El paso de una propuesta a otra, de postular el Frente sociopolítico de Izquierdas a situar como objetivo político el Frente Obrero y Popular por el Socialismo (FOPS), es la consecuencia lógica del progresivo fortalecimiento de las posiciones marxistas-leninistas en el PCPE. Es la expresión de la evolución de una posición política conforme a las necesidades prácticas del desarrollo de un programa revolucionario en el Estado español, que requiere explicarse en sus diversos aspectos, incluidas las interesadas lecturas que de ella se han realizado por los más diversos sujetos políticos tratando de desprestigiarla a “izquierda” y “derecha” sin abordar realmente su contenido.
Un elemento clave para ello, es ponderar correctamente lo que para el PCPE siempre fue el que abreviadamente se denominó Frente de Izquierdas (FdI), pero en los documentos del Partido siempre fue un Frente sociopolítico de Izquierdas que situaba sus referencias más inmediatas en la experiencia de lucha popular contra la OTAN. Un Frente en el que la posición del Partido y toda la intervención de la militancia comunista se orientaba en el sentido de generar un proceso de acumulación de fuerzas del campo obrero y popular favorable al Socialismo.
Esta postura, tras ser aprobada en el V Pleno del CC, acabó formalizándose en la creación de Izquierda Unida como proyecto de un amplio frente político y social de izquierdas que, por razones propias de su composición y, consecuentemente, de las posiciones hegemónicas del PCE, rápidamente derivó a una mera coalición electoral de carácter socialdemócrata. Fue un proceso que culminó en la I Asamblea Federal de IU en la que, ya expulsado el PCPE, el original frente sociopolítico de izquierdas que fue IU, se transformó en una coalición que avanzaba a constituirse en un nuevo partido socialdemócrata que, entre otras muchas claudicaciones ante el Sistema, pasó a aceptar plenamente la pertenencia a la UE y a posicionarse con un sí “crítico” al neoliberal Tratado de Maastricht.
Todo este proceso pergeñado por los dirigentes del PCE, especialmente el eurocomunista Julio Anguita y todo su equipo en la dirección de IU, abrió las puertas de la traición y la claudicación a los elementos más débiles política e ideológicamente del PCPE y el PCC que apenas un mes antes de la citada Asamblea de IU, se reintegraron en el PCE y el PSUC de la mano de Ignacio Gallego y el grupo de los “almendros” de Catalunya.
Hasta ahí los pasos prácticos relevantes, de una posición política que chocó en su desarrollo con el muro de una realidad que impedía su concreción, haciéndola inviable por diversas razones entre las que cabe destacar:
– La falta de sujetos políticos concretos con los que impulsar el proyecto dejaba solo al PCPE en un compromiso voluntarista por la ausencia de aliados con el que hacerlo1. Igualmente, es necesario reconocer que una falsa ensoñación idealista que se hallaba desde el principio en esta formulación, confundiendo el FdI con lo que fue y supuso la experiencia del Frente Popular en 1936, no ponderaba la inmensa diferencia de condiciones sociales y políticas entre una realidad y otra.
– Tras el exitoso ciclo de huelgas generales de junio de 1985 y diciembre de 1988 en el que jugó un destacado papel la militancia comunista, la posterior división fraccional del PCPE en enero de 1989, en la que intervinieron muchos de sus principales dirigentes sindicales, aceleró el proceso de integración de las principales estructuras del movimiento obrero y sindical -especialmente CC. OO. – en la lógica del pacto social. Situación que, unida al debilitamiento e institucionalización de la práctica totalidad del movimiento popular propiciada por el PCE eurocomunista y la derrota en el Referéndum de la OTAN, también hacía imposible articular la pata social del frente por ausencia real de mimbres para ello.
Una situación que requirió del Partido el esfuerzo teórico necesario para adecuar su formulación programática a la realidad y a las necesidades de la lucha de clases en ese momento histórico concreto.
Fue entonces, cuando, evaluando con rigor esta realidad incuestionable de ausencia de elementos sociales y políticos para articular el FdI, en la dirección del Partido se situó la necesidad de reformular el marco de las alianzas y sus tiempos.
El FOPS no es una sigla.
El FOPS, que no es una realidad organizativa concreta, como concepto político e ideológico que es, necesitó de un proceso de asimilación por la militancia que se consolidó en el IX Congreso y en el que hoy se sigue trabajando para su avance práctico en el campo obrero y popular.
El FOPS, es la alianza del sujeto político organizado -la clase obrera – con el conjunto de sectores sociales, en un proceso de transformación social del que son directamente protagonistas y beneficiarios. Una alianza social del movimiento obrero de clase que enfrenta la explotación en el contexto directo de la contradicción capital-trabajo, con las diversas estructuras sociales del movimiento popular que hacen frente a las diferentes opresiones que se dan en esta sociedad, destacando la que padecen las mujeres -especialmente las mujeres trabajadoras – como consecuencia del Patriarcado.
Un objetivo que, en un complejo proceso de acumulación de fuerzas destinado a organizar la contraofensiva en defensa exclusiva de sus intereses y necesidades, requiere la articulación de todas esas estructuras del movimiento obrero y popular en un propósito compartido que, objetivamente, debe tender hacia el Socialismo, pero que necesita de la intervención dirigente de la militancia comunista, de su conducción revolucionaria para situarse en ese propósito emancipatorio, que es el único posible y real para superar a la sociedad capitalista.
No partimos de cero, ni mucho menos.
La realidad es compleja y casi todo a nuestro alrededor es un erial, pero partimos con la experiencia acumulada, con la ventaja de que el Capitalismo, como formación socioeconómica histórica, ya no tiene nada positivo que ofrecer a las grandes masas trabajadoras; y con la referencia de las luchas heroicas de Resistencia de los pueblos -especialmente Palestina – que se levantan a diario contra el Imperialismo.
No puede aceptarse como inevitable que la guerra, violencia, explotación y represión en un contexto de creciente pobreza y exclusión social, sea el futuro distópico de Humanidad. Para la militancia comunista esa no es una opción.
¡Tu lucha decide!
Julio Díaz
1 Esta posición fue desarrollada por el camarada Fernando Ferraz en la elaboración de las Tesis del 6 Congreso extraordinario de Unidad con el PCOE y el VII Congreso.