser zapadores ni atender catástrofes naturales, como es el caso. Por consiguiente, ¿cuál es el motivo por el que, súbitamente, deciden enviarse al lugar a miembros de las fuerzas del orden?
La respuesta no puede ser más obvia: el Gobierno los envía para reestablecer el orden, su orden, el orden capitalista. Por tanto, carece de verosimilitud cualquier discurso que “alerte” sobre la falta de presencia del Estado en la zona, pues, si bien resulta evidente la insuficiencia de equipos de emergencia u otros profesionales vinculados al salario indirecto de los trabajadores (personal médico, enfermeros, bomberos, etc.), la presencia de quienes no tienen más función que la de ejercer el monopolio de la violencia ha estado garantizada desde el primer minuto.
Muestras de esto último las encontramos por doquier en las numerosas detenciones[2], multas e incluso envíos a prisión[3] de quienes, tras haberlo perdido todo, han osado tomar lo que necesitaban de entre los restos de los centros comerciales. El mensaje está claro: al igual que pasó con la pandemia del COVID-19, ni siquiera una catástrofe natural de esta índole va a servir de excusa para salirse de los estrechos márgenes del orden capitalista.
Nada importa que esos alimentos, ropa y medicamentos vayan a ser destruidos, a pesar de ser útiles, en un contexto de máxima urgencia por no poder venderse. No se han producido directamente para satisfacer necesidades humanas, sino como simples vehículos para valorizar el capital invertido por la burguesía. Y para que esto siga siendo así, el Estado no duda en emplear todos sus aparatos represivos.
Aparatos del Estado que, merece la pena resaltarlo, se han esmerado mucho más en evitar que los lanzamientos de barro llegaran hasta Felipe VI de lo que se esmeraron para hacer cumplir los derechos que la propia legalidad burguesa establecía para los trabajadores muertos durante la DANA y que, como tristemente se pudo comprobar, quedaron —una vez más— en papel mojado.
Queda patente, por tanto, que por mucha palabrería estatólatra que despliegue la socialdemocracia en estos días, el Estado burgués no es garante más que para la represión contra nuestra clase y el mantenimiento a toda costa de las ganancias empresariales. Por si no fuera suficiente, hace apenas unas horas comprobábamos, de nuevo, cómo la Policía, a la que apenas hemos visto mover un brazo en las labores de limpieza, ha contado con la manga ancha del Estado para cargar sin contemplaciones contra los manifestantes de Valencia; los mismos a los que, hace una semana, se les arrebató todo en nombre del lucro privado. Esa es la misma policía que, solo unas horas después de los desbordes, concentraba cientos de efectivos durante horas para desahuciar a familias enteras en barrios obreros de Madrid y Barcelona. Tenemos, ante nosotros, la máxima expresión del buen funcionamiento del Estado.
A este blanqueamiento de la violencia también sirven, paralelamente, todas esas piaras de juntaletras, chivatos reaccionarios de toda índole y organizaciones pseudo-obreras que no solo criminalizan a los más desamparados, sino que incluso organizan brigadas parapoliciales[4], no para ayudar en las tareas de aprovisionamiento, desescombro y limpieza, sino para reprimir como matones que son a cualquiera que en su desesperación se atreva a tomar sin pagar lo que necesite si con ello afecta a los beneficios de la burguesía.
Es por todo lo señalado que, si de verdad queremos dar una respuesta a la altura de nuestras necesidades, ante esta catástrofe propia de una guerra, el único ejército que necesitamos es ese ejército popular de voluntarios. Los únicos envíos que necesita la población afectada llegarán en los camiones cargados de donaciones solidarias desde todos los rincones del país, no a través de las lecheras de la policía.
Ni el Estado, ni los medios de comunicación, ni los reaccionarios se movilizarán más que para mantener girando la pesada rueda del capital; la garantía efectiva de las necesidades de la clase obrera únicamente la alcanzaremos mediante nuestra propia autoorganización como clase.
Por ello, es fundamental el esfuerzo coordinado y unitario de las comunistas en el trabajo militante que tenemos ante nosotras, para poder convertir el chispazo espontáneo de la solidaridad obrera en una llama que se extienda, una llama que permita ver el rostro de nuestros enemigos, para que podamos acabar con este sistema que nos somete a una miseria perpetua para que ellos se ahoguen en beneficios.
[1] https://www.lavanguardia.com/politica/20241102/10072095/sanchez-ordena-despliegue-otros-5-000-militares-comunidad-valenciana.html
[2] https://www.levante-emv.com/sucesos/2024/10/31/dana-valencia-50-detenidos-saquear-centros-comerciales-bonaire-mn4-111038735.html
[3] https://www.20minutos.es/noticia/5650195/0/acuerdan-prision-provisional-ocho-detenidos-saqueos-comercios-dana-valencia/
[4] https://x.com/frenteobreroesp/status/1852672752458575951?t=l8Et2BOAGF52zpGZtgQT9w&s=09